´Los poetas tenemos la mala fama de bebedores´
No tiene prisa y se detiene en sus respuestas, a pesar de que lo esperan. El poeta Jesús García Montero (Granada, 1958), que participó recientemente en un taller de creación literaria de la UNED en A Coruña, habla en esta entrevista de cómo descubrió el mundo de la escritura, de su admirado Ángel González, del descrédito actual de la política y de lo «fea» que ha sido la marcha de Rosa Aguilar de IU, su partido
-¿Cómo va de ventas su biografía de Ángel González?
-Bien, estoy muy contento porque le está gustando a la gente.
-El libro es fruto de muchas horas de conversación y muchos güisquis con el poeta en Rota. ¿Cómo era Ángel González?
-Era un amigo muy íntimo que le daba mucho valor a la amistad. El libro, Mañana no será lo que Dios quiera, habla de la infancia, la adolescencia y la primera juventud de Ángel González, hasta 1951, que es cuando deja Asturias y se va a Madrid para ser periodista. El valor de la amistad yo creo que es una de las cosas que aprendió en los tiempos de la guerra y la primera posguerra y, como lo pasó muy mal, buscó un ámbito de resistencia con los amigos y con los libros.
-Siempre escoge amigos mucho mayores que usted: González, Alberti, Ayala…
-También tengo muchos amigos de mi edad y, por fortuna, tengo amigos cada vez más jóvenes: me llevo muy bien con los poetas jóvenes. Yo entiendo la literatura como un ejercicio de admiración. Yo soy escritor porque antes fui lector y he admirado a mucha gente, y eso en la vida cotidiana se resuelve en amistad. Rafael fue para mí un maestro, una persona generosísima.
-¿Son como sus padres?
-Rafael era como un padre y Ángel como un hermano mayor. Yo estaba haciendo mi tesis doctoral sobre Rafael Alberti cuando él volvió del exilio. Imagínate, era el amigo de García Lorca, el poeta republicano en el exilio… Yo lo tenía en un pedestal.
-Los enteradillos de Granada iban a visitar la casa de Lorca.
-Sí, los adolescentes enteradillos. Lorca en Granada era una presencia literaria e histórica, su nombre estaba cargado de simbolismo. Yo me recuerdo de adolescente paseando por la huerta de San Vicente y viendo el balcón de Lorca cerrado imaginándome qué había sucedido ahí detrás, y para mí crecer fue buscar la ciudad que había quedado borrada con Lorca.
-¿Lorca le llevó a ser poeta?
-Mis orígenes literarios son bastante más humildes: mi padre tenía una antología que se llamaba La mil mejores poesías de la lengua española, muy popular en la época, y tenía la costumbre de leer en alto sus poemas preferidos: La canción del pirata, de Espronceda; Zorrilla; el Duque de Rivas… y esas fueron mis novelas, porque era poemas con planteamiento, nudo y desenlace.
-Tiene en casa los retratos de Juan Ramón Jiménez y de Homer Simpson.
-A parte de perseguir primeras ediciones y de intentar completar los libros de Juan Ramón Jiménez, colecciono pensadores y tengo una foto suya con la mano en la mejilla y un muñeco de Simpson con una cerveza y en actitud pensativa.
-Cerveza, güisqui… Sabina sostiene que los escritores son más bebedores que los artistas.
-Eso dice; hay toda una mitología que yo creo que tiene que ver con los poetas de los cincuenta, con la generación de Ángel González, Gil de Biedma, de Caballero Bonald. En una sociedad de costumbres muy tristes, ellos, por rebeldía, se mostraron partidarios de la felicidad y encontraron en la noche ese ámbito de resistencia y complicidad en torno al güisqui, y los poetas más jóvenes hemos heredado eso, por una parte, la celebración de la alegría y por otra, la mala fama de bebedores.
-¿Le costó cumplir los 50?
-Me costó escribir un libro entero asumirlo, Vista cansada. No sólo es un momento de toma de conciencia del paso del tiempo sino del paso de la historia también. Para mí la nostalgia no es una trampa, sino una meditación que me permite seguir negociando con el futuro.
-\’Un poeta tiene que mantener una conciencia vigilante\’.
-Defiendo la poesía para seres normales, para ciudadanos. La poesía es poco frecuente pero no es rara, representa a cualquier ciudadano y cualquier ciudadano debe tener una conciencia crítica y vigilante para defender la democracia. Me preocupa la salud de la democracia.
-¿La ve muy mal de salud?
-Tiene una salud bastante precaria. Ahora mismo la mayor amenaza para la democracia es una sociedad absolutamente mercantilista que por una parte acaba con el Estado y los espacios públicos y por otra tiene poderosísimos medios de control de las conciencias. Hay un descrédito absoluto de la política y los ciudadanos tienen motivos para dudar de los políticos. La gente identifica política con corrupción, con sectarismo, con partidismo.
-Usted es un poeta militante.
-Soy un poeta militante porque creo en la democracia y quienes quieren desprestigiarla son los interesados en tener las manos libres para especular y hacer negocio.
-¿Le disgustó que Rosa Aguilar dejara IU para ir a la Junta?
-Dentro de IU hay muchas posturas dogmáticas y el PC de Andalucía le hizo la vida imposible a Rosa pero, por moral política, debía de haber esperado a que acabase la legislatura. Todo el mundo tiene derecho a evolucionar, y Rosa Aguilar también, pero lo que me pareció muy feo es que entrase en esa compraventa de cargos públicos: soy alcaldesa de Córdoba por IU y ahora me vendo al PSOE para que me hagan consejera. Eso me parece feísimo.
-¿Se arrepiente de haber dejado la Universidad?
-No, mi situación en el departamento de Literatura de la Universidad de Granada se había hecho insoportable y tuve que irme.
-¿Le pesa no haber recurrido la sentencia que le condenó por llamar a un profesor \’tonto indecente\’ y \’perturbado\’?
-No lo sé. Ese profesor dice en sus clases que Lorca era fascista, que Ayala era un aliado de los nazis y que yo provoqué el suicidio de un amigo. Yo le contesté en un artículo que esas opiniones eran propias de un perturbado, él se sintió injuriado, me demandó y el juez consideró que era una injuria que le llamara perturbado. Me aconsejaron demandarlo por acusarme de incitación al suicidio pero yo no estoy dispuesto a judicializar la libertad de expresión.
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