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Miguel Botella: ‘En Perú aún se practican algunos sacrificios humanos rituales’

El catedrático de Antropología Física de la Universidad de Granada afirma que en el Neolítico el canibalismo era una práctica habitual en Asturias

El canibalismo era una práctica sistemática y ritual en el México prehispánico, y durante el Neolítico, prácticamente en toda Europa, incluida Asturias, como lo demuestran los restos de Sidrón.

Así lo afirmó ayer Miguel Botella López, catedrático de Antropología Física de la Universidad de Granada, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, durante la conferencia «Sacrificio humano y canibalismo en el México precolombino».

El conferenciante fue presentado por José Egocheaga, catedrático de Antropología Física de la Universidad de Oviedo, que puso en valor la aportación de Miguel Botella a la investigación y a la docencia, y del que dijo que era una autoridad en la materia de la conferencia. El acto fue organizado en colaboración con el Ateneo de Oviedo.

El catedrático Botella, tras señalar que la figura de José Egocheaga «siempre fue para nosotros un referente cuando estudiábamos, y desde entonces una persona que siempre me ha apoyado», entró en materia. Y lo hizo desde el presente, concretamente desde Ciudad Juárez (México), donde vio auténticas barbaridades mientras analizaba cadáveres que habían sido mutilados, hasta el México precolombino.

El estudio de más de 17.000 huesos con muestras de canibalismo le permite hablar con autoridad sobre los sacrificios humanos, que implicaban «un canibalismo rutinario». La muerte de los sacrificados en un rito era una cosa, y después el consumo de su carne, otra muy distinta, «lo mismo que ocurre ahora con los toros», comparó el antropólogo.

No es hasta el año 1556 cuando el rey de España publica un decreto prohibiendo a los indios comer carne humana, ya que la práctica continuaba generalizada.

Los datos sobre los sacrificios humanos y el canibalismo en México nos llegan, precisó el conferenciante, gracias a los escritos detallados de los franciscanos, que al mismo tiempo destacaban que estos indígenas «tienen mucho más cariño a sus hijos que nosotros».

Pero esto no fue todo. «En Perú aún continúan los sacrificios humanos rituales, aunque muy aislados», concluyó Miguel Botella.

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