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El duende del flamenco

75335 Un bailaor flamenco ¿nace o se hace? Es la eterna discusión sobre esta suerte de arte, que para muchos se lleva en la sangre.

 De lo que no se discute, porque no queda margen de dudas, es que un bailaor sin duende, no es un bailaor.

El duende flamenco, es eso que nadie ve, pero que todo el mundo siente. Es el arte de dejar boquiabierto, ensimismado y cautivado a quien vea a uno de estos artistas arrancarse por soleares con tan solo escuchar unas palmas porque se lleva muy dentro.

Y es que el duende es, para la Real Academia de la Lengua, el encanto misterioso e inefable que los andaluces son incapaces de explicar con palabras pero que sí se puede medir científicamente.

Los científicos, pertenecientes al Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada, han determinado mediante diversos experimentos cuál es la ‘huella térmica’ del duende flamenco, un criterio objetivo que permitiría discernir qué bailaores lo sienten realmente y cuáles no.

Es la primera vez que han logrado medir de manera objetiva el duende flamenco utilizando para ello la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que han conseguido aplicar a la Psicología.

Pese a que muchos pudieran creer que el duende habría escogido el corazón, o las venas para residir, este estudio demuestra que se encontraría en la nariz y los glúteos ya que ambas partes del cuerpo experimentan un descenso significativo de la temperatura cuando se baila.

En el estudio participaron 10 bailaoras profesionales de flamenco, alumnas del último año de los estudios de flamenco del Conservatorio Profesional de Danza de Granada, que llevaban al menos 10 años bailando.

Todas ellas se sometieron a diversas pruebas en las que, mediante un termógrafo de última generación, los científicos midieron su temperatura basal en reposo, y la temperatura de diversas partes de su cuerpo mientras bailaban flamenco, y también mientras visionaban vídeos en los que otras personas lo hacían.

Los resultados fueron muy clarificadores. Las flamencas cuando bailaban y se concentraban en sentir el arte de esta género, experimentaban al tiempo un descenso de la temperatura de su nariz y glúteos una media de 2.1 grados centígrados, lo que han llamado estrés empático.

También demuestran que no solo es suficiente la técnica. Tener una buena técnica es importante pero no significa que cambien su estado emocional y por lo tanto disminuya su temperatura en estas partes del cuerpo.

De manera que con este experimento demuestran que el duende si se si tiene o no se tiene. Solo tienen que comprobar que en el arte de bailar descienda la temperatura o bien de la nariz o de sus posaderas.

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