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Los ponentes de La Granda defienden abrir un compás de espera ante la crisis europea

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Los ponentes de La Granda defienden abrir un compás de espera ante la crisis europea

Javier Roldán, Íñigo Méndez de Vigo y Teodoro López-Cuesta, ayer en La Granda, junto a los directores del curso, Paz Andrés, Bernardo Fernández y Gil Carlos Rodríguez Iglesias.

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Para ratificar la Constitución conviene un cambio de Presidencia en Francia y elecciones en la UE, según se destacó en la jornada inaugural

La XXVII Edición de los cursos de La Granda se abrió ayer con la crisis europea como asunto de fondo. Dos catedráticos de Derecho Internacional Público, entre ellos el director de los seminarios, Gil Carlos Rodríguez Iglesias, y un eurodiputado, presidente de la delegación del Parlamento europeo en la Convención, se mostraron partidarios, como mal menor, de abrir un paréntesis con el fin de que la Constitución no sufra nuevos reveses como el de Francia. Todos ellos coincidieron en que el rechazo en ese país se produjo por razones políticas, ajenas al tratado constitucional.

L. M. ALONSO

El curso sobre Europa se abrió ayer en La Granda con la crisis de fondo y la coincidencia por parte de los ponentes en que es necesario un paréntesis hasta que el tratado reciba la ratificación unánime y a la espera de que se diluyan los factores de desencanto político interno que impidieron aprobarlo y se puedan corregir, además, aquellos otros relacionados con el texto que determinaron su rechazo.

El «think-tank» de La Granda expresó, en la primera sesión de este verano, sus cautelas sobre el futuro de la Constitución europea cuando todavía hace un año, aún sin haberse producido los reveses de Francia y Holanda, se manifestaba expectante ante el nuevo desafío.

Íñigo Méndez de Vigo, veterano eurodiputado del PP, con escaño en Bruselas desde 1992, presidente de la delegación parlamentaria en la Convención Europea y miembro del Praesidium, fijó incluso la fecha de 2009 «para llevar a cabo una segunda lectura de la Constitución, aprovechando las elecciones al Parlamento europeo». Y añadió que el debate podría empezar a producirse «a partir de 2007 con un nuevo presidente francés».

Francia fue el ejemplo recurrente para explicar que el rechazo a la Constitución se debió más al repudio político interno -Jacques Chirac- que a la propia letra del tratado. Gil Carlos Rodríguez Iglesias, antiguo presidente del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Complutense de Madrid, sostuvo que, si bien en el caso de Holanda no está tan claro, «en Francia la crisis política fue determinante del no».

El asturiano Rodríguez Iglesias, director del curso, recalcó: «Tendremos una Constitución europea. Ahora, no sé cuándo. Me parece una desgracia que hayan surgido estas dificultades en el proceso constitucional, pero espero que no sea una catástrofe. Tendremos que trabajar todos y llevará un tiempo».
Para Javier Roldán Barbero, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Granada, lo correcto es darse un respiro antes de que se produzcan nuevas negativas. «En Francia se rechazó al presidente de la República. El no ha obedecido a razones que no tienen que ver con la propia Constitución, al efecto del euro, por ejemplo, o a la incorporación de Turquía».
Tanto para Roldán como para Méndez de Vigo, la decisión sobre la futura Constitución europea «no se debe sortear Estado por Estado». El eurodiputado recordó que él ya había advertido del riesgo de que los países que se decantaban por la consulta no la planteasen, a la vez, en una misma fecha.

En cualquier caso, el diagnóstico es claro: nada de precipitarse. «Hay que darse un tiempo. Catorce países han dicho sí y otros dos no. Ha sido un proceso de 12 años; empezar de cero sería un disparate», respondió el político popular ante la pregunta de uno de los cursillistas que asisten a estas primeras reuniones.

El vacío no existe, entretanto, como consecuencia de los tratados anteriores en vigor, que son, según explicó Méndez de Vigo, de donde han surgido precisamente las principales objeciones y, en definitiva, el rechazo de los estados miembros de la UE. El eurodiputado del PP y el profesor Rodríguez Iglesias apuntaron al distinto rango jurídico de las partes del texto constitucional -los 61 nuevos artículos, la carta de derechos fundamentales y los 323 que provienen de tratados anteriores- como el desencadenante del rechazo, unido al descontento político.
Pese a ese rechazo, Roldán calificó el modelo europeo como una magnífica fórmula para la economía, el equilibrio y la paz. Gil Carlos Rodríguez Iglesias animó a mantener vivo el espíritu de la Constitución. Íñigo Méndez de Vigo la calificó como «el paso más ambicioso en cuanto a tratados desde el de Roma, de 1957». Incluso cuando se le preguntó por el de Niza expresó su nostalgia por lo irrecuperable, aunque siga siendo lo que por ahora está vigente.

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