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Adiós al apóstol del aceite de oliva

Adiós al apóstol del aceite de oliva

La ciudad dice adiós a José Mataix Verdú, apasionado e incansable investigador de las propiedades del aceite de oliva. A sus 67 años, el catedrático en Fisiología deja tras sí más de una veintena de publicaciones.

Granada se despidió ayer de José Mataix (Yecla, Murcia, 1941), especialista en nutrición y máximo defensor de las bondades del aceite de oliva. El científico, licenciado en Farmacia en Granada y en Veterinaria en Madrid, murió ayer, a sus 67 años, tras años de tratamiento por leucemia.

Mataix, que siempre defendió las cosas sencillas, deja tras su marcha más de una veintena de publicaciones sobre nutrición, un ámbito en el que comenzó a investigar cuando el tema aún resultaba una frivolidad. Su exhaustivo conocimiento de las propiedades de los alimentos le llevó a desempeñar los cargos de director de la Sección de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias, vicerrector de Investigación y vicerrector de Planificación Docente de la Universidad de Granada.

Fue asesor científico de la Consejería de Salud del Gobierno vasco, de la Consejería de Salud de la Generalitat de Cataluña, de la Consejería de Salud y Consumo de Andalucía, del Estudio Prospectivo de la Comunidad Económica Europea ´Dieta, cáncer y salud´ y del Consejo Oléicola Internacional, funciones que nunca le hicieron perder la sencillez.

Sencillez. «Disfruto con una puesta de sol, con una página de periódico, con una conversación, con una pintura, con la música…Todo lo aprecio», así se definía a sí mismo en una entrevista con La Opinión de Granada el también catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada.

Lejos de la extravagancia, Mataix encontraba en un un plato de huevos fritos con arenques, ajos tiernos y ñoras los sabores más preciados por su paladar. «No entiendo por qué en los restaurantes no ponen huevos fritos. Será porque valen poco, si fueran caros los tendrían en todos sitios», comentaba.

Su pasión por la cocina mediterránea, en especial por el aceite de oliva – «me desagrada que en un restaurante español me pongan mantequilla», decía-, no impidió que censurara la falta de iniciativa española en la defensa de lo propio. «Los italianos han sido siempre virtuosos del diseño y los franceses han sabido vender y presumir de sus productos. Los españoles, además de hacerlo mal, encima decíamos que lo bueno era lo de Francia».

Con unas dotes de comunicación extraordinarias, Mataix era capaz de transmitir las novedades de sus investigaciones lo mismo a expertos que al público general. «La misma diapositiva que utilizo para un congreso internacional se la pongo a las amas de casa, sólo cambio el lengua y lo entienden», confesaba.

Se motraba partidario de introducir en los planes de estudio la asignatura ´aprender a comer´. «Serían veinte lecciones: saber comer, sentarse a la mesa, desgustar alimentos…», todo por evitar que el arte de alimentarnos se convirtiera en mero trámite.

El profesor deja su legado en la memoria de la comunidad científica y de la ciudad de Granada, un conocimiento que quedará para la posteridad en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos que lleva su nombre.
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