La ULL patenta un líquido de lentillas que protege de una grave enfermedad
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Hallan un protozoo potencialmente peligroso en la mitad de los estuches
VERÓNICA MARTÍN / SANTA CRUZ DE TENERIFE
El Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales de la Universidad de La Laguna (ULL) está en estos momentos patentando un nuevo sistema para añadir al líquido de las lentillas, el cual evitará la aparición de la queratitis, una grave enfermedad ocular provocada por un protozoo que, según investigaciones del propio centro, se encuentra en la mitad de los estuches.
El agua, los alimentos, la arena de la playa, la tierra e infinidad de productos tienen, entre otras cosas, unos protozoos del género Acanthamoeba que, en principio, no generan ningún problema para los seres humanos aunque las pocas veces que lo hacen son muy peligrosas.
El director del Instituto de Enfermedades Tropicales de la ULL, Basilio Valladares, explica que a veces, en el peor de los casos, estas amebas provocan un tipo de meningitis para la que no hay solución y que acaba con la vida. Esta ameba se reproduce, también, en el líquido de las lentillas y puede provocar lo que se denomina queratitis acanthamoeba que puede hasta dejar ciego a quien la padece.
El Instituto de Enfermedades Tropicales se ha centrado en buscar una solución para la enfermedad de la vista y, la ha encontrado. Su máximo responsable explica que esta patología lo que les precipitó a buscar la solución fue la alerta, hace unos tres meses, desde el Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria de que habían detectado tres casos de estos en sólo dos meses. Una chica de 29 años que perdió un ojo debido a este problema, añade Basilio Valladares.
Esta ameba afecta a la córnea del paciente y produce una opacidad que impide la visión. La solución quirúrgica suele ser un trasplante de córnea aunque es posible que se pueda volver a reproducir al quedar alguna ameba en el ojo. Si la patología se coge a tiempo, hay tratamientos que funcionan bastante bien, explica Valladares quien insiste en que estos tres casos son muy excepcionales, pero cuando ocurren, son muy graves. De hecho, el centro CDC de Atlanta, uno de los referentes mundiales, ha calificado a la Acanthamoeba como un protozoo emergente.
Ante este problema, el equipo dirigido por Valladares empezó a investigar sobre este asunto pues ya habían realizado estudios previos, en especial, en el diagnóstico molecular para identificar rápidamente la patología provocada por la ameba.
El Instituto de Enfermedades Tropicales hizo un estudio entre usuarios de lentes de contacto y descubrió que la ameba se encuentra en la mitad de los estuches de lentillas analizados. Entonces, buscaron el mecanismo molecular por el que la ameba se torna patológica y descubrieron que había una proteasa, denominada Serin que el protozoo emite para entrar tanto en la córnea como en el cerebro.
Una vez descubierta la proteasa implicada, utilizaron el sistema RNA interferencia [un método que descubrieron en 2003 Andrew Z. Fire y Craig C. Mello y que les valió el Premio Nobel de Medicina en 2006] que consiste en silenciar el gen que genera la patología, de manera que se desarma a la ameba, por lo que se le resta su capacidad de generar la patología. Descubrimos que si al líquido de lentillas se le aplica este sistema, se podría evitar la enfermedad, comenta Valladares.
Mientras en Tenerife realizaban estos estudios, se ponen casualmente en contacto con el catedrático de Parasitología de la Universidad de Granada, Antonio Osuna, que al conocer el estudio les aporta que su departamento ha descubierto una molécula derivada del aceite de oliva que es también capaz de inhibir proteasa. Entonces, deciden unir esfuerzos y averiguar si esta molécula servía para la proteasa que convertía a la Acanthamoeba en patológica.
El resultado de esta nueva aplicación fue positivo a lo que se añade la ventaja de que generar en laboratorio el producto del aceite de oliva es mucho más barato que aplicar el sistema genético de inhibición.
Ante estos descubrimientos ambas universidades inician una fase de colaboración y sus Oficinas de Transferencia de Resultados Científicos (OTRI) y están gestionando la patente de este sistema para venderlo, con posterioridad, a la industria. Hay que decir que los líquidos que se encuentran en la actualidad en el mercado, contienen productos para acabar con los protozoos pero el problema es que este tipo de ameba tiene la capacidad de enquistarse con una sustancia que ellas mismas fabrican y eso impide que los productos actuales sean efectivos.
La investigación de ambas universidades también afecta a esa capacidad de enquistamiento de la ameba. Hemos detectado el gen que hace que la ameba se enquiste, que es el glucógeno fosforilasa, que es una enzima que hace que la ameba se recubra de una sustancia dura, que la hace más fuerte, comenta Basilio Valladares quien añade que si se le aplica el mismo sistema de inhibición, el RNA interferencia, se consigue silenciar también la capacidad de enquistarse de esta ameba.
Por tanto, el mecanismo completo impide, por una parte, que la ameba se enquiste y, por otra, que no pueda iniciar la enfermedad ocular. Una vez que todo el proceso legal de patente culmine, los líquidos de lentillas ya no serán una ruleta rusa ocular.
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