El almeriense José Antonio Lorente, referente de la criminalística y la medicina legal y forense a nivel mundial, expone en Valladolid las características del proyecto
El programa ‘ADN-Prokids’ ha reunificado con sus familias a medio millar de niños en el mundo desde 2004 explotados laboral y sexualmente gracias a la identificación de las víctimas en centros para jóvenes abandonados de países subdesarrollados, y que han sido devueltos posteriormente a sus familias.
Este programa, nacido en el seno de la Universidad de Granada, fue expuesto por José Antonio Lorente, referente en la criminalística y la medicina legal y forense mundial, en el II Seminario Internacional de Investigación Criminal que concluye hoy en el Museo de la Ciencia de Valladolid. El profesor almeriense señaló que gracias a este proyecto se obstaculiza el tráfico de seres humanos. Se desarrolla en países de Latinoamérica y Asia, principalmente en Guatemala, Indonesia, Tailandia, Nepal, Filipinas y China. El próximo año también se trabajará en el continente africano, concretamente en Angola, Namibia y Sudáfrica.
Tras concluir el Seminario, Lorente viaja a Malasia, donde también pretende inculcar a la sociedad local de la necesidad de poner en marcha este tipo de programas para frenar la explotación de menores en el mundo, un problema que se puso sobre la mesa en Valladolid.
El ADN-Prokids es un proyecto internacional que lucha contra el tráfico en seres humanos. Consiste en usar la identificación genética de víctimas y sus familias, sobre todo en niños. «En estos países la tasa de niños robados y abandonados es muy alta. Cuando están en la calle, pasan a ser propiedad del Estado y se les realizan pruebas de ADN, con herramienta que se facilita desde España. A partir de ahí se crea una base de datos, que servirá para compararla con la genética de aquellas familias que denuncien la desaparición de los niños, que en muchos casos aparecen después explotatos», lamentó Lorente, quien destacó la eficacia del programa. En estos países, es frecuente, según denunció, que haya grupos de 40 niños de entre ocho y diez años «trabajando en burdeles».
Igualmente, este programa también contribuirá a evitar adopciones ilegales, extremo en el que Guatemala es el caso «paradigmático». «Las chicas jóvenes roban a los niños, que se hacen pasar por sus madres ante las autoridades. Dicen que no pueden sostenerlo y que lo quieren entregar en adopción. Y además a ella la dan una compensación económica», manifestó Lorente, quien añade que también se dan casos de parejas de occidente que quieren adoptar y son ellos mismos los que acuden a estos países y se hacen con niños, «y los traen falsificando los papeles». «Con las muestras de ADN, se puede acabar el problema», dijo.
Fénix
Además de este proyecto, Lorente, quien es miembro de la Comisión Nacional de Especialidades de Medina Legal y Forense de España desde 2005 y fue profesor de la Unidad de Entrenamiento Internacional de la Academia del FBI (1998-2002), es el propulsor del Programa Fénix de Identificación Genética de Personas Desaparecidas, que trata de encontrar a seres humanos que lleven desaparecidos un máximo de 30 años.
El protocolo es el siguiente: cuando una persona, por razones anormales, está ausente durante un determinado periodo de tiempo, la familia lo denuncia ante los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. El ADN de los miembros de su linaje se coteja con los que existen en una base de datos creada, a través del programa Fénix, con los cadáveres encontrados y que nunca han sido reclamados. De esta forma, se verifica si alguna de esas denuncias se corresponde con algunos de los fallecidos. «Con esta base de datos, si una familia ha desaparecido en Valladolid hace tres años y aparece un cuerpo sin vida en Alicante, podemos saber si se trata de la misma persona», destaca Lorente. Fuera de este programa se quedan, por razones lógicas, los desaparecidos de la Guerra Civil, un aspecto sobre el que también ha trabajado este criminólogo.
José Antonio Lorente es director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada. Ha conseguido reconocimiento mundial, entre otros motivos, también por sus investigaciones sobre los restos de Colón, las mujeres de Ciudad Juárez (México), o sus trabajos dentro del FBI.