Los peor parados
Un reciente estudio elaborado por Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral perteneciente a la Universidad de Granada, destaca que los ayuntamientos son las instituciones peor valoradas por los andaluces. Y es que al contrario de lo que ocurre en otras zonas de España, en Andalucía, cuando de puntuar a nuestros ayuntamientos se trata, les damos la nota más baja sobre un amplio abanico de opciones institucionales entre las que se incluyen las universidades, las que obtienen la valoración más alta, o el Parlamento de Andalucía, que obtiene un honroso aprobado. Y es que los andaluces lo tenemos claro, nuestros ayuntamientos no funcionan y rara vez sirven para dar respuesta a los problemas que padecemos de manera directa. Puede -seguro- que en esa concepción negativa influya el hecho de que al ser la administración más cercana sea a la que siempre recurrimos en primer lugar y, en pocas ocasiones, obtenemos una respuesta rápida y, sobre todo, eficaz. La desidia de la administración local es algo notorio, especialmente entre la clase política, muchas veces, quizá demasiadas, más preocupada por buscar réditos electorales que en ofertar soluciones a los vecinos. Pero también habría que anotar, a la hora de valorar este análisis, los comportamientos de nuestros dirigentes políticos locales, sus actitudes y aptitudes, las maneras, el no saber diferenciar en algunas ocasiones lo público con lo privado, en creerse de una estirpe superior por el simple hecho de ser unos empleados temporales, a veces de lujo, de los vecinos.
Quizá este estudio haya llegado a oídos de nuestros políticos locales, metidos ya de lleno en la senda de mayo de 20007. Puede que por esa razón el mismo alcalde haya dado un toque de atención a sus socios, posiblemente después de mirarse al espejo, pensando en la imagen que se está dando y porque los ciudadanos ven las cosas, toman nota y luego, así pasa, puntúan bajo mínimos a la clase política local. Puede que eso sea la sabiduría popular.