Genes universitarios
El afán de protagonismo no da la felicidad. Uno se puede sentir realizado y satisfecho desde un segundo plano, sin necesidad de salir en las fotos. A Francisco Sánchez-Montes González, profesor de la Universidad de Granada y doctor en Historia, es fácil verle junto al rector del campus granadino, su amigo y compañero Francisco González Lodeiro, en los múltiples actos a los que éste tiene que acudir. Se podría decir que es su ´sombra amiga´, pero rara vez aparece en las imágenes. Tampoco le importa. El recién nombrado consejero delegado de la Universiada 2015, prefiere el trabajo callado, algo poco habitual en una sociedad que parece premiar la notoriedad.
Este hijo y nieto de docentes es también un hombre de distancias cortas. Profesor enamorado de la historia de Andalucía y la de Granada porque «es la más cercana», considera que lo más importante en la vida es cultivar la amistad. Le encanta disfrutar de lo próximo, de la ´vida de barrio´ en el Albaicín, donde vive, de su cerveza en su ´Torcuato´, de las tiendas que parecen eternas e inmunes al paso de los años y, por supuesto, de los vecinos y amigos de siempre, como Manolín, al que define como «artesano genial del barro», o el juez de menores Emilio Calatayud. No cabe duda de que su don de gentes le ha convertido en ´cultivador´ de amigos y que probablemente también ha sido uno de los factores que ha influido en su nombramiento como consejero delegado de la Universiada, la competición deportiva que reunirá en Granada a estudiantes universitarios de todo el mundo dentro de seis años. A partir de ahora y hasta 2015 tendrá que aparecer en más de un titular, muy a su pesar.
Sánchez-Montes lleva ya más de 25 años impartiendo clases en la Universidad de Granada. Su destino parecía escrito desde el mismo momento de nacer. Su abuelo fue profesor, al igual que su padre, catedrático de Historia en el campus granadino. Los genes universitarios estaban ahí, pero tampoco hizo falta convencer demasiado al joven Sánchez-Montes de que su futuro pasaba por la docencia. Desde pequeño mostraba casi idéntica pasión a la hora de repasar hechos históricos en casa que jugando al fútbol en el Realejo. Como no podía ser de otra manera, estudió historia en la facultad de Filosofía y Letras del campus de Cartuja, centro recién estrenado por entonces, a finales de los setenta. A la edad en la que muchos aún navegan en la indefinición sobre su vida, él tenía claro que aquel mundo de aulas y pasillos gigantes era el suyo. Con tan sólo 25 años estaba dando clases de Historia en la facultad, que compaginaba con una beca de investigación, y con 30 obtuvo el doctorado con una tesis sobre Granada en el siglo XVII.
La vida, no obstante, también da puñaladas traicioneras cuando uno menos se lo espera. Bien lo sabe Sánchez-Montes, que perdió a su padre y a uno de sus hermanos a una edad ciertamente temprana. Este hombre alto, de bigote clásico, parece fuerte, pero todavía recuerda con cierto amargor aquellas pérdidas tan dolorosas. Su espíritu positivo le ayudó a superar los reveses, aunque él también echa la ´culpa´ a su madre, una mujer que «desprende energía vital» y que echó arrestos para sacar adelante a la familia.
Madrugador nato, el profesor Sánchez-Montes quizás peque de ´hiperactividad´. No para quieto, aunque él definiría esta circunstancia como «un deseo de agradar a todo el mundo». Pura utopía, pensarán muchos. El caso es que nunca sabe decir que no, lo que le ha obligado a meterse en más de un ´charco´ a lo largo de su vida. Su espíritu participativo ya se dejó notar en la etapa de estudiante, cuando participó en la gestión del cine club universitario –el séptimo arte y especialmente el realismo italiano figura entre sus pasiones, todo lo contrario que las superproducciones modernas– y representó a los alumnos en la Junta de Gobierno en los tiempos en los que Gallego Morell era rector de la UGR.
La corrección también define a Sánchez-Montes. Nunca es un error invitarle a un acto, casi da igual de qué se trate, porque siempre sabe quedar bien. En un acto celebrado hace años en Marruecos con motivo del hermanamiento entre Granada y Tetuán, tuvo que pronunciar dos veces seguidas la misma conferencia sobre un distinguido personaje de la época de Al-Andalus. Al parecer, el lugar donde se realizaba el acto era pequeño y muchos asistentes se quedaron fuera del mismo, por lo que las autoridades locales casi le ´obligaron´ a repetir su discurso para que todos lo pudiesen escuchar, algo que por supuesto aceptó de buen grado.
Es un enamorado de los barrios granadinos más populares, y parece que el amor es recíproco puesto que ha sido invitado como pregonero en el Realejo y el Zaidín, algo de lo que está especialmente orgulloso. Por cierto, también participó en la organización del centenario de Carlos V ¿Dónde amansa entonces tanta actividad? En un apartamento de Mojácar (Almería). Allí siente realmente la tranquilidad.
Su amistad con Francisco González Lodeiro surgió en los ochenta, cuando ambos eran jóvenes profesores con ganas de cambiar el mundo universitario. Desde entonces no ha habido infidelidades en la pareja. Sánchez-Montes apoyó a su amigo cuando éste intentó llegar al Rectorado en 2000 e hizo lo propio varios años después con mayor éxito. Desde 2007 hasta ahora ha sido en muchas ocasiones la mano derecha del rector, el hombre leal. No es de extrañar, cuando le ofrecieron llevar a buen puerto la organización de la Universiada, que no se pudiese negar. Al fin y al cabo, él no saber decir no a los amigos.
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