El profesor de la Universidad de Granada (UGR) Javier Jordán, experto en terrorismo yihadista, ha señalado que es muy probable que la muerte de Bin Laden provoque «una pausa operativa» en Al Qaeda central, por las dificultades de esta organización para encontrar un nuevo líder.
Según el análisis publicado por este profesor del Grupo de Estudios sobre Política y Seguridad Internacional de la UGR, el número dos de Al Qqeda, Ayman Al Zawahiri, no posee un carisma similar y tampoco goza de igual apoyo entre el resto de cuadros de la organización, en la que Bin Laden era admirado como «una especie de Robin Hood antiamericano».
Por ello, ha dicho Jordán, su neutralización hace prever «rivalidades» en el sistema de mando y control de la organización terrorista, que es «hermética» hasta el punto de que los expertos no conocen quién es su número tres y ni siquiera si existe tal puesto en el organigrama de Al Qaeda.
Éste, según este profesor de la Universidad granadina, podría tener que verse modificado, al igual que los sistemas de comunicación y seguridad de sus mandos.
Este experto ha apuntado, sin embargo, a un «impacto operativo escaso o incluso nulo en el funcionamiento de otras organizaciones yihadistas» de la operación de la CIA en un futuro próximo, teniendo en cuenta que en el largo plazo el movimiento yihadista «apunta hacia el declive» en el nuevo escenario abierto con las revueltas populares árabes.
A su juicio, la muerte de Bin Laden ha supuesto, además, un «golpe severo a la moral» de este movimiento, y supone «un paso más en ese proceso de decadencia».
Aunque los radicales no luchan por una persona, como ya lo están afirmando en foros de internet citados por Jordán, la figura del cerebro de los atentados de las Torres Gemelas «representaba, cada día que seguía en libertad, una muestra de la incapacidad norteamericana para atraparle».
El Grupo de Estudios sobre Política y Seguridad Internacional de la UGR ha adelantado también que Estados Unidos podría jugar la baza de la muerte de Bin Laden para difundir ante la opinión pública norteamericana una idea de «misión cumplida» que acelere el repliegue paulatino de las tropas estadounidenses de Afganistán.