– Jugando con la música de la razón
Desde ayer 2.600 estudiantes de 35 colegios de Vigo y su área metropolitana aprenden a disfrutar de las matemáticas y a comprender sus aplicaciones en la vida cotidiana
Algunos las odian. Unos cuantos más, las temen. Y la mayoría se pelea con ellas. Batallan con sus ecuaciones, sus exámenes impredecibles y sus decimales, y le echan pulsos a sus números, raíces cuadradas y símbolos de infinito. Pero no es necesario que los dientes chirríen para aprender matemáticas. Lo explicaba bien ayer el doctor en Matemáticas Rafael Pérez, que se desplazó desde la Universidad de Granada a Vigo para inaugurar unas jornadas que tratan de convertir la materia más temida en objeto de deseo y fuente de belleza: «Las matemáticas en sí mismas son una forma de pensar bellísima. Ya dijo Silvester, un matemático famoso, que las matemáticas son la música de la razón. Nos permiten acceder a una comprensión mucho mayor de la belleza del mundo», razonaba Rafael Pérez.
Ilustraba así que conceptos como la armonía, la estructura, la simplicidad, la capacidad de comunicación y el orden que acompañan a las grandes obras de arte son pura matemática: «El problema es que no es fácil hacerlo ver. El reto que tienen los profesionales de la enseñanza es aplicar nuevas formas de enseñar, que permiten construir el conocimiento, de modo que se enseñen las matemáticas en un contexto real, para que la gente sea capaz de aplicarlas a la vida corriente. Hay que llevar las abstracciones de las matemáticas al terreno de lo concreto».
Para eso están precisamente diseñadas las jornadas que ayer comenzaron en el centro social Caixanova, en las que se plantea que las matemáticas pueden ser divertidas. Y de hecho lo son, como comprobaron en primera persona los niños que ayer empezaron a pasar por una sala en la que los conceptos se convierten en juegos, formas y colores. «No sé si lo entienden todo o no, pero al menos estamos viendo que los niños salen contentos», comentaba ayer Icía Páramo, una de las universitarias que estos días ayudan a los niños a comprender con ocho actividades lúdicas distintas que las matemáticas son más que números con los que pelearse.
Y no es ese un logro menor, porque si hay algo que acentúa las dificultades que acompañan a las matemáticas es precisamente el miedo. Pero el temor se evapora cuando las ecuaciones se transforman en puzles, las fórmulas se visten de partidas de estrategia y los fundamentos precisos para calcular un área o un volumen se convierten en juegos con colores y formas. «Los chicos pasan en una hora y 25 minutos por las ocho actividades. En cada una hay un monitor que les ayuda a comprender lo que se está explicando», añadía Icía Páramo, que durante esta semana verá pasar por delante de las calculadoras a 2.600 alumnos de 35 colegios distintos. ¿Entrarán? Las matemáticas dicen que sí.
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