Los coleccionables pueden convertirse en un problema para las personas proclives a desarrollar un trastorno obsesivo compulsivo pese a que coleccionar objetos con moderación tiene beneficios psicológicos, según advierte una experta de la Universidad de Granada.
Sin embargo, la práctica exagerada de esta afición por parte del coleccionista es un síntoma de este grave problema psicológico, una de cuyas variantes es el conocido como síndrome de Diógenes, así como de la adicción a las compras, dos enfermedades mentales que afectan aproximadamente al 12% de la población, según la información facilitada ayer por la institución académica.
Los quioscos y los espacios publicitarios de los medios de comunicación se llenan estos días de promociones con muñecas de porcelana, piedras preciosas, dedales del mundo, relojes, abanicos o cursos de idioma que permiten desarrollar habilidades y actitudes positivas como la constancia, el orden, la paciencia y la memoria.
Sin embargo, la experta en adicciones Francisca González Torrecillas, profesora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, advierte de que se ha detectado un aumento muy importante de casos en el que el coleccionismo ha desembocado en un trastorno obsesivo compulsivo o en un adicción a las compras. En estas personas se desarrolla una desaforada necesidad de control, así como una excesiva preocupación por la meticulosidad y el orden. La experta, que ha hecho hincapié en la necesidad de articular más «estudios en profundidad» sobre este tema, explicó que el coleccionismo llega a convertirse en una obsesión «en aquellos sujetos que presentan una vulnerabilidad personal», esto es, tienen «falta de autoestima, escasas habilidades sociales y trastornos a la hora de enfrentarse a los contratiempos».