Vicedecano de Relaciones Internacionales de la Facultad de Traducción de la Universidad de Granada
Julian Bourne (Eton, Berkshire, 1960), vicedecano de Relaciones Internacionales y Programas de Cooperación de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada, es el impulsor en España del programa «AEL» (Applied European Languages), en el que participa la institución granadina desde 1989 y que implantará la Universidad de Oviedo para formar a grupos reducidos de estudiantes, que realizarán primer y cuarto cursos en Asturias y segundo y tercero en universidades europeas participantes en el programa. Bourne destacó ayer en Oviedo las oportunidades internacionales que aporta el programa.
-Un programa de lenguas europeas aplicadas que pretende convertirse en titulación conjunta para toda Europa. ¿Qué ventajas ofrece a los alumnos?
-El objetivo principal es formar a los estudiantes que pretendan aplicar sus conocimientos y competencias lingüísticas y culturales a los ámbitos del derecho, la economía y el comercio, para maximizar sus oportunidades de inserción en el mercado laboral en Europa o acceder a un máster u otra formación superior que les permita especializarse en algún área relacionada con las lenguas y su aplicación a esos ámbitos. Por eso el programa ofrece como característica principal la posibilidad de cursar tanto el segundo como el tercer año del grado en dos países de la Unión Europea, para volver a la Facultad en cuarto. De los 240 créditos que conforman el programa «AEL», 120 son cursados en los centros asociados de Francia, Alemania, Irlanda y Bélgica.
-Se trata de un programa reducido que este año finalizarán cuatro alumnos. ¿Conlleva un duro proceso de selección?
-Los estudiantes seleccionados para este programa cursan un año en cada uno de los centros extranjeros y dos en la Universidad de Granada. Para acceder al programa «AEL» hay que formalizar matrícula en el grado de Traducción e Interpretación. El interesado solicita su admisión y se somete a una entrevista personal y a un proceso de selección. Las pruebas se celebrarán a principios de octubre. Al finalizar los estudios, a los alumnos se les otorgará el título del grado de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada, además de los siguientes títulos o certificados expedidos por los centros en los que se haya realizado parte del curso. Ahora nuestra intención es luchar por una nueva titulación conjunta europea. Sabemos que es complicado.
-¿Qué aporta el programa a la formación personal de los alumnos?
-Lo más importante es la experiencia y la visión que adquieren los estudiantes. Además de conocimientos lingüísticos y culturales, se forman personas acostumbradas a cambiar de país en un contexto internacional. Luego constituyen una especie de familia y celebran encuentros periódicos. Es una experiencia muy enriquecedora.
-¿Cuáles son las expectativas laborales de los graduados?
-Además de idiomas, estudian asignaturas de materia jurídica y económica. Muchos se mueven en el ámbito del turismo y de la empresa y el comercio. Es un perfil bastante variado.
-Llegó a España para enseñar español en Bilbao y ha acabado como profesor en la Universidad de Granada, curiosa trayectoria para un inglés que estudió en Eton y se graduó en Oxford.
-Me fui a Granada para hacer la tesis y concurrí a una plaza que se convocaba de profesor de inglés y español en la Facultad de Traducción.
-¿Le sorprende que muchos universitarios españoles consideren un castigo marcharse fuera?
-Nuestro planteamiento nunca se ha contextualizado como un castigo, ni mucho menos. Para la mayoría de nuestros alumnos la posibilidad de viajar para formarse es un privilegio, y más poder hacerlo con plan perfectamente estructurado y cuidado. También reconozco que este tipo de programa es atractivo para un perfil determinado de estudiante.
-¿A qué se refiere con perfil determinado?
-Muchos proceden de familias con padres de distinta nacionalidad, gente que no está especialmente vinculada a un país y tiene una amplia visión internacional.
-Forma parte de la Universidad española desde hace doce años. ¿Han cambiado las cosas en este tiempo?
-Ahora veo más cercanía que antes, más participación e información. Hace unos años era una odisea encontrar información sobre cualquier curso. Hemos mejorado en transparencia.
-A pesar de los recortes presupuestarios…
-No todo es cuestión de dinero. Por ejemplo, nuestro programa no requiere de grandes gastos. Se financia con fondos de cada Universidad, y el primer año que los alumnos se van fuera aprovechan una beca «Erasmus». Luego ya no es posible.
-Llevan años queriendo crear un título europeo, pero chocan con la burocracia de Bruselas. ¿Contradictorio, no cree?
-Hemos tenido una experiencia triste en el curso 2010-2011. Las universidades de Gante y Colonia solicitaron la titulación y recibieron una respuesta negativa. La UE se contradice, habla de potenciar la internacionalización y la integración europea, y ese es nuestro proyecto, pero luego rechaza la titulación.
-¿Comparte el euroescepticismo que cunde entre sus compatriotas?
-La gestión de la Unión Europea puede asustar un poco a la gente. Se ve como algo distante que complica la vida con un montón de normas cuyo valor se cuestiona. Ésa es la opinión prototípica de cualquier inglés, pero luego veo experiencias como «AEL» que me hacen entusiasmarme con Europa.
-¿Considera probable un abandono del Reino Unido si persiste la crisis financiera?
-No lo creo. El euroescepticismo británico es más bien una cuestión histórica y cultural. También hay mucho de crítica contra el actual Gobierno de David Cameron.
-Al menos están fuera del euro…
-Es evidente que la implantación del euro no se hizo del todo bien.
-El primer ministro, Cameron, estudió en Eton College, como usted. También el príncipe Carlos. ¿Se siente parte de una élite?
-Pues, no. Nací en el colegio, porque mi padre era profesor de Latín allí. Cuando era un niño pensaba que Eton era algo normal y que todos los colegios eran así. Luego tomé conciencia de las cosas.