Desarrollan un método no tóxico para acabar con la mosca de la fruta
Un grupo de investigadores de la UGR ha desarrollado un bioinsecticida que «podría ser útil» para controlar la plaga de la mosca de la fruta del Mediterráneo
El grupo de investigación Bioquímica y Parasitología Molecular, del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Granada (UGR), ha logrado desarrollar un bioinsecticida que «podría ser útil» para el control de la plaga de la mosca de la fruta del Mediterráneo.
Este insecto, que utiliza como hospedero cientos de espacies comerciales de frutales, provoca todos los años pérdidas de «miles de millones de euros» a los agricultores españoles, del Norte de África, Iberoamérica, India, Australia o Turquía. Naranjas, chirimoyas, manzanas más de 260 especies de frutos sufren desde hace años este tipo de plaga.
La investigadora principal de este proyecto y contratada a través del programa Ramón y Cajal, Susana Vílchez, lleva varios años intentando combatir este tipo de plaga con métodos biológicos, que son menos tóxicos para la fruta, los agricultores y los consumidores.
La técnica consiste en «utilizar otro organismo vivo para combatir al insecto provocando su muerte de una manera natural». La mosca de la fruta del Mediterráneo utiliza el fruto para su desarrollo, cría sus larvas y destruye el fruto. El problema de este insecto es que es más resistente al frío y por tanto capaz de colonizar zonas más frías que el resto de las moscas de la fruta, por lo que causa pérdidas en la agricultura durante todo el año, saltando de una plantación a otra, según detallaron.
El grupo de Parasitología Molecular de la Universidad de Granada ha conseguido encontrar una bacteria capaz de matar a este insecto de «una manera no tóxica para el ser humano y efectiva». Los investigadores han patentado el uso de esta bacteria para el control de la mosca y en este momento se plantean el objetivo del desarrollo de un producto comercial.
Los investigadores granadinos también trabajan en la actualidad con otras 115 bacterias para intentar desarrollar bioinsecticidas activos frente a los insectos transmisores de algunas enfermedades parasitarias como el \’Mal de Changas\’, que afecta a más de 18 millones de personas en todo el mundo, especialmente «pobres del ámbito rural».
Descargar