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Marcha verde en Bellas Artes

Estudiantes de la UGR construyen la sede de su propia asociación con materiales reciclados. Proyectan un jardín de cientos de metros en el patio de la facultad.

‘Do it together´ (DIT). En castellano, “hacedlo juntos”. Sólo es una frase estampada en un cartel, que a su vez luce en la parte trasera de un exótico y raro habitáculo emplazado en el recinto de la facultad de Bellas Artes. ¿Que esperanza hay para tres vocablos ingleses colocados detrás de un pequeño edificio que queda en la trastienda de un centro que se halla en la cara oculta de la Universidad de Granada (UGR)? Poca. Sin embargo, este final da sentido a todo. Con idealismo, ingenuidad y mucho optimismo hasta podría cambiar el mundo. Este lema es el engranaje que mueve el mecanismo de Aulabierta, un proyecto social, formativo, cultural y arquitectónico que, nacido en el seno de la institución académica granadina, ha traspasado las fronteras de la propia ciudad.

Lo que comenzó como la pequeña creación de un reducido grupo de estudiantes para completar su formación y buscar un espacio de encuentro multidisciplinar entre alumnos del campus de Aynadamar, se ha convertido en un foro experimental de generación de ideas, intervenciones sobre el entorno inmediato y conocimiento en el que participan profesores, artistas, abogados y profesionales de distintos ámbitos que aportan su experiencia y que participan de las actividades, talleres e iniciativas de autotrabajo planteadas. La clave está en el hacedlo juntos, al que habría que añadir la coletilla ‘…y con tus propias manos´. No son palabras sin más. Es una filosofía que, llevada a la práctica, funciona, da resultado.

Además, engancha, deja poso y atrae a los que participan en ella. El ‘do it together´ les ha permitido a los miembros de Aulabierta construirse su propia sede. Como dice el joven Pablo Pérez, integrante del colectivo desde el año de su fundación (2004), “con ilusión y ganas nos hemos impuesto a todas las limitaciones técnicas y de recursos que hemos ido encontrando en el camino”. Probablemente esa fuerza sedujo finalmente al arquitecto sevillano Santiago Cirugeda, que fue el encargado de dirigir las labores. Diseñó y rediseñó las instalaciones en función de los medios y de las circunstancias que iban entrando en juego en cada momento. El desarrollo de esta marciana casa ha sido un trabajo colectivo. Para afrontar con éxito la empresa, los estudiantes han tenido que realizar cursos de formación específicos. Sin embargo, no han puesto ni un ladrillo. Solamente han empleado materiales reciclados. Los sacaron del desmontaje de una antigua nave que iba a desaparecer con el nuevo edificio de la Diputación. La institución provincial también colaboró con ellos y les cedió todos los elementos estructurales. Pablo cuenta que la recompensa la han recibido durante el recorrido, independientemente del resultado final: “Aunque nunca consiguiéramos utilizarlo, lo que hemos conseguido ya es un éxito”.

“El pleneamiento y la construcción han venido del aprendizaje obtenido en distintos talleres. Hubo que realizar cambios sobre la marcha. Por eso, el apoyo de Santiago fue fundamental”, añade el futuro titulado. En verde. La extraña sala luce ahora tipo en el recinto exterior de la facultad, que será el escenario de otra intervención. La nueva acción que han planteado y que esperan poder materializar finalmente como un proyecto de innovación docente de la UGR es Aulagarden. La asociación, con la ayuda del ambientólogo Alberto Matarán, extenderá una pequeña revolución verde a través de la superficie que conforma el patio del centro, un jardín urbano cuyo planteamiento y ejecución recuerda, salvando las distancias que los miembros de Aulabierta insisten en remarcar, a la romántica actividad que llevan a cabo los activistas de un colectivo internacional que restaura espacios urbanos con plantas y árboles, un movimiento que se ha bautizado como ‘Guerrilla Gardening´ y que no para de crecer en Europa y Estados Unidos. “Hemos bebido de estas fuentes.

Su labor, así como la información cosechada a través de las webs nos ha servido de inspiración, pero nuestra iniciativa se aleja de las acciones emprendidas por ellos, pues no actuamos en plan guerrilla o de noche, como suele ocurrir en estos casos. Tenemos el respaldo de la institución de la que formamos parte, que ha autorizado la obra, en la que intervienen docentes y profesionales de distintas áreas –Arquitectura, Bellas Artes, Ciencias Ambientales, etc. –”, aclara Pérez, quien, al igual que su compañera y tesorera de Aulaabierta Reyes Revilla, no se atreve a aventurar nada sobre la exportación del verde a otros ámbitos de la ciudad. “De momento es algo que queremos probar aquí, con el tiempo ya veremos que ocurre”, precisa, por último, Revilla.
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