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La Universidad de Granada coloniza la Antártida

La Universidad de Granada coloniza la Antártida

La Antártida, el continente helado, es desde hace cinco años un laboratorio más de la UGR. El 3 de marzo regresan a Granada los tres grupos que han estado allí durante este invierno.

Los investigadores de la Universidad de Granada (UGR) dicen que la isla Decepción no hace honor a su nombre, por mucho que el frío no sólo congele los huesos, sino también los ánimos, y que los únicos vecinos sean los pingüinos. En este remoto e inhóspito lugar, el “ombligo del mundo”, según explican los propios investigadores granadinos que se encuentran allí, también reina a veces la alegría: “La soledad no suele ser un problema, puesto que siempre hay un momento para la charla amigable e incluso para la comunicación con la familia”, explican. José Benito, José Juan Redondo, Antonio Villaseñor y Rosa Benito son los investigadores, pertenecientes la Instituto de Geofísica de la UGR, que están viviendo esta experiencia, “tan dura como fascinante”.

La labor científica que allí han realizado en dos turnos y que está a punto de concluir –vuelven a Granada el 3 de marzo– no es baladí. Han registrado durante meses la actividad sísmica del volcán que preside este lugar, uno de los más activos del planeta. El objetivo no es otro que detectar los peligros que se puedan encontrar futuras expediciones y emitir un informe al respecto. Se puede decir que de ellos depende que la isla Decepción tenga en el futuro algo de vida.

Si su informe es finalmente positivo, se abrirá una base antártica en la isla, un lugar de reunión para investigadores de la UGR y de otras instituciones. No es, en cualquier caso, el único grupo de investigación de la UGR que ha permanecido durante los últimos meses en la Antártida. Otros dos equipos integrados por ocho científicos han pasado el invierno en la región más meridional y deshabitada del planeta.

El profesor José Luis Aznarte encabeza el segundo proyecto que ha desarrollado la UGR en la actual campaña antártica, que se ha localizado en otras islas tan gélidas y deshabitadas como Decepción: el archipiélago de las Shetland del Sur. Su proyecto comenzó en realidad en la anterior campaña antártica, la de 2007- 2008, cuando se instalaron tres estaciones sísmicas permanentes de banda ancha en tres puntos de las islas.

Su objetivo ahora, durante estos últimos meses, ha sido el registro del mayor número posible de los llamados “terremotos lejanos”, es decir, los que generan las ondas sísmicas que atraviesan la corteza terrestre prácticamente en vertical desde el manto.

Afirma que los datos recogidos serán fundamentales para entender la geodinámica de esta región, tan compleja y desconocida. Respecto a la vida en la Antártida, asegura que “el tiempo transcurre más lento, es cierto, pero no estamos incomunicados, tenemos internet, los correos y el teléfono. Además, nos debemos a nuestra profesión y sabemos que, en el peor de los casos, se trata de algo temporal”.

La UGR ha promocionado un tercer proyecto en la Antártida durante este invierno –verano en dicha zona–. Dicha iniciativa, liderada por el profesor Jesús Galindo, del departamento de Geodinámica, ha tenido como objetivo analizar los pasillos oceánicos que se forman en el extremo noreste de la península antártica.

En concreto, en los llamados Estrecho de Bransfield y Paso de Drake. La investigación, que se ha desarrollado en colaboración con investigadores de otros países como Italia, Rumania o Rusia, ha permitido sacar conclusiones sobre la evolución climática durante las próximas décadas que serán publicados próximamente.

El profesor Galindo explicó que la formación de pasillos oceánicos en estas latitudes determina la circulación de las corrientes marinas, que asimismo influyen directamente en la evolución climática. El análisis detallado del relleno sedimentario determinará la evolución de los sistemas de corrientes durante la apertura del pasillo oceánico, así como su evolución paleoceanográfica posterior. La presencia de investigadores granadinos en el ‘desierto blanco’ no es, en cualquier caso, nueva, sino que se remonta a ocho años atrás.

Desde entonces más de 20 grupos de investigación de la UGR y hasta 45 científicos adscritos a la institución han permanecido largas jornadas en esta tierras inhóspitas y deshabitadas. Su trabajo ha servido para conocer valiosos datos sobre la actividad geológica y sísmica de la zona, además de aportar relevantes y preocupantes datos sobre el cambio climático, una amenaza que según estos investigadores cada vez deja efectos más patentes en la Antártida.

La pérdida de placas de hielo, de hecho, puede tener pronto consecuencias en el aumento del nivel del mar. La temporada antártica toca a su fin, pero los investigadores granadinos lo tienen claro. Muchos de ellos volverán en cuestión de meses al laboratorio más remoto y frío de la UGR.
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