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Miguel Botella. Antropólogo forense de la Universidad de Granada:«Colón viajó más de muerto que de vivo»

Miguel Botella. Antropólogo forense de la Universidad de Granada:«Colón viajó más de muerto que de vivo»

Miguel Botella, el pasado jueves, en el patio del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo.

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«Identificar los restos de las víctimas de las dictaduras militares de Latinoamérica me ha permitido descubrir la ilimitada capacidad de maldad del ser humano»

Oviedo, Rafael SARRALDE

El antropólogo forense de la Universidad de Granada Miguel Botella se ha encargado de analizar los famosos restos enterrados en la catedral de Sevilla, que para muchos corresponden a Cristóbal Colón. Para Botella, también, aunque antes de lanzarse a una respuesta categórica sobre este fascinante enigma prefiere esperar por los inminentes resultados del análisis genético de los (dejémoslo en supuestos) huesos del descubridor de América. Este simpático científico con aspecto de anacoreta en mañana de domingo también ha corroborado las prácticas antropófagas de los neandertales de la cueva de Sidrón. Su próxima labor será exhumar la fosa donde fue fusilado García Lorca. El jueves intervino en un seminario organizado por el departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo.
-«Caso Colón». Describa lo que ha visto.
-Yo me encargué del estudio antropológico de los restos de Cristóbal Colón, de su hermano menor Diego y de su hijo Hernando. De Cristóbal Colón, hemos estudiado 150 gramos de hueso. Nos encontramos ante un sujeto que murió entre los 50 y los 70 años de edad, que tenía una complexión media y una musculatura no muy importante. No hemos encontrado procesos degenerativos pero hay que tener en cuenta el poco material que nos hemos encontrado.
-¿Pero es o no es Colón?
-Para identificarle tendríamos que haber comparado esos restos con algún elemento indubitado, pero de indubitado no hay nada en Colón. No hay ni una sola representación, ni siquiera pictórica, fiable. No podemos decir si es o no es Colón. Lo único que sabemos es que los restos pertenecen a una misma persona.
-¿Manejan otras pruebas?
-Sí, hay otros estudios complementarios, como los trocitos de ladrillo que hay dentro de la urna, que pueden corresponderse con los de la catedral de Sevilla. Entonces, indudablemente, sería una persona que fue enterrada allí. Y después podemos trabajar con la comparación con su hijo Hernando y su hermano Diego. En los estudios genéticos de Cristóbal aún no ha salido ADN de calidad porque las cadenas están muy deterioradas, pero estamos aplicando una nueva técnica y probablemente dentro de unos días sabremos algo definitivo.
-¿En qué línea?
-Supongo que tendremos datos positivos porque yo sí creo que los restos de la Catedral sevillana son los de Cristóbal Colón.
-¿A qué se debe la fragmentación de los restos de Colón?
-Colón viajó más de muerto que de vivo, que ya es viajar. Murió en Valladolid, luego mandaron su cuerpo a Sevilla y de ahí a Santo Domingo y a Cuba antes de volver a Sevilla. Y después vino a Granada y estuvo seis días en mi departamento. Colón ha dado muchas vueltas.
-¿Los restos de su hermano Diego y de su hijo Hernando no generan esas dudas?
-No. Hemos podido autentificar los restos completamente y estudiarlos en profundidad. Diego murió en 1515, nueve años más tarde que Cristóbal. No hizo con él su último viaje a las Américas porque, además de que tenía mala fama, estaba muy enfermo, tenía unas condiciones físicas lamentables. Fue un hombre que pasó muchas penalidades porque las vértebras muestran hundimientos considerables. Padecía una artritis paralizante y una artrosis avanzada.
-¿Y su hijo?
-Murió a los 51 años. Tuvo una vida muy tranquila, dedicada al mundo intelectual y nunca sufrió ese desgaste de los viajes y los cambios de temperatura. Se dedicó a la lectura. A lo mejor tenía problemas en los brazos de sostener libros. Diego, el otro hijo de Cristóbal, fue almirante, mientras que Hernando fue el intelectual de la familia. De hecho, es uno de los grandes intelectuales del Renacimiento.
-¿La identificación de Colón es el trabajo más apasionante de su carrera?

-Apasionantes son todos porque cualquier identificación exige poner en relación muchas cosas. Piense que también he trabajado en la identificación de restos de los detenidos de dictaduras militares como Chile, Argentina, Brasil o Perú y el coste emocional es enorme. Cada caso es espantoso. De lo que se trata es de aislarse ante lo que estás viendo para no perder la cabeza. No es lo mismo analizar huesos antiguos que ver una persona con nombres y apellidos y, encima, con las torturas a las que ha sido sometido.
-¿Qué ha aprendido sobre la condición humana?
-Lo que he descubierto es terrible. Lo que más sorprende es la ilimitada capacidad de maldad que tiene el ser humano. No se trata sólo de matar a una persona. He visto casos de ensañamiento y crueldad, fracturas previas a la muerte, manos quemadas por sopletes, una violencia increíble, muy difícil de explicar y de digerir. Los antropólogos forenses tal vez nos comportamos de una manera más fría y tendemos a relativizar las cosas precisamente por esta razón.
-Ahora se debate sobre la exhumación de muertos enterrados en fosas comunes durante la guerra civil.

-No estoy ni a favor ni en contra. Lo que hay que hacer es valorar bien la utilidad de estos trabajos y hacer estudios muy selectivos. Tampoco podemos dar falsas esperanzas a las familias.
-¿A qué se refiere?
-A que muchas familias piensan que se puede identificar a sus desaparecidos y eso no es cierto. Nosotros podremos identificar a alguien siempre que tengamos algo que comparar. Y eso no es fácil en el caso de las fosas comunes. No tenemos varitas mágicas.
-Va a participar en la exhumación de García Lorca.

-La fosa está prácticamente localizada. Supongo que los restos se podrán identificar porque hay multitud de imágenes del poeta granadino. Además, Lorca fue fusilado junto a dos toreros y un maestro cojo que era mayor. Tenemos muchos datos complementarios que facilitan la tarea.
-También analizó los restos neandertales de la cueva de Sidrón, en Piloña.
-Estudié marcas de huesos a petición del profesor Egocheaga. No cabe la menor duda de que esos huesos están canibalizados. Pero eso no es nuevo en los neandertales.
-¿Canibalismo como ritual?
-Aquí no hay ritual que valga sino un consumo del sujeto. ¿Lo hacían por una ingesta proteica? Puede ser. ¿Lo hacían para adoptar las características del sujeto que muere? También puede ser. Pero el caso es que se los comían.

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