Los ´Bolonios´
Los movimientos estudiantiles formados al calor de las protestas contra el llamado Plan Bolonia han proliferado como las setas, ahora justamente, cuando ya poco o nada se puede hacer para evitarlo. Uno escucha a algunos de los estudiantes explicando por qué están en contra –capitalismo salvaje en el seno de la universidad, homogeneización, etc– de los nuevos planes que las universidades europeas deben implantar, pero la verdad es que es difícil entender de qué va realmente la cosa. Hay argumentos tan dispares que parece que unos estudiantes están en contra de, justamente lo contrario a lo que otros que atacan con la misma virulencia la reforma universitaria en cuestión. Y éste es uno de los principales problemas de Bolonia, el lío que nadie parece saber explicar con claridad.
¿De qué va Bolonia exactamente? Nadie sabe bien. Nadie ha explicado como se deben explicar las cosas y son demasiados los flecos sueltos que existen para entender por qué se debe estar a favor o en contra. Entre todo este totum revolutum de Bolonia en el que se mezclan poderosas razones para estar en contra casi en la misma medida como para estar a favor, han encontrado un caldo de cultivo extraordinario esos grupos antisistema que, algunos de sus integrantes, no me creo, o no me quiero creer, que sean estudiantes universitarios.
Al menos de los que aspiran a ser en algún momento de sus vidas diplomados, licenciados o ingenieros. No ya por la estética ‘pienegril’ o ‘perroflauta’, que no es indicativa de nada, sino por las actitudes violentas, violentísimas en algunos casos, que son completamente incompatibles con los valores que se suponen a un universitario. Cada vez que se convoca una marcha antibolonia echo a temblar.
Y no porque no esté de acuerdo, que probablemente, si conociera bien el plan, no lo estaría, sino por encontrarme en plena calle, por ejemplo, al energúmeno aquel que hace un tiempo todos vimos en las fotos de los periódicos asaltando la verja del rectorado de la Universidad de Granada en el Hospital Real o a algunos salvajes que convierten las calles a su paso en el escenario de una batalla campal. Algunos ‘bolonios’ están mucho más cerca de la kale borroka, de la guerrilla urbana con la violencia como única ideología, que de querer cambiar un mundo que no les gusta.
Las barricadas del mayo francés con los que hay quien quiere comparar estas manifestaciones estaban cargadas de esperanza. Los contenedores ardiendo de los ‘bolonios’, sin embargo, demuestran que aquel futuro que se exigía en el 68 no se parece a un presente en el que debajo de los adoquines sólo hay más adoquines para lanzar a no se sabe quién, ni por qué.
Descargar