Luis García Montero defiende la fusión entre música y poesía
AGENCIA EFE
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El escritor español Luis García Montero, uno de los más representativos poetas del panorama lírico español actual, considera que la música es muy buena medicina cuando la poesía empieza a oler a cerrado.
Cuando la poesía comienza a mirarse mucho el ombligo y a ser como esa casa que tiene la ventana cerrada y huele mal, acercarse a la canción es abrir las ventanas y dejar que la realidad entre en la poesía, dijo el poeta en una entrevista concedida a EFE.
García Montero, que ha cedido su palabra a cantautores como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Ismael Serrano y Miguel Ríos, defendió la sociedad entre poesía y música como herramienta para que el género lírico recupere los lectores perdidos.
El escritor, nacido en Granada en 1956, presenta hoy en Buenos Aires Poemas, una selección de sus mejores creaciones publicadas desde 1980.
El autor sostiene que por mucho años la poesía espantó y expulsó a los lectores al convertirse en un discurso cerrado, cuando los poetas empezaron a escribir sólo para poetas, utilizando casi una jerga.
Según García Montero, catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, esta retracción de la poesía se desencadenó con las primeras vanguardias del siglo XX, cuando la intención de ruptura con lo social degeneró en una excesiva experimentación con el lenguaje.
El poema se convirtió en un lugar donde volcar las últimas teorías semióticas, psicoanalíticas, un espacio que inventaba un lenguaje ajeno a la sociedad. El escritor escogía sus palabras para crear un ámbito de rareza y se creía que un poema era de calidad cuando no se lo entendía, explicó el escritor.
Esta tendencia sobrevivió hasta que, hacia comienzos de la década del 80, se inició un proceso de limpieza y renovación del cual García Montero, Premio Nacional de Poesía de España 1995, es uno de los precursores.
Después de ese período de ruptura, que ha llenado de humo al género, yo noto en la poesía joven de Iberoamérica una vuelta a los fundamentos. Hay una dignificación del lenguaje, no como espacio de ruptura, sino como espacio de vínculo, de construcción, señaló el autor de Completamente viernes.
Para el escritor, una palabra bien construida puede tener un significado social de esperanza y de compromiso frente a la simple queja que aparece una y otra vez desde el siglo XIX.
Asimismo, consideró que cuando la poesía plantea una reflexión profunda sobre los fundamentos de la vida, la gente acaba interesándose por ella.
García Montero sostuvo que la nueva poesía es sinónimo de posmodernidad pues intenta separarse del discurso de lo negativo, de la queja, de la incomunicación del poeta con la sociedad, y hay un esfuerzo por volver a la tradición humanista e ilustrada, sin olvidar la rebeldía romántica.
Lo interesante -dijo el poeta- es que dentro de esa crisis de posmodernidad, más que seguir radicalizando la palabra maldita y desvinculada, veo un esfuerzo por reforzar los vínculos.
Asimismo, observó en la globalización una oportunidad para replantearse el mundo como espacio de vinculación ética.
El literato aseguró que cuando un escritor decide sobre qué palabra utilizar está ya configurando una ética y esto no tiene que ver con que el poema hable de la guerra o una huelga, aunque aclaró que la crítica, la ironía y la política siguen siendo centrales en la poesía contemporánea.
Cualquier tipo de poesía es ideológica porque está relacionada con la historia, con un contexto. Pero a veces es más revolucionario y profundo una indagación ideológica en la intimidad que un poema político que trate sobre la coyuntura, opinó.
A juicio de García Montero, el lugar que debe ocupar un poeta no es el de un sacerdote que declama una verdad dogmática y dice cómo hay que vivir, sino el de un ciudadano que, en un ejercicio de conciencia, interpreta la realidad, opina y establece un diálogo no con el mundo, sino con un lector, mirándole a la cara.
Además de presentar Poemas, el autor asistirá en Buenos Aires al lanzamiento de Las palabras preguntan por casa, un estudio sobre su obra poética realizado por la investigadora argentina Laura Scarano y que indaga en aspectos salientes del poeta como lo urbano, los sentimientos y el tiempo.
