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Cartas al director. El dolor silente de los ancianos.

– Cartas al director. El dolor silente de los ancianos.

Tampoco la Junta de Andalucía atiende a nuestros ancianos. Cacarea, sí, pero permite que el dolor se cebe en nuestros padres. Se gastan mucho dinero en teles, radios y periódicos para decir que son los mejores cuando la realidad es bien distinta. Gritan a pulmón abierto en sus televisiones y periódicos afines que nos hacen la vida posible, que gestionan por nosotros, que gozamos de privilegios gracias a ellos.
Mentira. Es mentira. Abandonan y asisten mal a sus colegios, a sus hospitales, a sus montes, a sus playas, a sus embalses. A nuestros ancianos. Tanto dolor hay en los mayores que ya no gritan, no piden, no hablan: sólo mueren en silencio. Del lado oscuro más siniestro de la Junta de Andalucía sale el canto fúnebre de las exequias de nuestros padres que se van, que huyen, que nos dejan después de haber implorado una mínima ayuda, una asistencia en sus casas que las haga parecer limpias, una voz que al menos una vez a la semana le de los buenos días y les quite los escasos platos que ellos son capaces de manchar, que le arregle el único calentador estropeado desde noviembre, la manta no basta para quitarles el frío que les resquebraja el cuerpo por fuera y por dentro, la mano amiga que les cuente las gotas de medicina que han de poner en el vaso de agua, diez para él, quince para ella; cuántas veces se habrán equivocado, nadie lo sabe, total, a quién interesa.
Pues interesa y mucho a nosotros, sus hijos el que nuestros padres estén tratados con la decencia humana debida y con la profesionalidad requerida.

El amor ya lo pondremos nosotros, y la lucha por el hombre, porque el derecho inalienable del mayor debe ser sagrado para el pueblo y no una estrofa más del deshonroso cantar de los cantares de esta necia y soberbia Junta de Andalucía que tiene sembrada la región de desacierto cuando no de dolor. Lo aquí escrito es la conclusión que se puede obtener del informe hecho por los profesores de la Universidad de Granada, Juan López y Antonio Trinidad sobre la atención que la Junta de Andalucía da a nuestros mayores, a nuestros padres.
Eso sí, inventan argumentos para gritar en sus televisiones y radios y periódicos demasiado afines y con la parte de culpa con la que aceptan cargar, que mucho del pecado es de los malos hijos que no atienden a sus padres.

Desvergüenza, toda las que ustedes quieran, eficacia, ya la estamos viendo día a día. Y el dolor acumulándose sobre el dolor hasta hacerse sufrimiento.

Concluyendo esta carta de opinión veo en la primera de televisión como don Manuel Chaves ríe satisfecho junto a don José Luis Rodríguez en una reunión socialista en Madrid.

-¿Cómo sigue la cosa por allá abajo, Manolo? – Se interesa Zapatero.
– Sin problema ninguno, compañero presidente.
– Pues me dicen que en Málaga se escriben cartas en los periódicos contra tu labor.
– Inconformistas. Ya sabes, gente antisistema con ganas de incordiar.
– Ya, Ya. Pero tendrás que tener cuidado. Se habla de que los hospitales, los colegios, las playas? En fin que la cosa se te puede ir de las manos.
– ¿A mí? Pierde cuidado compañero presidente; en Andalucía está todo atado y bien atado. Allí hasta el dolor está bajo control.

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