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Mal sistema

– Mal sistema

JUAN JESÚS RODERO Ya durante la pasada campaña y sin duda presintiendo lo que se le venía encima, el líder y candidato de IU, Gaspar Llamazares, que como se sabe ha renunciado al cargo tras la debacle de la coalición, llamó la atención reiteradamente sobre la necesidad de una amplia reforma electoral que abarcase desde las listas abiertas al injusto sistema actual del reparto de escaños. Naturalmente, ninguno de los dos grandes, ni PSOE ni PP, secundaron para nada a los de IU, ni se refirieron apenas dentro de su vasto capítulo de promesas electorales a la posibilidad de reformar la ley. No les interesa en absoluto, pues son ellos grandes beneficiados de la fórmula D´Hont.

Realmente, el sistema ha sido polémico siempre, desde que se adoptó, ya que su implantación desvirtúa la representatividad del voto de forma palmaria y origina una desigualdad en el reparto de escaños que no se corresponde comparativamente con las papeletas a favor obtenidas en las urnas. No es normal, ni lógico, ni justo que unos votos valgan a la hora de la verdad diez veces más que otros y otorguen encima una mayor presencia parlamentaria. En estas elecciones se dan cosas tan curiosas y escandalosas como que mientras PSOE y PP logran un diputado por cada sesenta mil votos, IU sólo haya conseguido dos escaños con casi un millón de votos, y que la llegada de Rosa Díez al Congreso haya costado a su partido más de trescientos mil.

Y no solo eso, sino que como consecuencia directa del sistema aplicado, los porcentajes en votos obtenidos por los partidos no se traducen en proporciones similares en cuanto a su representatividad en el Congreso. Así, el PSOE con un 43 por ciento de los votos obtiene un 48 por ciento de los escaños, y el PP con un 40 por ciento de los votos logra el 43 por ciento de presencia en la Cámara. Por el contrario, IU, con un 3,80 por ciento de los votos de los electores tiene una representatividad mínima, un 0,57 con sus dos diputados. No hace falta poner más ejemplos, porque es bien evidente la situación de injusticia que se produce para los partidos nacionales menores. Y solo estos, porque los nacionalistas, al tratarse de circunscripciones menores, consiguen los escaños más baratos, pues al PNV, por ejemplo, cada representante en el Congreso le ha salido por cincuenta mil votos.

Lo que ocurre es que, al parecer, y según dicen los beneficiados, no hay un sistema mejor, sobre todo para ellos, claro. A la Universidad de Granada se le ha ocurrido un método que garantizaría, aseguran, un reparto más proporcional. Pero con el que, a la postre, ganarían los de siempre, pues con el afán de asegurar la gobernabilidad se aumentarían los escaños a 420, en vez de los 350 actuales, y el resultado sería, en el hipotético caso de estas pasadas elecciones, que los socialistas tendrían ahora 202 escaños, 17l los populares, y 15 los de IU. Un viaje para el que no se necesitan alforjas. Mejor será dejarse de simulaciones y tratar de cambiar la realidad.
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