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«El interés de España por estar en la Antártida es básicamente científico»

«El interés de España por estar en la Antártida es básicamente científico»

Es uno de los investigadores españoles que han pisado la Antártida. Ha participado hasta en tres expediciones, la última en el invierno de 2008. El gijonés Nemesio Heredia Carballo (1959), que presentó ayer en el Antiguo Instituto sus «Imágenes de un viaje», trabaja para el Instituto Geológico y Minero de España, además de ser un avezado montañero. Estudioso de la formación de las cordilleras, también es especialista en la búsqueda de yacimientos para almacenar CO2.

-¿Cuál era el objetivo de su última expedición a la Antártida?

-Junto con investigadores de la Universidad de Granada, estudio la apertura de pasillos oceánicos. Entre otras cosas, investigamos cómo se separó la Antártida de América del Sur y cómo se abrió el Paso de Drake, lo que aisló para siempre a la Antártida, donde ahora sabemos que hubo dinosaurios en el Cretácico. Y también estudiamos una separación más reciente, la de la apertura del mar de Bransfield.

-¿Y cómo fue esa escisión?

-Estamos en ello. La separación efectiva comenzó hace unos treinta millones de años. La apertura del mar de Bransfield es más reciente, de unos cuatro millones de años.

-¿Hay muchos países investigando en la Antártida?

-Sí, muchos. Hay recursos minerales, pero el tratado sobre la Antártida sólo permite la investigación científica. El interés de España es reciente, desde hace unos veinticinco años. Es fundamental estar allí, sobre todo para analizar el cambio climático. Hay que estar allí.

-¿La presencia de España es importante o sólo anecdótica?

-No es muy importante, pero tenemos dos bases: una en la isla Decepción, que se llama Gabriel de Castilla, con logística militar, y la otra en la isla Livingston, que es civil y lleva el nombre de Juan Carlos I. Nosotros, precisamente, fuimos con logística de otros países, fundamentalmente argentina, por falta de más bases.

-¿El interés español es por los recursos minerales?

-No, es científico y el de estar en la Antártida. Y esperamos que sea así por parte de todos los países durante muchos años.

-¿Qué recursos hay?

-Hay hidrocarburos, pero también oro, plata, plomo, cinc… pero no se pueden explotar por la prohibición del tratado vigente y por las condiciones del clima, aunque si vamos a condiciones más favorables por el cambio climático esa situación puede cambiar.

-¿Son apreciables los efectos del cambio climático?

-Es un hecho real. Lo que se puede discutir es qué participación tiene el hombre en la aceleración del cambio hacia un clima más cálido. Es cierto que a lo largo del tiempo ha habido cambios, porque cada 150.000 años, más o menos, hay un ciclo del tiempo cálido a la glaciación. Pongo siempre el mismo ejemplo: si tenemos fiebre, no esperamos a que nos suba a cuarenta grados; tomamos un antipirético y nos metemos en la cama, por si acaso. Producimos gases porque quemamos combustibles fósiles, que producen el «efecto invernadero». ¿Qué capacidad de regulación tiene la Tierra? No lo sabemos, pero vale más, como en el caso de la fiebre, contener la emisiones. Es prevención.

-¿Cómo se aprecia en la Antártida?

-Pues en la retracción de las masas de hielo. El núcleo de la Antártida se mantiene aún muy frío, pero no la periferia, la península Antártica, donde ya se nota muchísimo.

-¿Cómo fue su última expedición?

-Estuvimos 48 días entre los tres primeros meses de 2008, otros dos investigadores de la Universidad de Granada y yo. En el Continente la logística es argentina, y en las islas, española. Vamos en unos aviones «Hércules» especiales, que aterrizan sobre suelo helado y parten de Río Gallegos para llevarnos a isla Marambio. Desde ahí nos desplazamos a la península Antártica, con trineos y motos de nieve. En la Antártida hay bastantes refugios científicos, que están siempre abiertos y que son los que utilizamos. Estamos unos dos meses allí, pero para los viajes necesitamos tres meses debido a las dificultades del tiempo. En verano es más fácil, pero yo lo paso peor porque vamos en un barco que no es el «Hespérides», sino uno más pequeño, «Las Palmas», y a mí me coincidió siempre muy mala mar.

-¿Lo peor es soportar las temperaturas?

-Para mí, lo peor es el barco.

-¿Y la comida?

-En invierno llevamos una carne argentina, con la que no hay problema, y comida liofilizada.

-¿Hay que estar muy preparado físicamente?

-Sí, porque para analizar las rocas hay que subir a las montañas. Hay que moverse bien. Trabajamos desde que amanece hasta que cae la noche, aunque en invierno igual llega una semana de mal tiempo y no te mueves del sitio.

-¿Cómo surgió su afición a estudiar la Antártida?

-Me dedico al estudio de cómo se levantaron las grandes cordilleras. Éstas se producen por colisiones continentales, caso del Himalaya o de la Cantábrica, que es una prolongación de la Pirenaica, y hay otro tipo, las que surgen porque la corteza del océano se introduzca por debajo de un continente, que es el caso de los Andes. Conocemos muy bien las de colisión, pero menos las otras. A través del Instituto de Colaboración Iberoamericana surgió un convenio para utilizar allí nuestra técnica. A partir de ahí empezamos a ir a la Argentina, y luego, a hacer el estudio de los Andes, de cuya cordillera nos faltaba por analizar un tramo que se prolonga en la Antártida.

-¿Qué destacaría del paisaje antártico?

-La península Antártica tiene mucho relieve; la Antártida es blanca, sin una roca. Lo que destacaría es el aislamiento, que es una sensación que a mí me gusta. También el interés científico, porque con el deshielo han surgido montañas que no se conocían, además de rocas. En el invierno hay muy poca fauna, focas fundamentalmente, pero cuando se retira el hielo uno puede ver, por ejemplo, la llegada de medio millón de pingüinos, y con ellos los depredadores, como los lobos marinos y los carroñeros.

-¿Es posible una presencia humana masiva en la Antártida?

-A corto plazo, no, pero si el calentamiento global va a más y hay una ampliación de las zonas áridas, habrá migraciones masivas en busca de agua. Las zonas cubiertas de hielo se convertirán en los espacios con mayores reservas de agua potable. Las zonas periféricas antárticas, ante fuertes deshielos, tendrían mucho interés.

-Usted es experto, también, en los estudios sobre almacenamiento de CO2. Parece que las condiciones de Asturias no son las más adecuadas para esos silos.

-Es muy difícil, no existen las estructuras adecuadas. Almacenar CO2 en capas de carbón, en unas cuencas con tantas fallas como las nuestras, es muy problemático.

-¿España tiene lugares adecuadas para ese almacenamiento?

-Sí, hay zonas que se van a estudiar con mayor detenimiento, como el norte de la cuenca del Duero, o en las proximidades de Cuenca, en el valle de Ebro…

-¿Y hay condiciones técnicas para hacer esos almacenamientos?

-Sí , sólo depende de la inversión. El Instituto Geológico y Minero de España tiene en marcha un estudio muy importante para buscar áreas adecuadas. Yo llevo una iniciativa para hallar zonas en las cuenca vasco-cantábrica y el norte de la cuenca del Duero, donde hay algún yacimiento de hidrocarburos.

-¿Usted es partidario de seguir explotando el carbón?

-Con la captura y almacenamiento del CO2 no habría problema; la cuestión es que la extracción del carbón en Asturias es muy cara, sólo es viable porque está subvencionada. Pero es una cuestión política, porque también hay que tener en cuenta que emplea mucha mano de obra. Hay otra cuestión importante, que es la del ahorro energético, en la que apenas se ha hecho nada. Las bombillas incandescentes consumen la mayor parte de la energía en fabricar calor, no luz, pero, no se han prohibido todavía; seguimos con la bombilla que inventó Edison y vemos poquísimas de bajo consumo. Despilfarramos mucho. Sólo hay que ver a los norteamericanos, con todoterrenos de ocho cilindros y consumiendo gasolina. Las guerras han sido fruto de la necesidad de abastecimiento de petróleo. Es necesario más ahorro, más eficiencia.

-Se reabre el debate sobre la energía nuclear.

-Es una energía muy eficiente, pero tiene el problema de los residuos.

-¿No hay seguridad en los almacenamientos?

-Son residuos con actividad durante millones de años.

-¿Tienen encargos de buscar lugares de almacenamiento de energía nuclear?

-Sí. Tuvimos un proyecto muy importante de Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos). Analizamos toda España con el objetivo de definir emplazamientos idóneos para los residuos que tienen las centrales en sus piscinas. Es una decisión que se deberá tomar, porque es evidente que esos residuos están peor en esas piscinas que confinados.

-¿Esos silos son seguros?

-En principio, sí. Se buscan lugares donde no haya sismicidad.

«Con el deshielo, han surgido montañas y rocas que antes no se conocían»

«Si el calentamiento va a más, habrá migraciones masivas en busca de agua»

«Asturias carece de estructuras geológicas adecuadas para poder almacenar CO2»

«Los residuos radiactivos están peor en las piscinas de las centrales nucleares que confinados»
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