Inicio / Historico

Cuando los pretendidos intelectuales se convierten en agentes activos de la represión racista

Granada abierta
Cuando los pretendidos intelectuales se convierten en agentes activos de la represión racista
21-07-2008
VOTE ESTA NOTICIA

Enviar

Imprimir

Aumentar el texto

Reducir el texto
UNIÓN ROMANÍ Sabemos que nuestro lamento de hoy va a suscitar polémica. Sabemos que alguna que otra voz se levantará para decirnos que estamos en contra de los intelectuales porque dicen cosas que no nos gustan, e incluso habrá quien desde lo alto de su pretendida cátedra, sentando doctrina de gitaneidad porque gracias a los gitanos tienen un nombre y gracias a la generosidad de la Administración cuentan con medios para realizar sus reiterativos y tendenciosos estudios, dirá que nosotros, los gitanos, estamos en contra de la libertad de expresión o en contra del sagrado principio de la libertad de cátedra. No se confundan. No estamos en contra de la libertad de expresión –sin ella no es posible la democracia– y por el contrario, estamos a favor y agradecidos a los intelectuales e investigadores que con verdadero espíritu científico y generosidad hacia nuestra causa dedican tiempo y esfuerzos, generalmente mal pagados, a luchar contra los estereotipos y sambenitos que desde siempre han pesado sobre nosotros.

Dicho lo cual debemos manifestar nuestra repulsa más contundente a la información divulgada por la Universidad de Granada, extraída de un estudio realizado bajo la dirección de un gran gitanólogo, autor de infinitos artículos sobre el pueblo gitano, director de múltiples estudios sobre la comunidad gitana de Andalucía, experto en el conocimiento de los comportamientos sexuales de las mujeres gitanas cuando éstas se disponen a contraer matrimonio, y persona querida y admirada por las mujeres dirigentes del asociacionismo gitano en Andalucía y especialmente en Granada. Lo cierto es que los medios de comunicación de toda España se han hecho eco de lo más relevante de este estudio. Ante la vista tenemos estos titulares: “Ocho de cada diez escolares ven a los gitanos como ladrones”; “Los niños creen que sus compañeros de esta etnia son violentos o vagos”; “El 82% de los niños que conviven con gitanos los consideran ladrones”; “El 82,1% de los niños entre 11 y 14 años que conviven con ellos en clase considera que los gitanos son ladrones y atracadores”; “Los niños que conviven con gitanos los consideran ladrones”; “El 65,4% de los niños que viven en la ciudad considera que los gitanos son malos”….

A partir de aquí que cada uno saque sus propias conclusiones. ¡Qué mal lo hemos hecho hasta ahora los gitanos y las gitanas comprometidos con la lucha por la defensa de los intereses de nuestro pueblo! Peor aún, un resultado como éste, después de 30 años de vida democrática en España, sólo puede abonar las ideas de quienes dicen que “los gitanos no tenemos remedio, que somos unos insociables y qué bien que Berlusconi quiera marcar a los niños gitanos para que nadie tenga la menor duda de dónde están los pequeños rateros de hoy y potenciales delincuentes y asesinos de mañana”. ¿Dónde está, nos preguntamos nosotros, el límite – si es que ha de haberlo– en la divulgación de informes como éste, pretendidamente científicos, avalados por el nombre de una universidad que tiene casi 500 años y que goza del prestigio de ser una de las universidades más importantes de Europa? ¿Qué ha ganado la Universidad de Granada logrando que el Diario de León, por citar uno que está bien lejos de Andalucía, titule su información diciendo que “Los niños que conviven con gitanos los consideran ladrones”?

Nosotros, desde la Unión Romaní de Andalucía, tenemos datos que difieren radicalmente de los ofrecidos en este estudio. Nosotros, que hemos hecho un estudio en Atarfe, Chauchina, Fuente Vaqueros, Granada, Guadix, Loja y Pinos Puente, decimos que el rechazo que sufren los niños gitanos en la escuela es tan sólo de un 11,36% en el conjunto de estas poblaciones y de un 12,30% en el total de Andalucía. Todos los científicos serios están de acuerdo al afirmar que “la verdad en la ciencia no sólo no es absoluta, sino que tampoco es (ni puede ser) permanente”. Pero eso no vale, por lo visto, para los autores del estudio. Hay que seguir manteniendo los estereotipos aunque luego los dulcifiquen diciendo ¡cómo no! que el 20% de los niños encuestados consideran que los gitanos “son alegres”. Hasta los nazis lo pensaban así. Una de las primeras cosas que hizo el profesor Josef Mengele, médico nazi y asesino que hizo experimentos con los niños gitanos encarcelados en el campo de extermino de Auswitch, fue crear una orquesta gitana. ¡Claro, los gitanos somos tan alegres…!

Nosotros, gitanos y gitanas empeñados en cambiar las relaciones de enfrentamiento que durante tantos años han marcado a ‘payos´ y gitanos, reclamamos el imperativo de la ética también en el campo de la ciencia. Sabemos que “la ética del científico no es diferente de la ética del político o del periodista; no es ni más culpable ni más inocente que todos los demás, –dicen con acierto algunos teóricos– porque su ética no depende de su actividad profesional sino de su participación en la vida de la sociedad como otro ser humano”. Desde la prestigiosa Universidad de Granada alguien nos ha vuelto a poner las cosas más difíciles. No sabemos realmente a favor de qué ideología o proyecto rema. El gobierno italiano le pagaría mucho mejor una investigación como ésta de lo que lo hayan podido hacer las autoridades académicas o políticas andaluzas. A nosotros, gitanos y gitanas de Andalucía, de España y del mundo sólo nos queda lamentarnos, otra vez más, junto a otro científico, éste sí de mayor calado, que jamás habría publicado los datos de este estudio: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” (Albert Einstein).
Descargar