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Los estudios de traducción y el traductor profesional

OPINIÓN
TRIBUNA
Los estudios de traducción y el traductor profesional
MIGUEL IBÁÑEZ RODRÍGUEZ/DECANO DE LA FACULTAD DE TRADUCCIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE VALLADOLID EN SORIA
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LA traducción es una práctica antiquísima, sobre todo la oral. Los orígenes de la traducción oral, lo que hoy se conoce como interpretación, se remontan al momento mismo en que surge el lenguaje humano. En una primera etapa, la oral, la traducción estuvo presente durante miles y miles de años allí donde hubo necesidad de relación intercomunitaria. Debido fundamentalmente a la gran diversidad de lenguas que había en lugares que hoy son monolingües, la traducción oral debió ser una práctica imprescindible. Países como Kenia cuenta en la actualidad con nada menos que 75 lenguas y Nigeria con casi 200. El África negra sigue siendo ejemplo de lo que la humanidad debió ser durante milenios en cuanto a contacto entre lenguas, bilingüismo y traducción oral. Tal debía ser el panorama de la Península cuando llegaron los fenicios. Para la cultura occidental, la historia de la traducción ya escrita comienza en el Próximo Oriente, en concreto en las literaturas del Oriente Antiguo (egipcia antigua, sumeria, acadia, hetita, ugarítica e israelí antigua).

Dentro de su devenir histórico, hay dos momentos muy significativos: cuando se comienza con Cicerón a teorizar sobre la traducción y, cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, surgen las teorías modernas. No nos queremos entretener en relatar la interesante historia de la traducción y sus distintas teorías, sino en el hecho de que, en tiempos recientes, se haya comenzado a enseñar en el marco de estudios universitarios, lo que ha supuesto un hito muy importante. El traductor deja de formarse de manera autodidacta pasando a disponer de estudios universitarios.

La ETI de Ginebra, creada en 1941, es la primera institución dedicada a la enseñanza de la traducción, le sigue en París el EHEC en 1949 y más tarde, en 1957, la ESIT. En España, el centro universitario pionero en la enseñanza de la traducción fue el Instituto Universitario de Lenguas Modernas y Traductores de la Universidad Complutense de Madrid, creado en 1974 por Emilio Lorenzo y Valentín García Yebra. Poco después, surgen las Escuelas de Traducción e Interpretación en la Autónoma de Barcelona y en la Universidad de Granada, seguida de la de Las Palmas de Gran Canaria y la de Málaga.

Tras la aprobación, en 1991, del título de Licenciado en Traducción e Interpretación (RD 1385/1991 de 30 de agosto -BOE 30/09/91-), las Escuelas se transformaron en Facultades y la carrera comienza a implantarse en buen número de universidades, actualmente son una veintena entre públicas y privadas: Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Universidad de Valladolid -en Soria-, Universidad del País Vasco, Universidad de Salamanca, Complutense de Madrid -CES Felipe II-, Universidad de Granada, etc. La creación del área de conocimiento de Traducción e Interpretación ha supuesto, por otro lado, un importante empuje en el desarrollo teórico de la especialidad y en el avance en campos como la didáctica de la traducción, la terminología, el desarrollo de herramientas TAO (Traducción Asistida por Ordenador), traducción automática, etc.

Se ha avanzado pues mucho en el estudio reglado de la traducción así como en su investigación. Sin embargo, la sociedad, en general, sigue teniendo un gran desconocimiento de lo que es la traducción y el traductor profesional. Existe una idea, aún bastante extendida, de que el conocimiento de lenguas capacita por sí solo para la traducción. Dichos conocimientos son para el traductor, como los cimientos para una casa: sin cimientos no hay casa, pero sólo con los cimientos tampoco. La condición de bilingüe, por ejemplo, no es garantía suficiente para ser un buen traductor.

Esto suele aparecer unido a la idea falsa de que la traducción es un mero trasvase de códigos lingüísticos o una mera operación entre lenguas. La traducción va más allá, muchas veces los problemas son culturales, y debe contemplarse como un particular y complejo acto de comunicación. No está sólo sujeta al significado sino también, y sobre todo, al sentido, al sentido del texto-en-situación.

Otra cuestión que se debe tener muy en cuenta es que siempre se debe traducir hacia la lengua materna. Sólo así, se podrá conseguir una buena calidad. Por otro lado, la tradicional vinculación de la traducción con los textos literarios, lleva a identificar a muchos a la traducción con la traducción literaria, cuando hoy ésta sólo supone el 10% de lo que se traduce en el mercado. Hoy día lo que más se hace es traducción especializada (científica y técnica). Si se trata de un texto especializado, se exige una doble competencia (la traductora y el conocimiento del tema) o, en su defecto, es obligado el trabajo en equipo. Es frecuente encontrar muy malas traducciones hechas por especialistas del sector metidos a traductores y por traductores que desconocen el tema.

El desconocimiento de cuestiones tan elementales como éstas hace que desgraciadamente siga habiendo muy malas traducciones. Como señalaba Mariano José de Larra (De las traducciones, El español del 11 de marzo de 1836), « para traducir mal, no se necesita más que atrevimiento y diccionario: por lo regular el que tiene que servirse del segundo, no anda escaso del primero». Y no debe olvidarse que la responsabilidad de un traductor es muy grande cuando interviene como intérprete jurado en un juicio, en conflictos bélicos, en las relaciones diplomáticas, etc. La campaña publicitaria de una empresa sin buenos traductores y redactores puede verse condenada al fracaso.

La intensificación de las relaciones internacionales, políticas y comerciales, unida a la creación de numerosos organismos supranacionales, así como la proliferación de eventos internacionales, la oficialidad del multilingüismo en España y en la UE, entre otras razones, está incrementando notablemente el volumen de traducciones. Tras la última ampliación de la UE y con la incorporación de traductores hacia las lenguas de los nuevos países (polaco, húngaro, esloveno, checo ) la cifra de funcionarios traductores de la UE se está acercando a los 5.000. Hay campos en los que hay una importante demanda de traducciones como el jurídico, el económico, el audiovisual, la informática -la localización o traducción de productos informáticos-, el médico, etc.

No sorprende que dentro del que será el nuevo catálogo de titulaciones aparezca, como estudios propios, el Grado de Traducción e Interpretación pues, además de responder a unas necesidades de mercado evidentes y a una profesión muy concreta y antiquísima, dota al alumno de unos conocimientos imprescindibles hoy día, el de los idiomas, y le fuerza a tener una formación cultural elevada y buenos conocimientos enciclopédicos y técnicos y a una permanente actualización.

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