La tasa de ocupación laboral de los universitarios entre 2007 y 2011 ha aumentado un 16,1% en la provincia de Granada, muy por encima del aumento registrado en España (5,7%) y Andalucía (3,6%). En el resto de grupos con inferior nivel educativo, se ha destruido empleo en este periodo, según se desprende del estudio realizado por la Sociedad de Estudios Económicos de Andalucía (ESECA), impulsada por CajaGranada.
La Universidad de Granada (UGR) cuenta con más de 60.000 alumnos y alumnas de grado y postgrado, a los que se suman otros 20.000 que realizan cursos complementarios de formación, como los que imparte la Escuela de Postgrado, el Centro de Lenguas Modernas o la Universidad de verano. Con ello, se ha convertido en la primera Universidad andaluza por número de alumnos matriculados, además de ser la que más estudiantes Erasmus recibe y envía a Europa.
Desde el inicio de la crisis económica en la última mitad del año 2007, se ha puesto de manifiesto, con mayor intensidad, la importancia de la formación como factor estratégico para mantener o encontrar un empleo. Cuando se analizan las cifras de población ocupada durante la última década, se observa que el máximo de ocupación se ha registrado en 2007, año en el que trabajaban en España casi 20,4 millones de personas, en Andalucía, 3,2 millones y en Granada, 346.600 personas.
Desde esa fecha hasta el segundo trimestre de 2011, se ha reducido el número de personas ocupadas en más de 2,1 millones en España, concentrándose en Andalucía casi el 20% del empleo destruido. En la provincia de Granada, la población ocupada ha caído en 46.200 personas en el mismo periodo, lo que supone algo más del 11% de los empleos perdidos en la Comunidad Autónoma.
Las estadísticas elaboradas por el INE en la Encuesta de Población Activa no dejan lugar a dudas en cuanto al papel que desempeña la formación cualificada de los trabajadores como garantía para el empleo. Los ocupados con estudios universitarios han sido el único grupo que ha conseguido crecer en número desde el inicio de la crisis, incrementándose en términos netos en 264.500 personas en el conjunto de España, en 22.600 en Andalucía y en casi 12.000 en la provincia de Granada entre 2007 y 2011. Este grupo es el segundo en volumen tras el de los ocupados con estudios secundarios o medios, hecho que viene siendo así desde el año 2005, pues con anterioridad, los ocupados con estudios primarios eran el segundo grupo más numeroso.
La destrucción de empleo se ha dejado notar más en los grupos de trabajadores con menor nivel educativo, es decir, aquéllos que solo han completado los estudios primarios o carecen de ellos. En términos porcentuales se constata que, a medida que crece el nivel de formación de los trabajadores, menor ha sido el impacto de la crisis.
En la provincia de Granada la ocupación ha caído un 54% entre 2007 y 2011 en el grupo de «Analfabetos y sin estudios», un 37,2% en el grupo con estudios primarios, un 19,8% en el de estudios secundarios y un 2,6% en el de técnicos profesionales. Por el contrario, los ocupados con estudios universitarios han crecido un 16,1% en el mismo periodo en la provincia granadina, por encima del aumento registrado en España (5,7%) y en Andalucía (3,6%), según informa CajaGranada en un comunicado.
Las tasas de paro entre la población analfabeta o sin estudios se aproxima al 58% en Granada en el segundo trimestre de 2011, mientras que en España es del 55,7% y en Andalucía del 46%. Por el contrario, entre la población activa con estudios universitarios, la tasa de paro se sitúa alrededor del 14% en la provincia granadina y Andalucía, mientras que en España desciende hasta el 10,5%.
ESECA concluye en su análisis que la formación supone un factor cada vez más demandado por el mercado, que contribuye decisivamente a la promoción profesional y a la empleabilidad del trabajador. En tiempos de crisis, aumentan los demandantes de empleo, por lo que los empleadores tienden a contratar a personal más formado. Cuando la producción se reduce, la destrucción de puestos de trabajo afecta con mayor intensidad y desde el principio, a los trabajadores con menor nivel educativo. La conclusión, según ESECA, es clara: invertir en educación es una garantía de un mejor desarrollo personal y laboral en el futuro.