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Pintadas con licencia universitaria

El señor Rodríguez tiene 33 años, nació en Almería y es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada. Ejerce de profesor de dibujo en un instituto como interino mientras estudia para sacarse la plaza fija. Con estos datos es difícil presentir que ha venido a Valencia con un grupo de compañeros a hacer pintadas. En general, las cosas no son lo que parecen; y en el mundo del grafiti en particular, las pintadas las firman señores licenciados en muros de la Universidad Politécnica de Valencia, sede de ‘Poliniza 2010’, festival de arte urbano que llega a su quinta edición.

«Evitamos las representaciones vandálicas afines a esos primeros años del grafiti en Nueva York, cuando se empleaba la pintada para marcar territorios a través de las firmas. El salto a Europa enriquece la expresividad, a lo que se suma el movimiento hip hop, lo que supone una aportación distinta», indica Juan Canales, profesor de pintura mural de la Politécnica (UPV), para quien, actualmente, «se está entrando en una época en que el grafiti se elabora con plantillas, y el muro se convierte en un mero soporte, de modo que la actividad se aleja de la pintada y se aproxima a la pintura mural, que se está viendo renovada por este tipo de expresión artística». Y quizá un día no tan lejano, mientras el vestíbulo interior de la sede del BBVA en la plaza del Ayuntamiento de Valencia acoge murales de Ramil y Michavila, en el exterior podrían encontrarse murales confeccionados a base de aerosoles.

Un total de 24 artistas participarán este año en uno de los festivales de arte urbano más importantes de Europa. Más de 83.000 espectadores lo disfrutaron en las cuatro ediciones precedentes. La lluvia aguó el arranque de las pinturas en los diez muros que la UPV ha señalado como aptos para recibir los trabajos de los grafiteros. ‘Poliniza 2010’, que en esta quinta edición centra su atención en el grafiti español, finaliza el viernes, y durante la semana, la pintura mural compartirá espacio con actuaciones de hip hop, soul electrónico, danza urbana y el mejor break dance de la mano de Fallen Angelz.

La lluvia, enemiga

El señor Rodríguez se llama Niko y los de su ‘crew’ (grupo de trabajo) lo conocen como Stook, y ayer miraba al cielo fastidiado: «Si la pared está mojada el spray no se fija. Hoy, como mucho, vamos a marcar el dibujo, pero lo más probable es que se planteen las ideas y que, mañana por la mañana, si el tiempo lo permite, podamos empezar a pintar desde primera hora». Algunas paredes del Rectorado de la UPV y de la Facultad de Bellas Artes acaban de recibir una mano de blanquísima pintura para acoger desde ahora los trabajos de la veintena de grafiteros, que se reparten los espacios en función de sus características.

Se trata de una selección que corre a cargo del comisario de Poliniza, que analiza las preferencias de cada artista y a partir de ahí designa en qué muro actuará. «Si se trabaja en alto o en horizontal, si se buscan grandes formatos o formatos más reducidos, con plantilla…», explica Canales, quien advierte de que muchos de los participantes en el certamen de arte urbano «son estudiantes de Bellas Artes, Historia del Arte o Diseño. La vinculación con lo marginal o la delincuencia, al contrario de los prejuicios generales, es muy escasa entre aquellos que se toman en serio la actividad grafitera».

Cuando el viernes se finalicen los trabajos, si el cielo es clemente, se podrá contemplar una curiosa mezcla de estilos. Canales señala que las nuevas tecnologías suponen una influencia tremenda en los trabajos «porque el empleo de internet para intercambiar imágenes permite que se extiendan tendencias muy relacionadas con una cultura musical en la que el hip hop predomina. Aún así, las influencias artísticas se mueven entre el hiperrealismo y la apuesta a replicar el estilo del cómic japonés. Existe una tendencia colorista muy cercana al pop art al igual que se juega con composiciones en las que se mezclan figuración o abstracción con letras entrelazadas».

Para que tantos matices puedan darse a la hora de interpretar la pintada de un aerosol hay que entender que también las materias primas empleadas por los grafiteros se han renovado totalmente.

«Antes la pintura era mala, de coche, que se compraba en los supermercados, se mezclaban con gasolina y ceras de lustrar zapatos, o se jugaba con distintas boquillas sacadas de botes de laca, de aceites lubricantes… con el fin de probar qué salía. Ahora se usan pinturas de baja presión, más o menos transparentes, cubrientes, mates, brillantes o satinadas y un espectro de boquillas enorme, que permiten trazos de un palmo de anchura o de un par de milímetros», explica Stook, quien en su instituto utiliza el grafiti «como una herramienta pedagógica para que los niños entiendan que la pintura es un elemento constructivo, y que se trata de un trabajo que luego se debe cuidar».

Stook hará un ‘cadáver exquisito’ junto a varios compañeros con los que forma su crew. Frente a cualquier prejuicio o intento de reafirmarse en la idea de que los grafiteros tienden a lo marginal a la primera de cambio, es importante saber que un ‘cadáver exquisito’ es una técnica que ya empleaban los surrealistas hace un siglo y que busca ensamblar un conjunto de imágenes y de estilos hasta formar un conjunto armonioso. Nada es lo que parece. O sí, pero mejor preguntar, por si acaso.

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