Motilla del Azuer, esplendor del Bronce cerca de las Tablas
Cultura ha preparado un plan de revalorización del yacimiento que incluye un centro de interpretación
Belén Rodríguez/ ciudad real
El parque nacional de las Tablas de Daimiel no es lo único interesante en este municipio unido a Ciudad Real por autovía (A-43) para los amantes del turismo cultural, de naturaleza e interior. Aunque archiconocido tanto por sus buenos como por sus malísimos momentos recientes, las Tablas , o lo que queda de ellas, en nada ensombrecen a uno de los yacimientos arqueológicos más interesantes y misteriosos, como todos los del Bronce, de los que se asientan en Ciudad Real. Se trata de la Motilla del Azuer, un poblado fortificado de la Edad del Bronce (entre el 3500 y el año 1000 a.c ) con su necrópolis, vestigio de los primeros pobladores de La Mancha y vinculado al agua de este afluente del Guadiana, el río Azuer, a ocho kilómetros del casco urbano de Daimiel.
El yacimiento, en el que desde el año 2001 se llevan a cabo campañas sistemáticas de excavación e investigación, está pendiente de que la Consejería de Cultura ponga en marcha un proyecto de revalorización que incluye la construcción de un centro de interpretación para establecer un sistema de visitas guiadas para el gran público.
No habrá mucho que esperar para eso. “En verano estaremos trabajando en el proyecto”, confirman fuentes de la Delegación de Cultura de Ciudad Real. Mientras se puede recurrir a la Oficina de Turismo de Daimiel (926-260639) para intentar visitar la motilla, si bien hay que tener claro que el recinto está vallado para protegerlo del vandalismo y sólo de se puede recorrer entre los meses de julio y octubre, de lunes a viernes, época del año que coincide con las campañas arqueológicas. Además en octubre el Ayuntamiento organiza jornadas de puertas abiertas para dar a conocer los últimos avances en las investigaciones, que ya han sido muchos.
La Motilla del Azuer fue objeto de una primera fase de excavaciones entre los años 1974 (un año después se creó el parque nacional) y 1986. En ese último año los trabajos se paralizaron, lo que provocó el paulatino deterioro del monumento. No fue hasta el año 2000, ante la urgente necesidad de una intervención de consolidación y restauración, cuando se planteó una actuación inicial de emergencia orientada a la limpieza y apuntalamiento de los sectores más afectados por la destrucción. Ese año se programó la continuación de las investigaciones arqueológicas mediante la realización de campañas anuales de excavación sistemática a partir de 2001, asociadas a las correspondientes actuaciones de consolidación y restauración para permitir, ya sí en un futuro cercano, su apertura al público.
En los años 2000 y 2001 se consiguieron resultados “interesantes”, según los arqueólogos responsables de las excavaciones, Trinidad Nájera y Fernando Molina, relacionados con la complejidad estructural del patio oriental de la fortificación, en el que se encontraron restos de una estructura hidráulica. También se han estudiado los sistemas de acceso a la fortificación y se han obtenido nuevas evidencias sobre la organización espacial del poblado. Además se excavaron nuevas sepulturas.
Lo que se puede ver
La Motilla del Azuer, restos de un poblado de hace al menos 4.000 años, presenta una fortificación de tres recintos amurallados concéntricos. El más interior está formado por una torre de planta cuadrada a la que se accede mediante rampas embutidas en pasillo. El área oriental está ocupada por un gran patio abierto de planta trapezoidal, en el que ya en 1984 se localizaron construcciones pertenecientes a una posible estructura de carácter hidráulico. Al exterior de la fortificación, en un radio de unos 50 kilómetros, se sitúa el poblado, con áreas de diversa funcionalidad, mientras que la necrópolis coincide espacialmente con el área de poblado, como sucede en la mayoría de las formaciones sociales de la Edad del Bronce de la península Ibérica.
En diez campañas de investigación se excavaron un total de 26 sepulturas individuales y aparecieron restos de otros 30 individuos, mujeres, varones, niños e incluso ancianos, de cuyo examen los arqueólogos han llegado a la conclusión de que la talla media entre los habitantes del poblado era de 1,72 metros para los hombres y 1,53 para las mujeres. “Los porcentajes de patología maxilo dentaria, así como otras características como la hipoplasia del esmalte abogan por una población con una dieta rica en carbohidratos. La periostitis de las tibias refleja la existencia de procesos infecciones relacionados con problemas de salubridad. Por el contrario los porcentajes de artritis en estas poblaciones proporcionan índices bajos”, dice el análisis de los restos realizado por antropólogos de la Universidad de Granada.