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¿Tiempo de purificación?

¿Tiempo de purificación?

Al juez Baltasar Garzón se le va viendo la sombra tras tanto deslumbramiento. Parece que sus deseos de justicia tienen mucho que ver con García Lorca y con poder tener en su archivo una foto con los restos del poeta granadino. Quiere pasar así a la historia. O eso parece.
Digamos que podemos rememorar el hecho, según lo han contado los que lo han estudiado de cerca. Apesadumbrado por el asesinato vil de José Calvo Sotelo en la trágica madrugada del trece de julio del treinta y seis, a manos de Luis Cuenca, miembro de las JJ. SS., con dos tiros en la nuca, tras las serias amenazas recibidas por el parlamentario derechista de Dolores Ibárruri y de Angel Galarza en las sesiones parlamentarias, Federico García Lorca, toma el tren hacia Granada y se ve con su familia en Huerta de San Vicente el día 14 de julio. Se palpa la inquietud general y días después llega el esperado y anunciado golpe militar tras los desórdenes del país. El día 20 se sublevan los oficiales de la guarnición de Granada y toman la ciudad sin bajas y sin dificultad. Se sabe que comienza enseguida una cruel represión con muchas víctimas. Eso fue lo terrible.
Federico buscará refugio en el domicilio de su amigo Luis Rosales, que tiene dos hermanos que son conocidos y destacados falangistas. Intentará pasar desapercibido, pero de nada le sirve: los conciudadanos de la zona, enfervorecidos por los acontecimientos, se enterarán enseguida de su paradero. Será detenido por un ex diputado de la CEDA, llamado Ramón Ruiz y después será conducido al Gobierno Civil.
¿Hubo una denuncia formal? Puede deducirse que fue el mismo Ruiz Alonso quien la formalizaría con el beneplácito y respaldo de más miembros de la CEDA granadina. Tres cosas denunciaba el documento fundamentalmente: la amistad de Federico con Fernando de los Ríos Urruti, diputado socialista por Granada y embajador de la República en Francia al estallar el conflicto, por su apoyo al Frente Popular y por el hecho de ser considerado homosexual.
Algunos historiadores dicen que el gobernador civil José Valdés consultó por teléfono el caso con Queipo de Llano y que este debió de dar su visto bueno a la desaparición del poeta.
La madrugada del día 18 o del día 19 tuvo lugar el crimen en el término municipal de Alfácar, junto a un olivo y no muy lejos de la Fuente Grande. Junto a Federico murieron un maestro del pueblo de Pulianas, Dióscoro Galindo y dos banderilleros, Galadí y Cabezas. Un tal Juan Luis Trescastro presumió en Granada días después de haber protagonizado el violento acto. A través de éste, se deduce que no fueron precisamente sólo causas políticas y sociales las que llevaron a la muerte de Federico. Hubo causas económicas y familiares, además de las políticas. Rivalidades entre los Valderrubio y los Roldán alfombran los sucesos, según se ha conocido en investigaciones de la Universidad de Granada. Socios los cabeza de familia al principio, con tierras que se dividen, rencillas en cuanto a lindes, servidumbres de paso y de agua, etc? los Roldán pueden considerarse en mucha parte instigadores.
Lo más acongojante hoy es saber que Juan Luis Trescastro de Medina está enterrado en un panteón de unos parientes de García Lorca y que, sin embargo, Federico lo esté en una fosa común. Trescastro era pariente del padre de Federico García Lorca, era licenciado en Derecho y como los Roldán era de Acción Popular, mientras que el padre de los Lorca era republicano. Muy bien podría Trescastro haber sido mano ejecutora de los otros.
¿Acaso quiere en estos tiempos Baltasar Garzón tener en el mismo panteón a Federico y a Juan Luis como lección para la historia? ¿Serviría de purificación definitiva para todos y comenzarían, el juez y todos los demás, a manos de Luis Cuenca, miembro de las JJ. SS., a dejar tranquilos a los fallecidos?
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