Euros
Que pase rápido el 2009
el año que comienza ya se da por perdido, con una economía bajo la amenaza de la recesión,el endeudamiento, la deflación y el paro
28.12.08 –
Vota
7 votos
0 votos1 votos2 votos3 votos4 votos
Opina Ver comentarios (1) Imprimir Enviar Rectificar
Cerrar Envía la noticia
Rellena los siguientes campos para enviar esta información a otras personas.
Nombre Email remitente
Para Email destinatario
Borrar Enviar
Cerrar Rectificar la noticia
Rellene todos los campos con sus datos.
Nombre* Email*
* campo obligatorioBorrar Enviar
césar coca
La peste, la guerra, el hambre y la muerte. Hace casi veinte siglos, San Juan, llamado el Evangelista, concibió una de las más impactantes imágenes literarias de la Historia para explicar que la destrucción llegará a la tierra encarnada en cuatro jinetes que montan caballos de distinto color. La recesión, el endeudamiento, la deflación y el paro son hoy los temidos jinetes del Apocalipsis económico cuya amenaza se cierne sobre todo el planeta. Pocas veces las perspectivas sobre el año que comienza han sido tan malas. Nunca, salvo en tiempo de guerra mundial, las incertidumbres han adquirido tal magnitud. El pasado octubre, la actuación de los gobiernos evitó el colapso del sistema financiero y frenó el desplome de las bolsas.
Los temores para el futuro inmediato ya no se refieren a los índices bursátiles, sino a algo mucho más tangible: la economía general, con sus fábricas y comercios, sus trabajadores, profesionales liberales y empresarios. Si San Juan tuviera que volver a escribir el libro que cierra el Nuevo Testamento, hablaría de expedientes de regulación de empleo y quiebras, de operaciones de salvamento in extremis y de desplomes de firmas que todo el mundo creía de una solidez inquebrantable.
Sin embargo, la Historia muestra que de todas las crisis se sale. El problema es cuándo y a qué precio. Nadie es capaz de dar una respuesta concreta a ninguna de las dos preguntas, pero en algo coinciden todos: 2009 será un año perdido para la economía, un \’annus horribilis\’ dice algún especialista recurriendo a una expresión que hizo célebre la Reina de Inglaterra refiriéndose a asuntos mucho menos graves. La esperanza es que 2010 apunta mejor, aunque sin alegrías.
segundo jinete
El Producto Interior Bruto (PIB)
La recesión
La economía española decreció en el tercer trimestre de 2008 un 0,2%. Fue la primera caída en quince años; es decir, desde la crisis de 1992-95, que se inició algo antes en el resto de Occidente y entre nosotros quedó parcialmente oculta durante un tiempo por \’los fastos del 92\’, la celebración en un semestre prodigioso de los Juegos de Barcelona, la Expo de Sevilla y la capitalidad cultural de Madrid, aunque esta última cita terminara por ser casi irrelevante.
Cuando en febrero salga el dato del último trimestre del año, España habrá entrado oficialmente en recesión, porque se requieren dos trimestres seguidos de caída para ello. Nadie duda de que el PIB sufrirá un recorte aún mayor en este último trimestre. Es casi el único aspecto macroeconómico sobre el que no hay duda. La recesión será un hecho estadístico antes de que termine el invierno. Mal comienzo de año que según todas las opiniones, desde las más formales de las instituciones que se dedican a la prospectiva hasta las más independientes, será un indicio claro de lo que vendrá.
Las opiniones van desde «un primer semestre muy duro», como dice Juan José Rubio-Guerrero, catedrático de Economía de la Universidad de Castilla-La Mancha, a unos meses iniciales del ejercicio «que serán los peores en quince años», como sostiene Santiago Carbó, catedrático en la Universidad de Granada y consultor de la Reserva Federal en Chicago. Los vagones de la economía española se han quedado sin locomotora que tire de ellos: la demanda interior se ha venido abajo y la exterior de momento no responde a los estímulos de la más amplia batería de medidas de política económica que se ha puesto nunca en marcha.
Como dice Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de Economía de IE Business School, hasta al menos 2010 ni Japón ni China ni la UE harán de locomotora de la economía mundial. Bastante tendrán con restañar sus propias heridas como para acudir a tirar de los demás. «Sólo Estados Unidos, si su nuevo Gobierno es capaz de acertar con sus medidas y consigue una cierta recuperación en la última parte de 2009, podrá hacerlo al año siguiente. Es la única economía mundial con capacidad para reaccionar en tan corto plazo». De modo que los ojos estarán puestos en la Casa Blanca el 20 de enero y no sólo por la espectacularidad del acto de relevo de presidente.
Así las cosas, ¿cómo estará la economía española cuando nos encontremos preparando la Nochevieja de 2009? Ángel Laborda, director de Análisis de Coyuntura de Funcas, la fundación creada por las cajas de ahorros, cree que el PIB habrá descendido en torno al 1,5%. Mari Carmen Gallastegui, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco, no es tan pesimista (hablar de optimismo en estas circunstancias sonaría a sarcasmo) y piensa que mientras en el entorno más inmediato la caída estará entre el 0,4 y el 0,6%, España sufrirá un recorte del 1 «porque tenemos un gran déficit por cuenta corriente y pagaremos un precio algo mayor por nuestro modelo de crecimiento».
Todos los especialistas consultados por este periódico subrayan la dificultad de hacer un pronóstico ajustado ante la enorme cantidad de variables que entran en juego. Tantas y tan complejas que Julián Cubero, economista jefe para España del Servicio de Estudios del BBVA, propone una horquilla muy amplia: del -1,5% si se recrudecen los problemas financieros y las economías mundiales no reaccionan, hasta el -0,1% si se diera una «rápida resolución de la crisis global».
Nadie, ni en la mejor de las hipótesis, que pasa por la reacción inmediata de la economía estadounidense a las medidas que pondrá en marcha la Administración de Obama, prevé que el PIB español pueda crecer en 2009. El consuelo que queda es que el año que ahora empieza será el peor del ciclo bajista, aunque, como dice Gallastegui, «hasta 2012 no podremos respirar con tranquilidad». No se echen a llorar ante esta perspectiva: como dice Carbó, la crisis ha llegado en el momento más boyante de la economía española en toda su historia. «Hace tres o cuatro décadas, no habría soportado una situación como la actual». Dicho de otro modo, podría haber sido mucho peor.
segundo jinete
Déficit público
La deuda asfixia
En apenas tres meses, los gobiernos de los países con las mayores economías del mundo han anunciado un catálogo de medidas fiscales y monetarias como nunca antes se ha visto. Ahora bien, ¿quién paga todo ello? La respuesta es clara: las administraciones que ahorraron durante la época de vacas gordas, rompiendo la hucha y gastando su contenido. Y si hiciera falta, endeudándose. Todos los demás, endeudándose directamente. En algunos casos cabría decir que contrayendo aún una deuda mayor, porque hay países como Italia que deben más de su PIB. España está por debajo del 40%, lo que significa que tiene más margen para pedir dinero.
El primer efecto de las medidas puestas en marcha con urgencia ha sido convertir en papel mojado el Pacto de Estabilidad de la eurozona, que prevé un límite del 3% en el déficit público que puede rebasarse de forma excepcional con la condición de que el Gobierno correspondiente explique cómo y cuándo volverá a la normalidad. La situación extraordinaria está más que justificada. Otra cosa es que algún ejecutivo europeo sea capaz de cumplir la segunda condición.
Laborda cree que el miércoles, cuando se cierre el año, el déficit público español se habrá situado en el 3%. El ejercicio anterior concluyó con un 2,2% de superávit. «Un vuelco de más de cinco puntos en sólo un año es un cambio de la política fiscal inédito en la historia económica de España y de cualquier otro lugar». El vuelco seguirá, porque su estimación es que 2010 podría cerrar, en nuestro país y en otros del entorno, con un déficit no inferior al 8%.
Esos números rojos se deben a las cuantiosas inversiones previstas para sostener la economía y frenar el paro, las ayudas sociales y la menor recaudación. Para obtener recursos, los Estados deben acudir a unos mercados financieros en los que, paradójicamente, hay mucho dinero y poca confianza. Mucho dinero porque el ahorro de los particulares se ha disparado y porque los bancos centrales han creado lo que Martínez Lázaro llama «barra libre» de liquidez. Desconfianza porque todos los bancos temen que la morosidad se dispare «y quieren tener la hucha llena ante lo que pueda pasar». Por eso, las enormes transferencias de recursos llegadas a la banca privada no se están notando apenas en la economía productiva. Los especialistas dicen que aún pasará un tiempo antes de que el dinero circule con fluidez.
tercer jinete
Los precios
La inesperada deflación
Es como si un anémico crónico de pronto padeciera un exceso de hierro. Una economía históricamente dada a la inflación como la española vive ahora bajo la amenaza de la deflación. Los especialistas no lo ven probable, pero podría darse que el IPC fuera negativo. Ya sucedió durante varios años consecutivos en Japón. Y es una enfermedad con remedios complejos y poco eficaces.
¿Por qué es malo que los precios suban muy poco o incluso bajen? Gallastegui lo explica: «Cuando se espera que los precios bajen de forma prolongada, se demoran las decisiones de inversión y consumo. Ello hace que las ventas caigan y el desempleo aumente, creando un círculo vicioso. Las consecuencias monetarias son que crece la carga de los deudores y los incentivos a la inversión se reducen». Carbó habla de la posibilidad de índices de precios «próximos a cero». Cubero, no tan pesimista en este aspecto, cree que no bajarán del 1,5% y si fuera así, «el Banco Central Europeo tomaría medidas -tipos de interés y provisión de liquidez- para elevarlo».