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El peligroso perfume de Beckham

EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza

AVILÉS

El peligroso perfume de Beckham

Nicolás Olea, durante la conferencia ofrecida ayer.

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Nicolás Olea inaugura el curso nacional para médicos de familia con una ponencia sobre los efectos del medio ambiente en las hormonas

Algo tan habitual como echar crema solar o un determinado perfume o comer una tortilla de patata cocinada en una sartén antiadherente pueden afectar negativamente al sistema hormonal. Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada y estudioso, entre otras cosas, de los riesgos medioambientales, ofreció ayer la conferencia inaugural de la XI Escuela de verano de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria que desde ayer acoge el colegio San Fernando, en la que disertó sobre los peligros para la salud de contaminantes químicos en productos de uso cotidiano.

Amaya P. GIÓN

Hidratar la piel con una crema determinada, hacer una tortilla española en una sartén antiadherente o comer la típica pizza que sirven a domicilio en una caja de cartón puede afectar de forma negativa al sistema hormonal. Lo que para muchos puede parecer una película de ciencia ficción es una realidad más que demostrada. Así lo aseguró el catedrático de la Universidad de Granada Nicolás Olea, en la conferencia inaugural de la XI Escuela de verano de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria que se celebra desde ayer en el Colegio San Fernando de Avilés.

«Hormonas en el medio ambiente: ¿hay por qué preocuparse?» fue el título de la ponencia. Para Olea la respuesta a esta pregunta es rotunda: «Sí». Los embalajes de alimentos y diversos productos contienen a menudo ftalatos y bifenoles, compuestos que interfieren en el sistema hormonal. Según el experto, están «en todas partes, en utensilios de cocina, fármacos, detergentes, productos de cosmética, perfumes, envases, latas de refresco, biberones, gafas…». El experto no niega que estos productos no pasen los análisis de toxicidad oportunos, pero «sí que se hayan realizado con la finura necesaria». «No producen cáncer, mutaciones… pero tienen un efecto hormonal continuo. En principio se pensaba que sólo afectaban a la población por exposición profesional -como un agricultor trabajando en un invernadero rodeado de sustancias químicas- pero la exposición es universal. El más sensible es el feto ya que los compuestos tóxicos pasan a la placenta y, a largo plazo, cuando ese embrión se convierte en una persona adulta, pueden desencadenar infertilidad o merma de la calidad del semen en el caso de los varones, cánceres de mama, próstata o testículos», relata el catedrático y estudioso de los riesgos medioambientales.

Nicolás Olea apunta que «la evidencia medioambiental animal ya es abrumadora en España». Y es que revistas médicas especializadas ya han publicado varios estudios sobre el cambio de sexo de los peces en el río Ebro, peces machos que aparentemente son hembras y que se encuentran en todo el cauce, desde Zaragoza a la desembocadura; o el desarrollo de pene en hembras de moluscos de las rías gallegas.

Estamos rodeados de compuestos que interfieren en el sistema hormonal: «Los envases de pizza son estrogénicos. La tinta y el cartón reciclado contienen bisfenol A y el calor del alimento provoca su liberación, lo que conlleva la contaminación del alimento», señala. Otro ejemplo: «Las sartenes antiadherentes contienen compuestos bromados. Varios proyectos de la Unión Europea han concluido que el contenido en bromo bloquea la función tiroidea», añade.

La conclusión es clara: hay que preocuparse por el efecto del medio ambiente en las hormonas, si no que se lo digan a David Beckham. La organización ecológica Greenpeace advirtió hace unos días que un perfume que promociona el galáctico contiene químicos considerados peligrosos para la calidad del esperma, así como para el sistema hormonal, según relató Olea.

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