Dinero
Los gobiernos elevarán sus exigencias a la banca
Devolver las ayudas sólo será el primer paso. Lo que se busca es un compromiso político del sector para evitar otra crisis
27.12.09 – 00:20 –
TERESA VELASCO
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Una de de las verdades más irrefutables del capitalismo es que nada es gratis. Las entidades financieras lo sabían desde su origen, pero la bonanza económica, el dinero rápido y beneficios nunca antes imaginados les hizo bajar la guardia. Algunos ya no están para contarlo y a la mayoría de los que han quedado les esperan años difíciles por delante. Han tenido la suerte de que sus bancos centrales han inyectado liquidez hasta el agotamiento. A partir de 2010 deberán a empezar a rendir cuentas. Todos los gobiernos se han puesto de acuerdo para que nada de lo pasado se vuelva a repetir.
La quiebra de Lehman Brothers empezará muy pronto a aparecer en todos los manuales de economía como el ejemplo perfecto de por qué tuvo lugar esta crisis y nos ha costado tanto a todos los ciudadanos del planeta. Los planes de salvamento público fueron la única opción que quedó. Era aportar cantidades ingentes de dinero o que desapareciera uno de los principales fundamentos de la economía: el sistema financiero. ¿Cómo sería el mundo sin los bancos? Ningún gobierno ha preferido esperar a conocer la respuesta.
Estados Unidos fue el primer país en abrir la espita, con sucesivas aportaciones que se miden en más de un billón de euros, bancos intervenidos y más sacrificios públicos por hacer. El G-20, en sus múltiples reuniones, confirmó que las primeras medidas debían ir en la misma dirección. La última, en abril, fue una nueva inyección de recursos de más de un billón de dólares extra (algo más de 750.000 millones de euros), de los que 500.000 fueron al Fondo Monetario Internacional (FMI), que vio triplicados sus fondos. De ese mismo billón, en calificado por el primer ministro británico, Gordon Brown, como «una expansión fiscal sin precedentes», 750.000 millones se destinaron a los países con más dificultades, con el objetivo de restablecer el crédito, mientras que el resto fue a incentivar el comercio. Y, además, hubo 100.000 millones para el Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo. En total, 1,1 billones de dólares «para restablecer el crédito, el crecimiento y los puestos de trabajo en la economía mundial».
Por su parte, la Comisión Europea (CE) adelantó 1,7 billones de euros para que el dinero volviera de nuevo a la economía, mientras asistíamos atónitos a la quiebra y salvamento de entidades de todos los tamaños y en la mayoría de los países más desarrollados, hasta entonces intocables. Los planes de salvamento se fueron intercalando con bancos nacionalizados. Estados Unidos y el Reino Unido no escaparon de esta fórmula proteccionista, aunque solo sea temporalmente. Como explicaron los líderes de los Veintisiete, la UE se comprometió a adoptar todas las medidas necesarias para «preservar la estabilidad del sistema financiero, sostener las instituciones financieras importantes, evitar las quiebras y asegurar la protección de los depósitos de los ahorradores».
Además, la CE presentó el proyecto para incrementar la garantía mínima de los depósitos en todos los países de la UE, de los actuales 20.000 euros a 50.000 euros inicialmente y a 100.000 euros en el plazo de un año. España desde un principio puso los 100.000 euros de garantía.
Hablamos, por tanto, de una deuda de billones y billones de euros. La crisis ha demostrado que ha sido el sistema financiero el que ha fallado. La falta de liquidez ha paralizado, cuando no cerrado, muchas empresas; ha llevado a los trabajadores al paro y a hacer reflexionar a todos sobre las debilidades de la economía capitalista porque ha extendido la crisis como una plaga. La conclusión, asumida ya por el G-20, es que la libertad de mercado requiere ser supervisada, vigilada, controlada. para que los riesgos tengan un respaldo.
Y mientras tanto, las entidades saben que están en deuda con todos. El catedrático de la Universidad de Granada y asesor de la Reserva Federal estadounidense, Santiago Carbó, considera que las entidades han empezado a reducir su endeudamiento y cancelar sus deudas. ¿Habrán hecho suficiente examen de conciencia? La ayuda de los bancos centrales y de los gobiernos «ha venido muy bien», al garantizar que no existan problemas de liquidez y evitar la crisis total de confianza. Por ello, está convencido que las ayudas recibidas «las devolverán» en la mayoría de los casos.
«El plazo será largo»
Lo que nadie sabe es en cuánto tiempo tardarán los bancos en devolver lo que han recibido, aunque «el plazo será largo». Pero lo que sí está claro es que quieren volver a ir por sí solos sin ir de la mano del Gobierno. Además, como reflexiona Carbó, los ciudadanos les van a exigir que paguen todo lo dado.
En España, la reestructuración del sistema financiero llegará en el primer semestre de 2010. En este sentido, Carbó y otros expertos estiman que, «por lo menos, un tercio de las entidades nacionales (fundamentalmente, cajas) puede desaparecer», como ya ha ocurrido en el ámbito internacional, y más en concreto en EE UU, donde importantes instituciones van a convertirse en «menos grandes y complejas». Y en el caso español, apunta, la reducción va a ser «mayor que en Europa», en un proceso que, en contra de lo previsto por el Gobierno, «durará más de un año». A su vez, para el director del IESE, Juan José Toribio, todos los bancos -salvo Santander y BBVA, pueden resultar afectados.
Además, la nueva normativa de Basilea que exigirá que las entidades cuenten con más recursos propios y mayores requisitos va a provocar que a corto y medio plazo asistamos a un gran número de desapariciones entre 2011 y 2013, muchas por falta de solvencia.
Y en el trasfondo, desde las instancias comunitarias empiezan a hablar de imponer un impuesto a las transacciones bancarias. No obstante, como matiza el citado asesor de la Reserva Federal, este tributo sólo será posible si «todos» los países miembros están de acuerdo, porque si no la banca huirá de aquellos donde exista. Igual ocurre con las medidas planteadas sobre provisión de fondos o vigilancia. Y, lo peor de todo, si sólo se consigue un acuerdo de mínimos, «será a todas luces insuficiente».
En cuanto a los bonus que cobran los altos ejecutivos, y que tanto han escandalizado a la sociedad mundial, Carbó considera que lo que importa es que tengan una buena estructura y se abonen a largo plazo; por lo tanto, se trata de evitar «incentivos perversos», puesto que no parece que vayan a desaparecer. En España ya se ha explicado que los mismos deberán ser presentados y explicados en las juntas directivas para que ellas los supervisen, según figura en el anteproyecto de la futura Ley de Economía Sostenible. Pero, como insiste Carbó, «los bonus no son la clave del problema».
Reformas lentas
Por el momento, nadie es optimista porque las reformas van a ser lentas. Aunque empiezan a escucharse cosas interesantes, como la protección que se va a dar a los consumidores -iniciativa surgida en EE UU-, dado que esta crisis es global también las medidas que se adopten por los gobiernos lo serán de alguna manera. La cuestión parece estar en dar con mecanismos que guíen y monitoricen los grandes fallos sistémicos, explica Carbó.
El punto de partida es un compromiso político. Ningún gobierno exige que las entidades financieras paguen sus facturas ya, aunque están empezando a poner los plazos. Todos los países han inyectado a sus sistemas financieros cantidades ingentes. Pero también todos son conscientes de que no han terminado de desaparecer las incertidumbres a corto y medio plazo, pese a que ya se ha dejado de hablar de activos tóxicos. Como apuntan desde el Instituto de Estudios Económicos, las cuentas de los bancos no están completamente saneadas y son aún muy frágiles ante cualquier perturbación que pueda afectar a las mismas. Un ejemplo reciente ha sido la crisis de impagos surgida en Dubai. Es por este motivo por el que el profesor del IESE, Javier Díaz-Giménez, afirma que «a los bancos les queda la mitad del ajuste por hacer» tanto en Estados Unidos, como en Grecia, Italia, España y Reino Unidos, como en los antiguos países de la URSS.
El director del IESE, Juan José Toribio, va más allá. En estos momentos hay una enorme liquidez, por lo que no descarta que asistamos a la aparición de «nuevas burbujas». Para evitarlo sólo se pueden subir los tipos de interés o realizar «subventas extraordinarias». Explica así que lo que está haciendo ahora la banca es «vivir de la masiva financiación del BC», tomando recursos a un tipo del 1% de interés y comprando deuda pública con una rentabilidad del 3%.
En este sentido, en la patronal bancaria AEB consideran que las tensiones han remitido, como se desprende del recorte de las primas de riesgo, el estrechamiento de los diferenciales de interés, la menor volatilidad y la mayor actividad de los mercados de emisiones. «No obstante, su funcionamiento dista de haberse normalizado». Lo prueba la ampliación de los márgenes de la deuda soberana de Grecia y el rescate del pasivo de Dubai World, o incluso la nacionalización de la austriaca Hypo Alpe.