El sexo de las plantas
Rafael Navajas está a punto de publicar la secuencia completa del cromosoma sexual de la papaya. Una actividad que no le impide dedicar tiempo a sus pasiones como la música.
¿Cómo saber si una planta es hembra o macho? Una investigación genética podría determinar el género de los vegetales y su descubrimiento tendría numerosas aplicaciones prácticas. No es tarea de un día descifrar la sucesión cromosómica y posteriormente algún marcador específico de uno u otro sexo.
Ésta es la tarea que desarrolla Rafael Navajas, de 31 años nacido en Sevilla, pero residente en la capital desde hace años, en el departamento de Genética de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. Actualmente imparte tres asignaturas en las licenciaturas de Biología y Bioquímica, Genética, Evolución Molecular e Ingeniería Genética y Genética Molecular.
Comparte sus conocimientos con un nutrido grupo de alumnos desde hace más de tres años. Pero antes de sentar su base definitivamente en la ciudad, ha peregrinado por varias universidades internacionales en las que ha desarrollado sus investigaciones. Leicester en Reino Unido, la Universidad de Georgia en Estados Unidos y la Universidad Complutense de Madrid son los centros en los que ha volcado sus esfuerzos para avanzar en su disciplina.
Asegura disfrutar con su labor como docente. «Trato de ser lo más didáctico posible para que cuando el alumno salga por la puerta y lea los apuntes en casa se haya quedado con los pilares del tema». Las explicaciones sobre la materia que le compete no las considera enrevesadas. «La genética es muy bonita», indica mientras recuerda uno de los principios que rigen la Biología. «Nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución».
Sus pesquisas para determinar el sexo de las plantas no le impiden ser una persona inquieta en otras muchas facetas de su vida. Se declara aficionado a la lectura, al teatro, al deporte y, sobre todo, a la música. «Siempre he sido muy de The Doors, Led Zeppelin. También de grupos españoles como los desafortunadamente desaparecidos Sobrinus. Soy rockero». Su definición como hombre amante del rock and roll, le permite también dejar un espacio muy particular a los Beatles. Sus horas en el laboratorio las compagina con las baquetas.
Si se le pregunta sobre sus investigaciones genéticas trata de ser todo lo divulgativo que propicia la genética. «Es un tema muy evolutivo. Hay plantas que tienen sexos diferenciados, como los mamíferos, es muy raro. Otras que tienen cromosomas sexuales. Pero se supone que evolutivamente las plantas aparecieron posteriormente, por lo que son muy jóvenes y al hallarse en una etapa incipiente se puede ver cómo se forma un cromosoma sexual», comenta Rafael.
El objetivo de sus investigaciones es reconstruir cómo se forman y encontrar algún marcador específico de uno u otro sexo que permita hacer un diagnóstico precoz. Habla de sus progresos con los cromosomas de la papaya. «Hemos secuenciado el genoma completo y ahora estamos a punto de publicar la secuencia entera de los cromosomas sexuales. Será la primera vez en el mundo que se haga». Ahora se dedica a realizar experimentos de genética comparada de peces planos.
Las aplicaciones prácticas de estos experimentos son muy numerosas, a pesar de la oposición de algunos colectivos que aducen conflictos éticos. «Con nuestras investigaciones podemos ayudar a los agricultores en sus cultivos», subraya este experto en genética.
Considera que existe mucho alarmismo en torno a los transgénicos. «Deberían seguir los mismos controles que cualquier otro producto alimenticio. Es sólo un gen que se introduce en otro organismo. En principio sólo son genes que se expresan». Sin las cautelas pertinentes que debe adoptar un científico vislumbra un problema ecológico. «Si liberas un gen resistente a un hongo en una planta y hay mucha presencia de ese hongo, esa variedad en el medio va a crecer mucho más. Al final se extenderá un monocultivo de esa variedad transgénica», subraya.
Rafael no cree que los experimentos rompan la cadena alimenticia, sino que se enriquece la variedad genética de esa especie que permite que haya carga evolutiva. «Todo lo que sea hacer algo beneficioso para la comunidad es positivo», concluye el profesor.
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