– Diferencia de edades
Dicen que para el amor no hay edades, y yo creo que es cierto: por donde miremos, podemos ver parejas en las que alguno es unos añitos mayor que el otro, y Hollywood nos ofrece interminables ejemplos de ello.
Siempre ha habido parejas en las que se aprecia una diferencia de edades. A pesar de que es mucho más común que el mayor sea el hombre, y de que a últimas fechas vemos con más frecuencia a mujeres con hombres más jóvenes, como el caso de Demi Moore, también hay ejemplos históricos en los que la mujer era mayor que su hombre, como el caso de Eleanor (o Leonor) de Aquitania que, en plena Edad Media, después de anular su primer matrimonio con Luis VII de Francia, se casó con Enrique II de Inglaterra, a quien le llevaba once años. Para quienes su nombre no les diga mucho, Eleanor fue la madre de Ricardo Corazón de León y de Juan sin Tierra.
Al paso de los años, algunas de estas relaciones disparen funcionan muy bien mientras que otras se disuelve. Y aunque muchos culpan de ello a la diferencia de edades, casi podría jurar que las que truenan lo hacen por muchos otros motivos, y no por el calendario.
Si he de hablar de mi propia experiencia, he terminado relaciones por razones que van desde diferencias de valores hasta de proyectos de vida o defectos que hacen imposible la convivencia; pero la diferencia de edades no ha sido nunca la causa del rompimiento.
Por lo pronto, en asuntos de amor no hay nada escrito, y las relaciones humanas son tan diversas como copos de nieve, así que no sería correcto meter a todas las relaciones de pareja en el mismo saco. Y las relaciones en las que hay diferencia de edades también presentan diferencias. De acuerdo con la doctora Trinidad Aparicio Pérez, psicóloga clínica de la Universidad de Granada, éstas se diferencian por cuatro factores que las condicionan, y son los siguientes:
1. Quién de los dos es el mayor. Históricamente, el hecho de que el hombre sea el mayor es mejor aceptado socialmente que si ocurre a la inversa. Para muchos padres, probablemente no se antoje como ideal que tu hijo de 20 años se case con una mujer divorciada y madre de dos hijos, como en el caso de Enrique II y Eleanor de Aquitania. (Oiríamos la clásica: “¿Qué hace mi niño con esa lagartona?”) De acuerdo con la doctora Aparicio, si la pareja es aceptada por sus allegados, tendrá mayores posibilidades de éxito.
2. El número de años de diferencia. Entre más diferentes sean las edades, más complicado será mantener la relación, pero porque empieza a notarse una brecha generacional importante: él es de Los Ángeles Negros y ella de Timbiriche. Esta diferencia generacional podría acarrear problemas de entendimiento en formas de actuar e incluso formas de entender la vida. Mi amiga Adrienne dice que la regla en estos casos debería ser simplemente que tu pareja sea mayor que tus hijos.
3. La edad al inicio de la relación. De acuerdo con la doctora Aparicio, este factor influye de manera muy directa. Cuanto más joven es la pareja, más se nota la diferencia de edad. A veces el miembro más joven no ha alcanzado ni la madurez ni la responsabilidad suficientes para darse cuenta del compromiso que adquiere al iniciar este tipo de relación. Pero cuantos más años tienen ambos, la diferencia de edad pierde relevancia.
Creo que de todos los factores, éste es el que más puede afectar una relación. Si una mujer de 40 años decide unir su vida con un hombre de 60, probablemente nadie diría nada sobre la diferencia de edades. Pero si una chica de 15 años quiere arrejuntarse con un tipo de 35, ni siquiera se lo permite la ley, a pesar que numéricamente la diferencia entre sus edades es la misma.
Yo siempre he visto la edad como algo mucho más completo y complejo que la suma de años que tenemos de vivir en este planeta; tampoco tiene que ver con madurez. Me explico. Aunque me gustaría creerlo, sabemos que el paso de los años no necesariamente implica madurez. No todos maduran, ni todos lo hacemos al mismo tiempo; es más, hay quienes toda su vida son adolescentes (ah, Peter Pan), a pesar de haber obtenido la credencial de elector hace varios lustros, o incluso décadas. El tema, a mis ojos, no tiene tanto que ver con edad biológica sino con la diferencia en grados de madurez de los integrantes en una relación.
4. Las experiencias previas. Haber vivido experiencias como un matrimonio anterior o hijos, condiciona el éxito de la pareja según la doctora Aparicio, ya que esto supone que el experimentado ha adquirido una mayor responsabilidad y conciencia del valor de la pareja. Quien no lo ha experimentado, debería ser capaz de entender los compromisos que debe ejercer su pareja, como padre o con respecto a su anterior pareja.
Ante la diferencia de edades, es fácil que se cuestionen las razones por las que una pareja decide compartir su vida: siempre se sospecha de que pueda ser por dinero, o por buscar un papá sustituto. Esto no ocurre cuando una pareja tiene mas o menos la misma edad. Al final del día, como cantara alguna vez el “príncipe” de la canción, José José: “Cuarenta y veinte, cuarenta y veinte, es el amor lo que importa y no lo que diga la gente”.
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