No llegó el fin del mundo, aunque el Ayuntamiento está en un agujero negro. Hay que pagar una pasta a los dueños de los terrenos del Campus. La Justicia es ciega, y se nota.
Fuesen los hadrones y no hubo nada. El experimento del acelerador de partículas discurrió por donde debía y no llegó el día del juicio final, y henos aquí de nuevo amarrados al duro banco, remando como posesos, cuando bien podríamos estar en un agujero negro a la altura del cinturón de Orión, pasando de todo. Menos mal que sólo hicimos una comparanza mal traída sobre los ya citados hadrones y los excelentísimos promotores, empresarios futbolísticos, notarios y demás gentes de buen vivir que se sientan estos días en el más duro banco de los acusados a causa de la recalificación, subasta, edificación y venta al por menor del antiguo estadio de Los Cármenes. Tal y como va la vista –recuerden que la Justicia es ciega– parece que los procesados van a ser declarados inocentes, extremo que mucho nos tranquiliza, ya que inmersos en la natural euforia se olvidarán de estos humildes maledicentes, que acabar en estos tiempos ante la judicatura es una actividad de alto riesgo, que vaya usted a saber por dónde te pueden salir.
Como le ha pasado al muy menesteroso y muy mendicante y Ayuntamiento de Granada, que recurrió ante el Tribunal Supremo la decisión judicial que le obligaba a pagar un pastón a los expropiados propietarios de algunos terrenos donde se edifica el Campus de la Salud. Según la sentencia conocida ayer, el Consistorio granadí tendrá que pagar 20 millones de euros (3.200 millones de pelas) a estos terratenientes, que desde ahora han ascendido a terragenerales, con mando en plaza. Los 20 milloncejos se unen a otros 12 que hay que apoquinar por una anterior sentencia y a los que podrían caer –otros tantos– ya que no hay dos sin tres.
Aunque también somos legos en estas materias, damos por buena la decisión del Alto Tribunal, que sus razones legales habrá tenido para decidir que la recalificación de los solares estaba muy mal hecha y que en estricta justicia había que recalificarlos un poquito más. Y aunque –insistimos– nuestra ignorancia abarca también este campo, nos percatamos de que tanto en un caso como en otro, al final somos los de siempre –los sufridos contribuyentes– los que vamos a pagar el pato. Casi mejor habernos quedado en el agujero negro, o ya de vuelta, en algún monte de Venus.
¿Hay alguien?
Aunque para agujero negro, nada comparable al que estas sentencias le han hecho al Ayuntamiento, que la próxima vez que quiera rascarse el bolsillo estará peligrosamente cerca de cometer un pecado de autoayuda. Aunque bien mirado, como el Ayuntamiento somos todos –menos los ex propietarios de los Cármenes y de los terrenos del Campus de la Salud, que les da la risa sólo de pensarlo– no hagan muchas gracias con el asunto, ya que si dividimos lo que hay que pagar entre todos los que tenemos que pagarlo, nos toca unos 200 euros por cabeza. Si hay cinco en la familia (demasiado rato en el monte de Venus), son mil euros, que pagaremos en el recibo del agua, en el billete del autobús, en el IBI o en multas de aparcamiento. A perro flaco todo se le vuelven pulgas.
Es en este momento cuando además de pensar que es cierto que la Justicia es ciega, además de sorda y un poco cojitranca, tenemos que mirar hacia la Plaza del Carmen, por ver si hay alguien por ahí que nos explique este desastre. Ya sabemos que nuestro actual alcalde poco tiene que ver, aunque debe hacerse responsable y buscar una solución que no pase necesariamente –o no del todo– por aumentar nuestras ya muchas miserias. Y más cuando el autor del desaguisado es un corregidor de su mismo partido, don Kiki Díaz Berbel, del que podemos asegurar que es hombre simpático y bonachón, aunque con cierta tendencia a distraerse.
Mientras vamos sacando la cartera nos preguntamos si el experimento del acelerador de partículas no lo hicieron en su día a escondidas y estemos yendo y viniendo entre nebulosas, sin ton ni son. En este eterno retorno parece que nuestros amados alcaldes han estado en la constelación del Perro (flaco). De vuelta, es casi seguro que se han quedado en la luna.