Más de 15.000 universitarios sufren el hacinamiento en sus centros
La Universidad de Granada (UGR) está plagada de contrastes. Mientras en algunas clases de Filología Hebrea o Eslava, por citar dos ejemplos, sobran pupitres vacíos, en la escuela de Arquitectura se puede colgar cualquier día lectivo el cartel de aforo completo. En este último centro hay ´codazos´ por hacerse con un hueco libre, y los peor parados son los más rezagados a la hora de acudir a clase. No es una situación aislada. Más de 15.000 alumnos padecen a diario la falta de infraestructuras de algunas facultades en lo que es uno de los principales problemas del campus granadino. Económicas, Ciencias de la Educación, Informática y Arquitectura son los recintos ´ahogados´ por su estrecheces.
Nadie duda de la voluntad de la Universidad de Granada para resolver este asunto, pero en el intento la institución choca cada dos por tres con el mismo obstáculo: para construir nuevos módulos o reformar los edificios existentes se necesita cumplimentar una serie de pantanosos trámites urbanísticos, y es bien sabido que las cuestiones relacionadas con el ladrillo y los permisos administrativos suelen ir despacio.
«Es un castigo para todos: estudiantes, profesores y Personal de Administración y Servicios (PAS), aunque por lo menos parece que nosotros ya vemos la luz al final del túnel», comenta en este sentido María del Mar Holgado, decana de Económicas y Empresariales, el centro más poblado de la UGR con 7.500 alumnos. No le falta razón, puesto que Económicas espera contar antes de 2011 con un nuevo módulo que sumará 40 clases a las existentes. «Ahora sólo nos queda tener paciencia y subsanar como buenamente podamos los contratiempos que van surgiendo», añade. Durante estos días, los estudiantes de Económicas deben aguardar cada mañana esperas de varias horas para formalizar la matrícula, un trámite que se agilizaría si la secretaría fuese mayor.
Mala imagen. La Universidad sabe que estas circunstancias no son precisamente un buen escaparate para la institución, por lo que no ha reparado en esfuerzos económicos para llevar a cabo ampliaciones y mudanzas. Lo malo es que la mayor parte de estos proyectos se encuentra todavía en pleno proceso de tramitación o incluso paralizados. Es el caso de la escuela de Arquitectura, ubicada en la antigua carretera de Málaga. Allí los alumnos seguirán padeciendo las limitaciones del recinto hasta que puedan acabar las obras del antiguo hospital militar del Realejo, su próxima ubicación. Éste contará con dos grandes ventajas respecto al actual: las instalaciones serán más amplias y se localizará en una zona mucho más céntrica. El inconveniente es que el traslado no se producirá antes de 2012 por los problemas de la empresa adjudicataria de las obras, que ha renunciado al proyecto.
En la facultad de Ciencias de la Educación, otra de las más pobladas, se respira mayor optimismo. Las colas de estudiantes registradas durante estos días de comienzo de curso para formalizar la matrícula en secretaría, similares a las de Económicas, reflejan que aún queda mucho por hacer en la antigua Magisterio, pero los proyectos de ampliación parece que van por buen camino y que por fin se podrán concretar tras más de cinco años de ´plegarias´ sin resultados visibles. «Esperamos disponer el próximo año de un módulo con 40 nuevos despachos», comentó José Antonio Naranjo, decano del centro. Buena parte de los despachos presentan dimensiones mínimas y son compartidos por hasta cuatro docentes.
Naranjo incide en las dificultades encontradas por la UGR para lograr la ampliación de esta facultad. «Apenas hay espacio libre alrededor, por lo que la fórmula utilizada ha sido el reciclaje de las instalaciones existentes. Así, parte de los aparcamientos se convertirán en clases y la antigua biblioteca se transformará en despachos y en una sala de juntas».
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