– Una mujer halla a su hijo muerto y con varias bolsas en la cabeza.
La Policía Nacional investiga desde hace una semana el asesinato de un joven de 34 años cuyo cadáver apareció el viernes con signos brutales de violencia
En la provincia se recuerdan pocos asesinatos que destaquen por un ensañamiento similar al descubierto por la Policía Nacional en el cadáver de este joven de 34 años, cuya muerte está rodeada de misterios. El cuerpo lo encontró la madre, tumbado en la cama de su piso y con claros signos de violencia. La víctima tenía las manos atadas a la espalda. Varias bolsas le cubrían la cabeza. El juzgado que dirige la investigación ha declarado el secreto del sumario mientras el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional trata de avanzar en las pesquisas. El crimen ocurrió el pasado viernes y por el momento no hay detenciones.
D. L. S. vivía en el mismo piso de la calle Cedrán donde fue encontrado su cadáver. El joven llevaba una vida aparentemente tranquila y se relacionaba poco con sus amistades. Estudiaba tercero de Geología en la Universidad de Granada y casi nunca salía a la calle salvo para chatear y navegar por internet desde un ciber cercano a su domicilio. Nadie da crédito a lo ocurrido.
Su madre, con 68 años, solía acudir a diario hasta su apartamento para ver cómo estaba. El viernes se presentó pasadas las siete de la tarde. La cerradura de la quinta planta estaba sin echar pero no había nada extraño, ni señales de haber forzado la entrada ni otros indicios de violencia. La mujer pensó que su hijo estaba dentro. Al pasar al interior lo encontró tumbado en la cama de su dormitorio, boca arriba y con una pequeña almohada que le ocultaba la parte superior, según confirmaron diversas fuentes a este periódico.
Su madre creía que estaba dormido pero al ver que no reaccionaba se acercó para despertarlo. Fue entonces cuando descubrió la terrible escena. D. L. S. tenía las dos manos atadas a la espalda y varias bolsas de plástico en la cabeza, afianzadas al cuello con un cinturón.
Conmoción. La mujer intentó reanimarlo sin éxito, quitándole las bolsas y el cordón para ver si respiraba. Poco después llegaron la hermana del fallecido y otro pariente y avisaron a la policía, explicaron las fuentes. La familia quedó conmocionada después de comprobar lo ocurrido. En el domicilio de D. L. S. no había signos de pelea ni de robo. La Policía Científica realizó una exhaustiva inspección ocular, recogiendo huellas, objetos y sacando diversas fotografías. El cadáver fue trasladado por orden judicial al Instituto de Medicina Legal para que le realizaran la autopsia.
Una de las hipótesis con las que trabajan los investigadores es la de que el autor o autores del crimen podían conocer a la víctima, ya que la cerradura no estaba forzada y el cuerpo apareció en la cama. Al parecer, tampoco había indicios que hagan pensar en la idea de un asalto cometido por ladrones en el domicilio de la calle Cedrán. Las fuentes consultadas mantienen, no obstante, que todas las vías de investigación siguen abiertas.
Problemas con una secta. La policía sí ha constatado que D. L. S. pasó por un mal momento hace unos cinco años. El joven se introdujo en una secta muy vinculada a la heterodoxia hinduista de la que le costó mucho desvincularse al cabo del tiempo. Según han declarado sus familiares a los investigadores, D. L. S. cambió de hábitos, volviéndose más introvertido y solitario. La madre lo notaba inquieto, pero el joven la tranquilizó asegurándole que podía superarlo solo. Las fuentes consultadas sostienen que los responsables de la secta le presionaron mucho con llamadas y mensajes para que regresara, pero D. L. S. no volvió.
La víctima vivía ahora con cierta calma, centrado en sus estudios de Geología. La policía está recopilando toda la información posible sobre sus últimos días para tratar de averiguar quién ha podido ser capaz de cometer semejante crimen.
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