ABUELA
ROSARIO Hevia 18/01/2005
El doctor Antonio Guijarro Morales, cardiólogo y profesor en la Universidad de Granada, ha descrito el síndrome de la abuela esclava a la que define como una mujer adulta con responsabilidades directas de ama de casa, voluntariamente asumidas con agrado, que, por razones educacionales y psicológicas, tiene un extraordinario sentido del orden, la responsabilidad, la dignidad y el pudor. Con agrado asumen la crianza y cuidado de los nietos, pero las responsabilidades se multiplican: yernos y nueras, hijos e hijas que vuelven a la casa materna tras una separación o divorcio o porque se encuentran atrapados en una situación de desempleo o de empleo precario que les mantiene en la dependencia familiar aun cuando ya hace años que pasaron la juventud. Además siempre hay algún familiar enfermo al que cuidar, visitar, en fin estar pendiente. Son ellas las que sostienen nuestro estado del medioestar estando en todos los sitios y asumiendo todas las tareas.
El viernes pasado este periódico bajo el título de Simulacro de secuestro acogía la noticia de un par de graciosos , abuelo y padre de una criatura de tres meses, que quisieron dar a una abuela una lección magistral acerca de cómo debe de atenderse un bebé de tan corta edad. Relata el cronista que la abuela tiene la costumbre de dejar unos minutos al niño en su carrito en el portal mientras ella sube las bolsas de la compra a casa y que para que aprendiera los susodichos se llevaron a la criatura para darle un escarmiento. El relato dice que tras el despliegue policial recabado por la abuela, la señora necesitó ser atendida de una crisis nerviosa. Los dos expertos en seguridad infantil no tienen la costumbre de dejar al niño en el portal porque seguramente rara vez se han visto en la tesitura de subir desde el portal al mismo tiempo bolsas de la compra ( sería la cena para los dos sujetos?), niño y carrito salvando además, las barreras que los arquitectos no prevén porque tampoco ellos llegan al portal con carrito, niño y bolsas de la compra. El cronista tampoco debe de haber disfrutado de esa grata experiencia porque si bien no tiene duda de que la conducta de los varoncitos de la gracia no es delictiva le queda alguna sobre si tiene la abuela responsabilidad jurídica por su descuido.
Un gran abrazo, abuela.
* Magistrada