La esperanza del dólar
La Facultad de Económicas de la UGR puede presumir de profesor ilustre, su ex decano Santiago Carbó, en cuyo asesoramiento confía EEUU.
Cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo puede echarse a temblar. Así funciona la economía mundial, es decir, la ciencia a la que se dedican en cuerpo y alma sesudos expertos que se manejan entre balances de resultados y gráficas de beneficios o bancarrotas. Así es, por mucho que les pese a los anticapitalistas, que todavía hay, y que probablemente han incrementado su número tras la doliente crisis que ‘devasta’ la economía de muchas familias.
Crisis, con mayúsculas, es el mal que sufren la mayoría de los países de este planeta –algunos, los más pobres, viven permanente en ella–, un desafío al que no escapa la primera economía mundial, Estados Unidos, un país orgulloso que suele creer en los héroes –sólo hay que repasar su filmografía para atestiguarlo– y que no escatima en medios a la hora de combatir al enemigo.
La Reserva Federal estadounidense, la institución que vela por el bienestar del dólar, sólo contrata a los mejores. Por ello debe resultar un orgullo para la Universidad de Granada (UGR) que la todopoderosa Reserva Federal haya ‘cruzado el charco’ para ‘reclutar’ a uno de sus profesores, el catedrático del Análisis Económico y ex decano de Ciencias Empresariales y Económicas Santiago Carbó Valverde.
Poco podía imaginar el padre del nuevo integrante de la Reserva Federal, un modesto empleado de banca valenciano, que el menor de sus hijos, el “más mimado”, tal y como reconoce el propio Carbó, terminaría tomando decisiones de peso sobre la moneda norteamericana varias décadas después. A principios de los años setenta, Santiago Carbó todavía era un niño más empeñado en dar patadas a un balón por las calles de su Gandía natal que en resolver los problemas mundiales, esos que dicen que arreglan los políticos pero que en realidad casi siempre quedan en manos de los economistas.
catedrático, nacido en una familia humilde, a la que únicamente llegaba un sueldo mensual, supo pronto de la importancia de gestionar bien el dinero y los recursos limitados. La adolescencia no hizo sino confirmar su vocación por la gestión. El joven Carbó siempre tuvo las ideas claras. Él sabía lo que quería y, tras licenciarse en Ciencias Económicas en la Universidad de Valencia decidió emigrar hasta el Reino Unido no sólo para engordar su currículum, sino también para perfeccionar su inglés, un idioma fundamental para cualquier economista con un mínimo de ambición.
Carbó se doctoró en la Universidad de Gales, lo que le abrió muchas puertas. Su modestia, una virtud que según sus allegados mantiene pese a estar en la cumbre de su trayectoria profesional, le impide decirlo claramente, pero Carbó podría haber elegido destino. Sin embargo, como suele pasar en estos casos, el corazón pudo más que cualquier otra circunstancia y el joven economista, ennoviado con una granadina que hoy es su esposa, decidió en 1992 aceptar una plaza de profesor asociado en la UGR. Su matrimonio, tanto conyugal como profesional, no se ha roto desde entonces.
Carbó lleva 17 años dedicándose a la docencia en la institución granadina, primero como profesor asociado, después como titular y finalmente como catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, a partir de 2003. Lo ha sido todo en la Facultad de Económicas, incluso decano, cargo al que renunció hace unos meses, cuando su vinculación con la Reserva Federal estadounidense era ya tan estrecha que le impedía atender todos los compromisos del cargo. Lleva mucho tiempo en Granada, y se considera un granadino más, pero no renuncia a sus orígenes valencianos, donde reside su familia. A
A tierras levantinas se desplaza siempre que sus compromisos se lo permiten. Y lo que tampoco ha mermado nunca es la pasión por el equipo de fútbol de su tierra, el Valencia CF, al que siguió en la consecución de dos últimos títulos ligueros, materializados curiosamente en Andalucía: En los campos del Málaga y del Sevilla. Sus inquebrantables vínculos con la UGR –seguirá como profesor de la institución granadina aunque a partir de ahora tenga que viajar de forma periódica a Estados Unidos– no han impedido, en cualquier caso, labrarse un prestigio allende nuestras fronteras.
Ahora recoge los frutos de saber mantener viva su proyección internacional a través de innumerables artículos y publicaciones sobre el sistema financiero publicados en los más prestigiosos medios económicos de todo el mundo. El idilio entre Carbó y la Reserva Federal , de hecho, se remonta, a varios años atrás, cuando empezó a impartir seminarios en varios bancos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Tras el primer contacto le siguieron otros. Estuvo la mitad del pasado año en la sede central, en Chicago, como asesor. Ahora llega el compromiso definitivo: La Reserva Federal le ofreció durante el pasado día de Reyes ser su asesor permanente. Él, naturalmente, dio el sí quiero.