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El profesor que nunca ha insultado a Luis García Montero

El profesor que nunca ha insultado a Luis García Montero
18:31

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FERNANDO VALVERDE Durante más de veinte años, el catedrático de la Universidad de Granada Luis García Montero ha sido sometido a una persecución por uno de sus compañeros, el profesor de Literatura José Antonio Fortes. El pasado miércoles, esta persecución alcanzó su climax y el profesor Fortes disfrutó de sus minutos de gloria, frente a las cámaras de televisión que tanto ansía y que no ha logrado atraer fruto de sus trabajos profesionales.

Medio a oscuras, como si la justicia poética quisiera disimular la vergüenza de los presentes, el poeta Luis García Montero se sentó en el banquillo de los acusados por un presunto delito de injurias graves con publicidad. Aquella imagen, que no voy a olvidar nunca, es uno de los espectáculos más lamentables que he visto en mi vida. A pesar de todo, García Montero entró con la cabeza bien alta y salió del mismo modo, aunque las palabras de muchos de los testigos que declararon, con sus dudas y sus miserias a cuestas, se le clavaran en el pecho con el puñal del cinismo.

Tras las palabras de García Montero, que inauguraron el juicio, le tocó el turno al profesor Fortes, que negó rotundamente haber insultado u ofendido nunca al poeta “ni de forma verbal ni por escrito”, como también negó haber “dicho o escrito” que Lorca tenía ideas fascistas. Aunque me había prometido no escribir nada, en vista de que la libertad de expresión es un refugio débil e inestable que puede ser bombardeado por cualquiera al que le apetezca interponer una demanda, voy a hacerlo por convicción, porque creo sin fisuras en la importancia de decir la verdad, sin matices, y porque me es imposible quedarme callado por cuestión de principios.

En un prólogo titulado de manera elocuente ‘Palabras previas’, que precede a los ‘Sonetos del diente de oro’ del poeta Javier Egea, el profesor Fortes hace una serie de reflexiones que debió “olvidar” el pasado miércoles ante el juez pese a encontrarse bajo juramento. Aunque tiene la costumbre de no citar nombres, dejando reptar las difamaciones por sus textos como animales escurridizos, en el citado prólogo analiza la Otra sentimentalidad, corriente literaria promovida por Javier Egea, Álvaro Salvador y Luis García Montero, tres buenos amigos unidos por la Facultad de Letras y la poesía en los años 80. El primero de ellos, autor de los sonetos, de conocida tendencia a la depresión, se quitó la vida con una escopeta de caza. Fortes escribe: “La otra sentimentalidad más toda la historia de traiciones y rupturas internas que inaugura y abre hasta hoy, entre irresistibles ascensiones y soledades, ventas rentables del trabajo intelectual, acumulación y tráfico de influencias, de prebendas y canonjías, amiguismos y nepotismos, el medro a cargo de presupuestos públicos.

A cuenta de brutales reaccionarismos y los servicios prestados a los poderes de clase […] Me remito a la contumancia de los hechos y de las pruebas. Habrá que echar abajo el entramado establecido, el montaje oficialista construido y su intricada o compleja red de relaciones, de complicidades, de silencios, de muertes y violencia”. Juzguen ustedes, en mi opinión, el señor Fortes acusa a poderes fácticos de La otra sentimentalidad, sin prueba alguna, de una serie de delitos de una gravedad extrema (incitación al suicidio, tráfico de influencias, prevaricación…). Discúlpeme, señor Fortes. Es cierto, eso no es un insulto, en mi opinión es algo mucho más grave. En un libro titulado La guerra literaria, de obligada lectura para los alumnos de Fortes, el profesor asegura (siempre literal, dos puntos comillas, como él dice en sus clases): “Cada triunfador a su bola. La juventud creadora. Si tú me llamas, amor, yo cojo un taxi (éste es un verso de García Montero, al que se refiere todo el rato). Oh. La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido. Y otras sublimes, sagradas fast food. Campos, floreados platos de comida literaria rápida.

Propaganda. Pura basura. Adoctrinamiento y doctrina. Teoría práctica. Panfletarios, finos y bellos libros, volúmenes de burdas y duras normas y consignas ideológico- sociales de clase capitalista”. Aparte de la sintaxis, que dista mucho de lo exigible para un profesor de literatura, lo cierto es que resulta sorprendente que Fortes asegurara bajo juramento que “nunca”, ni mucho menos por escrito, había insultado, ofendido o provocado al poeta Luis García Montero. Dos puntos comillas. “Yo nunca he dicho ni escrito que Lorca tuviera ideología fascista”, dijo el profesor Fortes ante el juez, justo antes de que se fuera la luz. En un artículo titulado Populismo y literatura, publicado en la revista cubana La Jiribilla, Fortes escribe lo siguiente: “La aporía del populismo (neopopulismo) literario igual la escribe García Lorca: el espíritu del pueblo español que anida allí donde se abre la desconcienciación de clase, el aideologismo, aclasismo y servilismo de clase, permite la exultación de los valores y principios fundamentales que la ideología fascista, que el fascismo y sólo, sólo el fascismo organiza, propugna, defiende y eleva a categoría del espíritu del pueblo español”.

Por si nos quedaba alguna duda, Fortes añade a continuación: “García Lorca exalta: la ideología de la madre, la ideología de la sangre, la ideología de la tierra, la ideología del alma del pueblo, la ideología de la raza, la ideología de la familia, la ideología patriarcal autoritaria, la ideología de la jerarquía social natural, la ideología de la sexualidad reproductora, la ideología del matrimonio, la ideología tradicionalista, la ideología de la inhibición sublimadora, la ideología de la violencia, la ideología de la fuerza, y cuantas demás estrategias e ideologías subsidiarias a cuya sombra y fantasmagoría se pudieran desarrollar, como por ejemplo a la sombra y fantasmagoría de la ideología de la Norma y el Estilo, de la ideología de la dialéctica de los puños y las pistolas, de la ideología de la Cruzada de Salvación, etc”.

También olvidó este artículo el profesor Fortes el pasado miércoles, en el que estuvo bastante olvidadizo. Se me termina el espacio y comienzo a agotarme de forma considerable. Dos puntos comillas. “En la convocatoria y cónclave de aquel memorable derrumbe del 11-S no se produjo ni una disidencia. Ni siquiera una disfunción, muy al contrario, los gregarios del internacionalismo capitalista provenientes de la territorialidad de España, allí y desde entonces, aportaron toda su colectiva experiencia en la lucha contra el terrorismo en el frente ideológico”. Pónganle ustedes nombre. Disculpen, yo no me atrevo.
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