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Las momias reescriben la Historia

Las momias reescriben la Historia
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Saúl García ARRECIFE La Historia nos dice una cosa pero escribe lo que quiere y lo que interesa en cada momento. El cadáver dice lo que dice… Y lo que dicen los cadáveres a veces está en contradicción con lo que dice la Historia. La frase de arriba es de Miguel Botella, director del Departamento de Antropología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y participante en el Sexto Congreso mundial de momias de Teguise. Botella ha estudiado en su vida miles de restos humanos, huesos y momias. Unos tan conocidos como los huesos de Cristóbal Colón, de quien dice que era genovés y un genio de la navegación (aunque eso no se ve en los huesos), y otros anónimos. Unos con una antigüedad de 3.500 años y otros recientes. Entre los ilustres está uno de sus últimos estudios, el del príncipe Sancho de Castilla, uno de los dos hijos de Pedro el Cruel, que fue quien dio paso a la casa de los Trastámara (la dinastía de Isabel la Católica). A Pedro el Cruel lo mató su hermano y encerró a sus dos hijos en Toro (Zamora). Uno tardó 57 años en morirse, encerrado. El otro, Sancho, sólo siete. Por el análisis de sus restos, momificados y trasladados a un convento de Toledo por su tía, se sabe que murió de neumonía y que se le dejó morir abandonado. Se sabe esto por la posición y la rigidez de una de sus manos. Se creía que había muerto envenenado. El caso contrario, salvando las distancias históricas, es el de Napoleón Bonaparte, de quien se creía que había muerto por un cáncer de estómago (de ahí que llevara siempre la mano en el vientre, tal como se le suele representar). Unos estudios de mechones de pelo de la momia de Napoléon, en Francia, revelaron que tenía una cantidad anormalmente grande de arsénico. Y que lo más probable es, por tanto, que fuera envenenado, y poco a poco. El Hospital Clínico de Barcelona, según señala Botella, está estudiando actualmente unos huesos de Carlos V. Se sabía que padecía de hidropesía, que es un síntoma común a varias enfermedades, pero ahora se sabe que murió de gota. El Rey tenía, o tiene aún, cristales en la articulación. Dice el profesor Botella que hay miles de casos, desde la Prehistoria hasta la actualidad, que revelan las causas de una muerte distinta. Un cadáver es un libro abierto, señala. No en vano, añade, lo más parecido a un cuerpo humano vivo es una momia.ay miles de casos, desde la Prehistoria hasta la actualidad, que revelan las causas de una muerte distinta. Un cadáver es un libro abierto, señala. No en vano, añade, lo más parecido a un cuerpo humano vivo es una momia.
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