La Fundación Rodríguez-Acosta premia al filósofo Pedro Cerezo
El catedrático de la UGR recibe la Medalla de Honor por su ejemplar carrera y su labor investigadora y docente.
Me siento en cierto modo abrumado por este reconocimiento, y no hallo mejor manera de corresponder a él que con el compromiso de procurar merecérmelo y estar a la altura de tal dignidad”. Con estas humildes palabras agradeció el catedrático de la Universidad de Granada Pedro Cerezo Galán la concesión de la Medalla de Honor 2008 de la Fundación Rodríguez-Acosta, institución que, en cambio, no duda de que el profesor de Filosofía sea ya digno de la mención.
En este sentido, el Patronato de la fundación valoró en esta cuadragésima primera edición del galardón “la dilatada y ejemplar carrera del catedrático en la UGR, su manifiesta capacidad de liderazgo intelectual y su vocación investigadora y docente en el ámbito de la Filosofía, de las Humanidades y de la Historia crítica del pensamiento español contemporáneo”, según recoge el fallo.
Entre los méritos del cordobés (nacido en Hinojosa del Duque en 1930) destacan la fundación de las secciones de Filosofía y Psicología de la UGR y su función como decano de la Facultad de Filosofía y Letras y miembro de la Comisión Asesora de la Fundación Juan March y de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Asimismo, Cerezo es especialista en Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea, y cuenta con importantes publicaciones como ‘Arte, verdad y ser en Heidegger’ o ‘Teoría y praxis en Hegel’. Acto de entrega. El galardón (que se concede “a las personas de espíritu elevado y noble corazón”, según las palabras del fundador José María Rodríguez-Acosta) fue entregado por el presidente del Patronato, Miguel Rodríguez-Acosta, y el rector de la UGR, Francisco González Lodeiro, a quien Cerezo quiso dirigir un especial agradecimiento.
“Donde está él, está la Universidad entera, y con su compañía, por tanto, siento la de muchos colegas y compañeros, que no han podido estar aquí hoy”, comentó el filósofo. Por su parte, González Lodeiro resaltó cómo Cerezo “se preocupó de que sus sucesores no tuvieran que irse fuera de Andalucía para estudiar Filosofía”, por lo que insistió en que la UGR nunca lo olvidará. Junto a ellos, multitud de personalidades de la sociedad granadina y familiares y allegados de Cerezo arropaban al profesor en el Patio de Venus del carmen granadino.
No se olvidó Cerezo de agradecer el apoyo a sus amigos y a la Universidad y mostró “el orgullo y el complejo” que siente al formar parte de la ilustre galería de premiados de la fundación, como Manuel de Falla, Elena Martín Vivaldi o el recientemente desaparecido Antonio Gallego Morell. Apasionado de Granada. Desde el momento en el que Cerezo se hizo cargo de la cátedra de Filosofía de la UGR en 1970, la vinculación del doctor con la ciudad no ha parado de estrecharse.
“Tuve muy pronto la sensación de que venía a la ciudad de mi vida, no donde uno nace al amor, que había sido mi Córdoba natal, sino a la misión intelectual que da sentido a la madurez”, declaró el premiado en su emotivo discurso. “Llegué para ser replantado en esta tierra fecunda. Y aquí me quedé como un árbol que encuentra, al fin, su propio paisaje”, añadió. Gracias a la fertilidad intelectual de Cerezo, Granada ha conseguido “una inmensa y valiosa pléyade de profesores de filosofía”.
“Siento que la cosecha ha sido tan ubérrima que el propio destino se ha puesto de nuestro lado, multiplicando sus frutos”, aseguró. Enclave privilegiado. Aprovechando la ocasión, Cerezo se refirió al carmen donde se ubica la sede de la fundación como el “hogar faro de la cultura”. “Es un espacio mágico, porque hace posible que destelle lo nuevo y sorprendente sobre lo rutinario y caduco. Es, debe ser también, un espacio de transformación, donde se transmute quien lo pisa, contagiado por su belleza”.
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