– Césped artificial: mantenerlo en forma cuesta muy poco
Ventajas en el cuidado de las superficies sintéticas
Conservar en perfectas condiciones un campo artificial es menos tedioso que un terreno natural. Entre otras cosas, supone decir adiós a los derroches de agua que se dan con la hierba tradicional o a las intensas jornadas de trabajos de reparación tras el paso de la nieve, el hielo o una fuerte tormenta. El prado sintético resiste mejor las inclemencias del tiempo. También se acabaron las reposiciones de grama en mitad de la temporada deportiva, como consecuencia del estado penoso de algunas áreas del campo. Y por supuesto, no existe la siega. Por tanto, se puede prescindir de las máquinas de cortacésped, que requieren de carburante y de numerosos jornales.
Pero a pesar de su resistencia, el paso del tiempo, la naturaleza, los agentes externos, la suciedad y el uso también hacen mella. Los bajos costes de mantenimiento no significan que el campo se conserve igual sin ellos. Para que los revestimientos no pierdan propiedades deportivas y seguridad, es necesario tener en cuenta una serie de labores con las que hacer frente al desgaste, que de llevarse a cabo con efectividad garantizan una larga vida al campo. Con una supervisión mensual y una puesta a punto anual es suficiente para que el campo luzca en perfectas condiciones de uso los 365 días al año.
La mayoría de las empresas del sector incluyen en los proyectos que desarrollan un servicio de seguimiento de los campos, que consiste en una revisión periódica del estado del terreno. Por ejemplo, la firma Poligras efectúa un test, aproximadamente una vez al año, para tratar de identificar los desperfectos o alteraciones que han podido sufrir una instalación. En función de los resultados se acometen las actuaciones precisas. Una de las labores más comunes que se realizan es la comprobación y reparación de las juntas o elementos que hubiesen sido dañados, poniendo especial atención en los puntos más conflictivos: los puntos de encuentros de marcajes de líneas y las zonas de uso intenso.
También es habitual la descompactación, aireación y limpieza del relleno, una operación que se lleva a cabo utilizando maquinaria especializada. De igual forma, es necesaria la restitución del lastrado de arena y granulado de caucho, distribuyéndolo de forma uniforme. El aporte de relleno se realizará en función de un estudio que determinará las necesidades específicas de cada terreno de juego, asegurando su correcto uso tras la intervención.
De manera más regular es preciso controlar la posible aparición de malas hierbas, sobre todo en los extremos del campo. Lo mejor es eliminarlas de forma natural, tirando de ellas desde la raíz. Y en otoño, las hojas de los árboles y arbustos pueden caer al terreno de juego. Si no se retiran al tiempo pueden llegar a afectar a la permeabilidad del campo produciendo hongos y musgo que afectaría a la moqueta, por lo que es importante retirarlas lo antes posible. Esto se puede hacer mediante un rastillo para césped sintético, un cepillo o un aparato de aire a presión.
La limpieza se centra asimismo en la recogida de residuos (vasos, latas, cigarros) que puedan aparecer en el campo. Los chicles se pueden quitar utilizando agua. Con una mayor frecuencia, es igualmente imprescindible un cepillado sobre toda la superficie del césped artificial, con el objetivo de mantener la fibra en posición vertical. En este sentido, destaca las propiedades de la última generación de césped de Poligras, diseñado con fibras monofilamento capaces de recuperarse del aplastamiento que sufren por la práctica deportiva.
La periodicidad de todas estas labores siempre dependerá de la situación y las peculiaridades del campo. Cada terreno de juego tiene unas características específicas de ubicación, uso, material y estado que requieren unas u otras medidas. Los técnicos especializados en mantenimiento serán los que deberán precisar el tipo de actuaciones que es necesario desarrollar en cada momento.
El mantenimiento periódico ahorra costes y además prolonga la vida útil del césped. Un trabajo adecuado garantiza la calidad del campo y una máxima longevidad, convirtiendo el coste en una inversión. Además, supone una reducción del gasto muy significativa en comparación con los campos de hierba natural. Existen múltiples estudios que corroboran esta rentabilidad. Uno de los más acreditados es el de la Universidad de Granada, elaborado pro el profesor Aurelio Sánchez, según el cual es gasto anual destinado al mantenimiento de un revestimiento sintético es un 75% inferior que el de un terreno natural -6.457 euros al año frente 25.264.
El informe detalla que, en el primer caso (césped artificial), el desembolso en mantenimiento de todo un ejercicio se sitúa en una cantidad media de 6.457 euros, con un desglose aproximado de 907 euros en agua para riego, 3.750 en mano de obra y 1.800 en amortización de maquinaria. En el segundo caso (hierba natural), el gasto anual asciende hasta 25.264 euros, pues repuntan todos los costes (en riego, 4.1.99 euros; mano de obra, 5.099 euros; maquinaria, 3.600 euros) y se multiplican las consignaciones (descompactación y aireación, 2.616 euros; nivelación 5.400 euros; renovación de césped, 1.950 euros; abonado, 2.400 euros). Hay que tener en cuenta que el importe destinado a fertilizantes, abonos o pintura de líneas de juego prácticamente desaparece con la primera opción. En resumen, a lo largo de una década el ahorro estipulado se puede disparar hasta 188.070 euros.
Cálculos similares a éste son los que han convencido a cientos de entidades y ayuntamientos sobre la viabilidad de los campos de manto artificial. Con ello, los tradicionales terrenos de hierba o de tierra están siendo transformados progresivamente con suelos sintéticos, lo que está propiciando a su vez la modernización y renovación de otros equipamientos asociados a los complejos deportivos (vestuarios, graderío, accesos). A ello se suma el rango de durabilidad, que es ampliamente más elevado en el césped sintético, con una esperanza de vida de 10 a 15 años.
Los gestores de las instalaciones deportivas coinciden en señalar que la hierba artificial aporta grandes ventajas en lo que se refiere a tareas de asistencia. Así, el Jefe de Mantenimiento del F.C. Barcelona, Joan Sentelles, resalta el reducido consumo de agua de estas superficies y lo sencillo que es su cuidado. Estos campos se riegan durante un breve periodo de un minuto antes de las sesiones de entrenamiento y con eso es suficiente para mantener la humedad durante todas las sesiones, explica.
En la misma línea, el responsable de las instalaciones del Sevilla F.C., Enrique González Boticario, destaca su fácil mantenimiento y el hecho de que la puesta a punto de estos campos se puede ejecutar sin interferir apenas en la actividad deportiva programada en el campo. También se comprueba un menor consumo de agua, apunta. En el ámbito de los ayuntamientos la opinión es la misma. José Carlos García Consuegra López-Menchero, gerente deportivo del Ayuntamiento de Daimiel (Ciudad Real), remarca la rentabilidad económica y social que ofrecen los revestimientos sintéticos y considera que los campos de fútbol de hierba natural han sido siempre instalaciones deficitarias para las administraciones locales. Mantener una instalación así a nivel municipal tiene un coste muy elevado, añade.
En conclusión, se puede afirmar que la sustitución progresiva de los pavimentos naturales por los artificiales es una consecuencia lógica de la evolución de las instalaciones deportivas. La hierba artificial es una solución eficaz y rentable, frente a la natural, cuyo mantenimiento es caro y hace que el nivel de utilización del campo sea bajo si se quiere tener un campo en buenas condiciones.
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