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Un profesor con huella

Un profesor con huella

Hasta el FBI lo tiene en su agenda. José Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificación Genética de la UGR, es una referencia mundial

Cuando los alumnos miran con indisimulada pasión a un profesor, estamos seguramente ante un caso de docente de prestigio, dotado de reconocimiento mundial. Suele ocurrir con las grandes estrellas del universo literario metidas a la enseñanza, pero de vez en cuando también acontece con profesores de otras especialidades menos ´efecticistas´. Sirva esta introducción para presentar a José Antonio Lorente, considerado uno de los profesores más mediáticos de la Universidad de Granada (UGR). Lo es por méritos propios, dicho sea de paso, ya que pocos pueden presumir de estar en la agenda del FBI estadounidense y de otras muchas fuerzas de seguridad internacionales. Además, a él no les asustan las cámaras que aterran y quitan el sueño a otros docentes.

En la UGR lo que cuenta es el trabajo. Y de ello Lorente sabe mucho. Fue uno de los impulsores de uno de los departamentos que más noticias positivas ha generado a la UGR en los últimos años: el Laboratorio de Identificación Genética. En el trabajo de estos profesionales depositan sus esperanzas miles de personas que se agarran al ADN, siglas del impronunciable ácido desoxirribonucleico, como argumento irrefutable para encontrar a seres queridos desaparecidos, ya estén vivos o muertos. «Hay personas que incluso nos han dado las gracias por encontrar a su familiar muerto, porque para ellos la verdadera liberalización era encontrar el cuerpo», reconoce sobre una labor, la suya, que tiene mucho de científico pero también de sentimientos.

Se puede decir, haciendo honor al ADN que tanto prestigio le ha dado, que el profesor Lorente estudió medicina casi «por genética». El protagonista de este perfil nació en Serón, una localidad almeriense, porque su padre era el médico del pueblo . Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por las ´mudanzas´. Estudió cuatro años de interno en Murcia, y otro curso más (1971-1972) en los Maristas de Granada, en el que fue su primer contacto con la ciudad en la que posteriormente se asentó. De entonces recuerda cómo los curas le llevaban a ver los partidos del Granada en el antiguo Los Cármenes. Acabó el Bachillerato en un instituto de Olula del Río (Almería), porque quería estudiar Medicina en la UGR, como su padre, y de haber seguido en Murcia tendría que haberse matriculado en el campus de esta ciudad.

Lorente compartió piso en la calle Castañeda con su hermano Miguel, actual delegado del Gobierno para la Violencia de Género, en su época de alumno de Medicina en la UGR. Eran los años ochenta y el desarrollo de la investigación con ADN estaba todavía en pañales, pero tuvo la suerte de conocer al profesor Villanueva, que con apenas 40 años era uno de los catedráticos más jóvenes de la institución y al que reconoce como su principal mentor. Precisamente fue este profesor el que le puso en la pista del éxito al aconsejarle, tras titularse en Medicina en 1985, que fuese a Alemania para conocer las, por entonces, pioneras técnicas sobre identificación genética basadas en el ADN.

El asunto le apasionó hasta tal punto que siguió investigando en la prestigiosa Universidad de Berkeley, junto a San Francisco, en California. Allí vivió durante cuatro meses en casa de una entrañable viejecita a la que aún recuerda con cariño. Apenas tenía conocimientos de inglés y el simple hecho de coger un autobús para llegar hasta San Francisco era ya una aventura. Ahora, sus continuos viajes y su experiencia internacional hacen que se defienda en francés, inglés y alemán, un idioma, por cierto, que se decidió a aprender por consejo de su entonces novia y actual esposa.

El profesor Lorente fue ganando en conocimientos y prestigio al entrar en la academia del FBI en Quantico, en el estado de Virginia. Fue el primer alumno no policía que cruzó el umbral de este renombrado edificio, en el que se respiraba «mucha profesionalidad, pero no la imagen de competitividad exagerada que se quiere hacer creer desde fuera». Lo cierto es que sigue teniendo estrechos vínculos con este organismo.

Lorente es uno de los impulsores del Laboratorio de Identificación Genética de la UGR que ahora dirige, una de las ´joyas´ de la institución y que ha contado con el apoyo indudable de todos los rectores desde su estreno en la época de Lorenzo Morillas. Ni siquiera la presencia de Lorente en la candidatura fallida de Rafael Payá en las últimas elecciones al Rectorado han mermado su carisma dentro de la institución. El laboratorio empezó a alcanzar notoriedad a finales de los noventa con el proyecto ´Fénix´ de identificación de personas desaparecidas, que sigue desarrollando en colaboración con la Guardia Civil –Lorente posee la Orden del Mérito de este cuerpo y desde 2007 es Guardia Civil Honorario–

Muchos consideran que su intensa actividad profesional no cabe en una página –ahora está centrado en el proyecto DNA-Prokids de identificación de niños para luchar contra el tráfico de menores– y lo cierto es que es difícil encontrar un hueco en su agenda. Eso sí, siempre es capaz de sacar tiempo para practicar ´footing´, a las seis y media de la mañana, junto a otros profesores de Medicina por una Granada semivacía. Lo hace haga frío o calor. Seguramente muchos le envidiarán por su éxito –estamos en España– pero ni su más acérrimo enemigo podrá dudar de su preparación y de su voluntad de trabajo.
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