EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza
GIJÓN
«La Constitución europea trata de disimular su desinterés social con beneficencia»
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«El plan Ibarretxe se presenta como la libre incorporación al conjunto nacional, así que no creo que perjudique ni atente contra el patrimonio común»
Ángel C. SUARDÍAZ
Se acercó a su ciudad natal para conferenciar sobre «La ciudad del sol en el imaginario y en la historia», pero Campanella y los demás utopistas no son más que una excusa para que José Luis García Rúa se pronuncie sobre cualquier cosa con absoluta honestidad, independencia y profundidad de criterio. En Gijón, donde nació en 1923, Rúa mantiene una nutrida corte de discípulos que le estudian y le admiran. Catedrático emérito de Filosofía en la Universidad de Granada y veterano anarcosindicalista, obra fecunda de Rúa -que trabajó en el metal, en la construcción y en la mina- fue la academia libertaria de la calle Cura Sama, que enseñó a cultivar el pensamiento crítico a una generación de gijoneses.
-Diserta usted sobre las utopías, pero muchas acabaron mal, incluso en campos de concentración.
-Acabaron mal los utopistas, porque más de la mitad perdieron el cuello o terminaron sus días en una mazmorra. En cuanto a los campos de concentración, discrepo. Si se refiere al comunismo, eso jamás fue una utopía porque sus parámetros reales prescindieron del pueblo. Era una dictadura sobre el proletariado. Siempre hay una acción punitiva de los poderes constituidos contra la utopía.
-¿Qué es la utopía?
-Un horizonte, el eje crítico para medir al «stablishment» y corregirlo. Es la imagen del deseo, el principio esperanza, una idea dinámica que responde a la vida frente al estancamiento al que propende el «stablishment».
-¿Constitución europea o Carta otorgada? ¿A quién beneficia ese texto?
-La Constitución europea, con su actual presentación, no nos interesa en absoluto. El sistema bajo el que se desarrollan las decisiones políticas, económicas y sociales en la Unión Europea está determinado por el gran capital. Por eso carece de consideraciones sociales mínimamente aceptables. Los redactores del texto tratan de camuflar su desinterés social con la beneficencia. En lugar de conceder al pueblo derechos que le conviertan en protagonista, le dan cuarenta euros más a los jubilados y suscriben ayudas para seiscientos niños de la guerra emigrados a Rusia. Sus actuaciones son puramente espectaculares.
-¿Cómo pueden defenderse los ciudadanos?
-Lo que no va de abajo hacia arriba y de dentro hacia afuera resulta superficial y de escaso alcance. Ese texto nunca calará en la esencia del pueblo. La Europa de los pueblos ha sido sometida por los grandes intereses económicos.
-Esa Europa de los pueblos es la que prefiere Ibarretxe. ¿Qué le parece su plan?
-Tal y como lo presenta el PNV, es un movimiento de libre incorporación al conjunto nacional, así que se lo recomiendo a todas las unidades regionales españolas. España es el producto de una violencia centralista. No creo que el «plan Ibarretxe» ocasione un perjuicio real al conjunto nacional, contra cuyo patrimonio común no atenta. No anticipa empobrecimiento alguno, sino un enriquecimiento de las libertades del individuo. Si todas las comunidades se incorporaran a España voluntariamente seríamos más eficaces. Y eso que en lo político yo no tengo nada de nacionalista.
-¿Es el nacionalismo germen frecuente del fascismo?
-El nacionalismo político expansivo deriva en fascismo. En España se enfrenta el nacionalismo que busca la identidad regional contra el españolismo de imposición y expansión, pero los políticos temen enfrentar la realidad y, además, son unos incompetentes, así que prefieren hablar de federalismo o de centrifuguismo, como Felipe González recientemente.
-Muerto Arafat, ¿se arreglarán los israelíes y los palestinos?
-Terminarán por arreglarse, pero no llegarán a una solución verdadera, que sería la creación de una entidad israelo-palestina. Si de lo actual surgen dos naciones distintas, ambas estarán en continua pugna. Deben superar sus diferencias y entenderse. Las fuerzas populares de uno y otro bando ya han planteado la necesidad de la convivencia pacífica. Sería recomendable un cierto mestizaje.
-¿Necesita el Islam una ilustración, otro siglo de las luces?
-En el Islam hay movimientos explotados por determinadas facciones que interpretan la religión a su manera para emplearla como instrumento político. Es una estrategia de algunas capas dirigentes, no nace de la base. Y sí, el Islam necesita su ilustración. Es inaceptable en el mundo actual que Salman Rushdie continúe condenado a muerte por haber escrito sus «Versos satánicos». Hay que crear un estado de opinión que sirva para comprender las interpretaciones de todos los hombres ante los principios y ultimidades del mundo. Eso confiere amplitud y grandeza al espíritu de un pueblo, y acabará por suceder también en el Islam. La razón tropieza siempre con escollos numerosos, pero acaba realizándose.