– Un estudio relaciona la violencia con el poder desigual entre sexos
Una psicóloga aboga por la educación y por empoderar a la mujer para erradicar la lacra. 17 víctimas navarras participan en esta tesis que apunta que el hombre ejerce la fuerza para perpetuar esas diferencias.
El miedo a que su pareja use la violencia es el principal motivo por el cual las mujeres maltratadas no se deciden a romper esa relación, según recoge un estudio elaborado por la Universidad de Granada. Esta tesis apunta que la desigualdad de poder puede conducir a los hombres a utilizar la violencia como estrategia de control para perpetuar el poder masculino.
La psicóloga Pilar Montañés, autora de este informe junto al profesor Jesús López, presentó ayer en Pamplona su tesis, que pretende analizar la relación entre la asimetría de poder dentro de las parejas y la violencia doméstica. Un estudio que parte de la definición de violencia contra las mujeres que realizó en 1995 las Naciones Unidas: Es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres. Para ello, Montañés se ha entrevistado con 17 mujeres navarras y 32 andaluzas que han sufrido malos tratos por parte de sus parejas con el propósito de aplicar el Modelo de Poder y Género de las psicólogas Pratto y Walker.
Este modelo nace de la teoría de la dominancia social (que estructura la sociedad en grupos jerárquicos) y mantiene que existen cuatro pilares que hacen que el hombre esté en una situación superior con respecto a la mujer. Se trata, según explicó Montañés, de la fuerza, la ideología (como sociedad patriarcal el hombre, con mentalidad sexista, ostenta el poder), las obligaciones sociales y recursos. Cuatro aspectos en los cuales la mujer tiene mucho menos poder que su marido, comentó.
En este sentido, los resultados del estudio realizado a las víctimas de la violencia de género indican que se cumplen las diferencias de poder que postula el modelo ya que existen claras desigualdades en cada una de las bases. No obstante, las víctimas tienen menos recursos, más obligaciones sociales, hacen menor uso de la fuerza y presentan una ideología menos sexista que sus parejas.
Además, Montañés señaló que todas consideraron que las cuatro bases de poder que postula el modelo les impedían abandonar la relación. Sin embargo, la que más les influyó era la fuerza. De hecho, la mayoría presentaba mucho miedo a abandonar la relación por las consecuencias que pudiera tener sobre su salud y la de sus hijos, mencionó la psicóloga. Posteriormente, apuntaron a los recursos, porque no se sentían suficientemente apoyadas por las instituciones, la ideología y las obligaciones sociales.
Aunque no son datos concluyentes porque pretenden ampliar la muestra con más afectadas, Montañés destacó que las víctimas navarras no son nada sexistas y han denunciado en mayor medida una falta de recursos. El estudio concluye que a mayor asimetría de recursos entre los miembros de la pareja, más probabilidades del uso de la fuerza y reparto menos igualitario de tareas domésticas. Asimismo, ha constatado una relación entre asimetría de fuerza y maltrato físico.
La psicóloga Pilar Montañés indicó que en este tipo de relaciones la violencia de género es ejercida para seguir perpetuando esas diferencias. Socialmente creen que tienen unos derechos y en el momento que ven que esa cuota de poder ya no es tan grande utilizan la violencia como estrategia de control. Asimismo, la autora del informe comentó que al observar el problema desde esta perspectiva nos queda la esperanza de que podemos acabar con esta lacra. Para ello, Montañés abogó por la educación desde la infancia. Y es que si queremos acabar con la desigualdad de género y la violencia de género hay que empoderar a la mujer como colectivo, concluyó.
Por su parte, la coordinadora de Andrea, Tere Sáez, recalcó que la violencia de género no es un problema de las mujeres, sino de la sociedad y sostuvo que está ligada desde el punto de vista estructural a unas relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres.
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