África, un continente repleto de falsos mitos
«En África sólo hay pobreza, miseria y tristeza». «Todos los senegaleses vienen en cayuco». «La mujeres inmigrantes negras y musulmanas son mujeres sometidas, débiles y sin cualificación». Estos tópicos se han instalado en la sociedad española como factores que definen a un colectivo, los inmigrantes senegaleses, de amplia presencia en el país. De ellos el 85% son hombres y el 15% restante son mujeres.
Las instantáneas de cayucos de inmigrantes africanos arribando a las costas españolas han contribuido a que la población cree una imagen poco fiel de la trayectoria vital de un pueblo que emigra en busca del sueño de la riqueza que espera les aguarde en Europa. Luna Vives, una joven granadina de 28 años, socióloga, máster en Geografía y candidata a doctora de Geografía por la Universidad de British Columbia de Canadá, dedica su postgrado a las dificultades que se encuentra la mujer senegalesa en España y las estrategias que usan para superarlas en el día a día.
Se ha propuesto desterrar los tópicos que envuelven a Senegal, muestra del desconocimiento de las sociedades que conforman al continente africano. Luna desmiente los principales mitos: «La mayoría de los inmigrantes senegaleses llegan a España con visado de turista. En África hay coches, internet y teléfonos móviles. La mujer senegalesa es valiente y muy luchadora».
Una región en la que el 90% de sus habitantes son musulmanes y el 10% son cristianos, es también una tierra de contrastes. Algunas mujeres pueden finalizar sus estudios universitarios, otras se ven obligadas a abandonarlos para casarse y son madres desde muy jóvenes.
La diferencia fundamental entre una mujer occidental y una mujer senegalesa es, resalta Luna, en la mayoría de los casos, la falta de oportunidades. Aunque es importante «no sólo ver las penurias que pasan, sino que tenemos que observarlas como personas, con un proyecto vital». Para ello y como iniciativa paralela a su proyecto de investigación, se halla inmersa en la organización de unas jornadas en la capital ´Mujeres y fronteras´, que incluirá una serie de actividades centradas en la multiculturalidad y que girarán en torno a una exposición fotográfica, cuyos responsables serán Rafael Manzano y Javier Acebal.
A través de la exposición, por la que esta joven granadina realizará la próxima semana su primer viaje a Senegal, se plasmará la vida de las familias que dejan atrás estas mujeres, los medios que usan para viajar a Occidente y su situación en España.
Con la colaboración de diversas instituciones como la Universidad de Granada, la Biblioteca de Andalucía y Granada Acoge, mostrará las razones que han propiciado la emigración en unas mujeres que se han visto abocadas, a pesar de que algunas de ellas poseen cualificación, a trabajos relacionados con el servicio doméstico o la agricultura.
Su estudio de campo se basa en sus historias. «Algunas han estado un período de tiempo indocumentadas y la gente se ha aprovechado de ellas. Por ejemplo, mujeres que trabajaban en el servicio doméstico desconocían sus derechos, por ello, en vez de tener un día y medio libre, sus empleadores le daban tan sólo unas horas a la semana».
Promesas. «Un paraíso donde el dinero crecía de los árboles». Con estas palabras define Luna la concepción que los senegaleses tenían de Europa antes de emprender su viaje. «Pensaban que estarían trabajando uno o dos años y que luego podrían volverse a Senegal comprarse una casa y seguir viviendo con sus familias».
A pesar de que en muchos casos sus proyectos no se materializan, no contemplan la opción de regresar, sólo de cambiar de país europeo. «Ellos no pueden volver a Senegal con las manos vacías. Necesitan ahorrar suficiente dinero para regresar como inmigrante que ha tenido éxito». Las mujeres tampoco contemplan esa posibilidad porque deben mantener a los hijos que han dejado en su país.
Responsables en gran medida de la imagen que los senegaleses tienen del continente europeo son los inmigrantes que retornan. «Llegan haciendo ostentación de lo que han ganado trabajando en algún país occidental», subraya Luna, quien reitera el profundo desconocimiento que existe en Europa de África.
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