Música del alma y libre de derechos
Ha sido un buen día. Frente al ordenador, una aplicación reconoce el estado de ánimo del usuario y comienza a hacer su trabajo a base de ceros y unos. En pocos instantes, una animada y alegre pieza musical comienza a fluir por toda la estancia. No es sólo que sea acorde a su estado de ánimo, es que ha sido generada por él. Así es como funciona ´Inmamusys´, un software creado por investigadores de la Universidad de Granada que, gracias a la Inteligencia Artificial, han creado un programa que reconoce las emociones del usuario y las traduce en música, según informó ayer el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).
Con este sistema seguramente el ´Himno de la Alegría´ de Beethoven lo hubiera compuesto el más optimista de los mortales, mientras que la Marcha Fúnebre de Chopin hubiera sido producto de los delirios del más depresivo. Es la virtud del innovador programa gestado en el departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la UGR. Los padres del invento, Miguel Molina Solana, Waldo Fajardo Contreras y Miguel Delgado Calvo-Flores, aseguran que esta aplicación es capaz de generar «la reproducción continua de música emotiva y original libre de copyright».
Componer sin partitura. Las bondades de ´Inmamusys´, acrónimo de Intelligent Multiagent Music System –sistema de música multiagente inteligente–, se basan en la idea de que cualquier usuario, tenga o no nociones de composición musical, o sepa siquiera dibujar la clave de Sol, pueda componer su propia música. El formato parece sacado de un libro de Orwell o Verne, pero es bien real y está sustentado en la cada vez más citada Inteligencia Artificial. En el desarrollo de la aplicación, los investigadores han tenido que echar mano de la imaginación para reproducir sentimientos y emociones.
«Se ha diseñado un sistema modular que incluye, entre otras cosas, una arquitectura de dos niveles», explica Miguel Molina, el principal promotor del software. Esto se traduce en un diseño verdaderamente complejo que permite a un ordenador imitar aspectos tan humanos como la creatividad. «Suele ser algo que el ser humano hace, pero no llega a entender bien cómo. En realidad, existen numerosos procesos involucrados en la creación musical y, por desgracia, muchos de ellos nos son aún desconocidos –aclara Molina–. Otros son tan complejos que resultan intratables, muy a pesar de las herramientas computacionales actuales».
La aplicación, que está todavía en fase de prototipo, ya ha sido presentada en la prestigiosa revista de divulgación científica ´Expert Systems with Applications´ y ha causado un gran interés dentro del círculo de investigadores del ramo.
Desde el equipo de desarrollo señalan que, de tener éxito, ´Inmamusys´ «tiene visos de cambiar muchas cosas en el futuro, como la repetitiva prominencia de los hilos musicales en zonas públicas». Según explica Miguel Molina, «el repertorio de los hilos musicales es muy limitado y con el nuevo invento se crea un ambiente agradable, pero nada repetitivo para quien debe estar en ese espacio durante todo el día». Puede parecer baladí, pero para quienes pasan sus horas laborales en hospitales, clínicas u oficinas con el eterno hilo de música ´precocinado´, la aplicación granadina puede suponer una pequeña revolución.
Y esto parece ser sólo el comienzo, ya que de terminar siendo algo verdaderamente tangible y accesible al público, la utilidad del software podría no tener límites en locales como pubs, bares, discotecas… O incluso dentro de casa.
Inteligencia Artificial. ´Inmamusys´ tiene, cual robot soñado por Asimov, el conocimiento necesario para la composición emotiva mediante la utilización de IA, lo que generará música de forma automática, garantizando su grado de emotividad y de originalidad, ya que desde el equipo de desarrollo aseguran que cada pieza compuesta con el nuevo programa será totalmente diferente a la anterior y, lo más llamativo, podrá ser prácticamente infinita.
¿Una mala tarde? Ya se puede componer la perfecta canción melancólica, elaborada a medida, para escuchar sin pausas en las tardes de lluvia mientras se mira por esa típica ventana. O todo lo contrario.
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