San Tirso restaura su último retablo
Las restauradoras, en los andamios, trabajan sobre el retablo del Cristo de la iglesia de San Tirso.
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El equipo de Luis Suárez Saro rehabilita la obra, realizada en 1795 por González de la Manjoya
Elena FERNÁNDEZ-PELLO
Cinco restauradores trabajan desde hace casi un mes en el retablo del Cristo, el último que queda por rehabilitar en la iglesia de San Tirso. Encaramados en un andamio que se alza casi seis metros para facilitar el acceso a todos los rincones del retablo y bajo la dirección de Luis Suárez Saro, se afanan por recobrar el lustre de una obra barroca de 1795, tallada en nogal y castaño por González de la Manjoya. Su trabajo habrá concluido en el mes de diciembre y muy probablemente será inaugurado durante las fiestas navideñas.
Luis Suárez Saro acometió en 2001, a instancias de la propia parroquia de San Tirso, la restauración del retablo del Santo Sagrario, en la cabecera de la nave izquierda, y desde entonces se ha hecho cargo de la rehabilitación de los que decoran la nave central y la de la derecha.
En la capilla del Cristo, que se abre al fondo de la nave derecha, los restauradores solventaron primero los problemas de humedad que afectaban a los muros laterales, retiraron unas tablas decoradas con unos angelotes con los símbolos de la pasión que volverán a colocarse una vez restauradas, y emprendieron la intervención en el retablo, empezando por un relieve situado en la parte más elevada y que representa la flagelación.
El estado de conservación del retablo, según Suárez Saro, es bueno a pesar de que la carcoma ha atacado la madera y algunos elementos decorativos se han desintegrado, los hongos y otros microorganismos también han dejado huella en la obra, algunas piezas se han perdido y otras están sueltas. Los golpes, incisiones y rozaduras han desgastado la decoración con pan de oro que reviste toda la estructura.
El Cristo que cuelga en el centro del retablo ha sido retirado para facilitar el trabajo. Luis Suárez Saro explica que la talla no es la que originalmente se veneraba allí, sino una escultura del siglo XIX sin apenas valor artístico. El restaurador cuenta que, tras el Concilio Vaticano II, clausurado en 1965, se reorganizó el interior del templo. La imagen de San Tirso que presidía el altar mayor se retiró y se trasladó a la izquierda de esa nave, sobre la columna que soportaba el púlpito. En su lugar se colocó la escultura central del retablo del Cristo, el que ahora se está restaurando. Además, el altar recubierto de alpaca desde el que el sacerdote oficiaba de espaldas a los fieles se retiró y permanece montado en la capilla de Santa Ana.
Suárez Saro planteó hace ya tiempo al párroco de San Tirso la posibilidad de recuperar el planteamiento original de la iglesia, al menos en lo que se refiere a la colocación de las imágenes, y esa posibilidad sigue en estudio, según el restaurador, por parte de la parroquia y de la Consejería de Cultura.
De momento, su equipo de restauración -formado por cuatro tituladas en la Escuela Superior de Restauración de Asturias, en la Universidad de Granada y en Bilbao- se concentra en el retablo del Cristo, cuya rehabilitación se costea con una subvención de 7.000 euros de la Consejería y otra cantidad similar aportada por la parroquia.
Nuevos proyectos
El restaurador adelanta ya algunas futuras intervenciones en San Tirso, como la rehabilitación de un relieve de Tomás de Solís que formó parte del desaparecido retablo de la capilla de Santa Ana. Suárez Saro apuntó también la conveniencia de acometer «un estudio serio» sobre la recuperación de la portada barroca de San Tirso, la que se abre a la plaza de la Catedral, de gran interés artístico y en un estado de conservación muy deficiente.