Copiar y pegar, la nueva forma del plagio en la universidad
Los docentes aprenden a detectar textos sacados de la Web y presentados como propios.
Cuando las respuestas de sus alumnos dan más información de la solicitada, revelan un nivel de conocimiento superior al esperado o están escritas en un lenguaje y estilo diferente al habitual del estudiante, el docente sospecha. ¿Estará frente a un texto copiado de Internet?
El apropiarse de ideas, afirmaciones o textos enteros -acción más conocida como copiar y pegar – es cada vez más habitual en el ámbito universitario. Lo que hasta hace pocos años era un temor considerado exagerado por algunos es ahora cosa de todos los días, alentada por la facilidad de acceso a los sitios de Internet y la multiplicación de portales que ofrecen textos académicos, monografías y tesis.
«El copy/paste está siempre. Los profesores no se cansan de decirnos que, si sacamos algo de Internet, pongamos bien las referencias, pero ellos qué saben. Las posibilidades en la Web son infinitas», dijo con desparpajo Victoria, estudiante de 5° año de Medicina de la UBA y contó: «Hace poco, haciendo un trabajo en grupo para Historia de la Medicina, encontramos un párrafo perfecto para lo que queríamos decir. Por suerte una de las chicas se avivó y sugirió reescribirlo usando sinónimos y nadie se dio cuenta».
En una recorrida de LA NACION por distintas facultades y en consultas telefónicas se constató que la preocupación por esta práctica está en los docentes y las autoridades.
«El concepto de plagio en la universidad está en contradicción con lo que ella es en cuanto transmisión y generación de conocimiento atravesado por valores como el respeto a la verdad», dijo María José Fittipaldi, coordinadora de la Secretaría Académica del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Allí trabajan en la prevención del plagio desde el comienzo de las carreras y, cuando se dan casos, además de la sanción disciplinaria, se hace con un alumno un trabajo para ayudarlo a tomar conciencia de lo que hizo.
Por eso, hay programas, como en la Universidad Virtual de Quilmes, que dedican dos clases de una licenciatura en Administración, a explicar qué es el plagio y cómo evitarlo. Otras, como la Universidad de Belgrano, incluyen esos contenidos en materias como Trabajo Final. En la Universidad Católica Argentina (UCA), y en otras, el copy/paste es considerado una falta grave que puede ser sancionada no sólo con desaprobar la materia, sino también con suspensión y hasta expulsión.
«Nos preocupa que el alumno percibe la Red como un conocimiento global que pertenece a todos. Por eso ponemos mucho énfasis en este tema», explicó Ana Kunz, titular de la materia Trabajo Final de la UB.
Gonzalo Alvarez, secretario académico de la Facultad de Derecho de la UBA, explicó que a veces «no se trata de plagio con intención dolosa, sino de extracción de fuentes de bajo nivel académico y de dudosa proveniencia», que, de todas formas, debe ser sancionado por «hacer propio algo que no lo es».
De su experiencia como docente recuerda un caso. En un trabajo de la materia Régimen Jurídico de la Educación -a mitad de la carrera de abogacía-, se repetía la expresión «en nuestra Constitución», que sorprendió a Alvarez porque se refería a Uruguay. Pensó que el alumno era de ese país, pero lo descartó tras chequear el documento del estudiante. Buscó algunas frases en Google y encontró el texto íntegro. «Le hice rehacer el trabajo, pero no lo sancioné porque consideré más importante que aprenda que eso no se debe hacer.»
Un profesor de Filosofía de la Universidad de La Plata contó que el año pasado tuvo un 20% de calificaciones CP ( copy/paste ). Cuando percibía algo extraño en los textos, los «googleaba» y, al constatar que eran copias, les ponía esa nota. «A todos los que tenían un CP como nota les costó mucho aprobar el final», afirmó el docente y agregó que este problema lo obligó a formular preguntas más precisas en los trabajos.
Los docentes también encuentran ayuda en la Web. Hay software que compara archivos de Word con toda la Red y estima el porcentaje de originalidad de los contenidos o confronta entre sí varios archivos -los trabajos prácticos de alumnos de un mismo curso- para detectar repeticiones.
Muchos estudiantes no ven nada malo en el copy/paste y hay otros que se sienten impunes. Como el caso que contó María C., estudiante de Sociología: «En Filosofía Política, un compañero entregó un trabajo copiado íntegramente de Internet. La profesora lo descubrió y, además de bocharlo, lo escrachó frente a todos. El caso es grave porque ese chico ya estaba graduado como abogado».
Claves
Recursos a mano. En Internet hay varios sitios que ofrecen textos escritos sobre un gran universo temático, como www.rincondelvago.com , www.monografías.com y www.alipso.com .
Consejos. Para evitar el plagio involuntario, los docentes recomiendan entrecomillar siempre las frases copiadas y mencionar a los autores de las ideas usadas aun cuando se las parafrasee.
Antídoto contra copiones
El País, Madrid
Approbo es un nuevo programa gratuito y español para comprobar si estudiantes (y profesores) copian de Internet.
LAIA REVENTÓS
A Josep Lluís Mancho le van los desafíos. Primero creó el antídoto para el virus Viernes 13, que causó estragos a finales de los años ochenta, cuando las infecciones todavía viajaban en el prehistórico disquette.Después retó a la comunidad hacker a burlar su sistema de seguridad. Su empresa organizó tres concursos y «nunca nadie consiguió romper el cortafuegos de Xifra. Ninguna persona envió al notario el contenido del fichero protegido y eso que tuvieron un año de plazo y había en juego 18.000 euros», recuerda este informático de 47 años de edad, actualmente director de la empresa Symmetric.
Mancho y su equipo en la compañía están dispuestos ahora a dificultar una socorrida práctica académica (no sólo del alumno): el fenómeno del «copiar y pegar», íntegra o parcialmente, contenidos de Internet y presentarlos como obras originales y, en algunos casos, hasta cobrar por ello (como el informe oficial de la estación de esquí San Glorio en Castilla-León).
Si la tecnología hace extremadamente fácil fusilar un texto de Internet, sostiene Mancho, «la misma tecnología también debe hacer muy sencillo verificar si ese texto ha sido plagiado». Approbo es una «utilidad gratuita, sencilla e intuitiva» para comprobar si el documento es una copia. «Muchos maestros están hartos de sospechar que sus alumnos fusilan contenidos. Ahora tendrán la certeza de que es cierto», asegura Mancho.
No es la única herramienta disponible. Compilatio, Turnitin, CopyScape o Antiplagio Educared, entre otras, son aplicaciones similares a la catalana Approbo. Gratuitas unas, de pago otras.
Approbo es una aplicación online multiplataforma (Windows, Mac, Linux) que automatiza los procesos para saber qué partes de un texto son originales o no. La comparación se realiza en cualquier formato textual y su funcionamiento es sencillo. Basta con subir el archivo a Approbo. En minutos (según la velocidad de conexión) el programa, que funciona desde cualquier navegador de Internet, da su veredicto: si la copia es íntegra o parcial, y de qué fuentes proviene. La búsqueda de documentos se hace en Google, es decir, compara con los millones de webs que indexa el buscador.
Además, explica José Luis Mancho, al autor «puede comprobar el grado de difusión de su obra en la Red o saber en qué webs o blogs aparecen las mismas frases sin su permiso». El objetivo, explica el informático, no es sólo evitar que los chavales copien, sino «elevar el nivel de estudios». Y añade: «Más allá de la polémica sobre si cada alumno debe tener su ordenador en el aula, lo importante es que lo que hagan con las aplicaciones informáticas sea de provecho».
Quien desee utilizarlo deberá registrarse antes, porque el Citilab de Cornellà de Llobregat cede espacio de su servidor a este desarrollo de Symmetric, cuya sede también está en el centro tecnológico. En el Instituto Bernat el Ferrer de Molins de Rei (Barcelona), donde imparte clases su esposa, Àngela Rams, lo probaron primero. Una semana después de su lanzamiento hay 8.000 registrados y se han analizado 62.000 textos. Incluso se registran estudiantes para hacer la prueba inversa: ver si son sus profesores quienes copian.
Aprender a citar
Seis de cada diez universitarios españoles admitieron en 2007 que plagiaban sus trabajos académicos, según un estudio de la Universidad de las Islas Baleares entre los internautas de Universia.
Educared ofrece Antiplagio desde hace cinco años. «Los docentes estaban asustados por el uso que sus alumnos hacían de Internet. Temían que no pensaran por sí mismos y se limitaran a copiar», dice su gerente, Chabela Dragoevitch. Educared creó esa aplicación para que los docentes tuvieran mecanismos de detección y como herramienta educativa. «Los alumnos deben saber que es un delito, una infracción del derecho de autor. Es imprescindible que aprendan a documentarse, citando las fuentes de las que obtienen los datos». Muchos maestros la emplean, dice, como herramienta de persuasión.
La aplicación es gratuita, pero se debe descargar en el PC y sólo funciona con Windows. Antiplagio analiza los contenidos de servicios como El Rincón del Vago y Enciclonet. Los profesores pueden subir sus apuntes y los trabajos de otros alumnos para alimentar la base de datos.
Turnitin «rastrea entre más de 12.000 millones de web, 80 millones de trabajos de estudiantes, 10.000 periódicos, magacines y revistas científicas, y miles de libros, incluidos los clásicos», dice Will Murray, directot de iParadigms, su desarrolladora.
Este software se puede usar desde cualquier navegador y, además, se integra en las plataformas de aprendizaje como Blackboard, WebCT, Angel o Moodle. «Recomendamos que sean los alumnos quienes empleen la aplicación para que vean que pueden redactar excelentes textos sin necesidad de copiar. Se trata de que aprendan la cultura de las cosas bien hechas», asegura Murray.
Creada en 1995 en Estados Unidos, la empresa desembarcó en Europa en 2002 vía Reino Unido, donde ya » lo utilizan el 97% de las instituciones educativas», dice Murray. Sólo en la secundaria británica el 30% de los trabajos son copiados, según datos de la compañía.
Turnitin no es gratuita. Su precio varía entre 5.000 euros anuales (escuelas) y 9.000 ( universidades). Unos 850 centros de 103 países emplean esta aplicación, que acaba de estrenar versión en español. Entre ellas, la Universidad Carlos III de Madrid. «Cuatro profesores de master realizan un piloto y, en paralelo, trabajamos para integrar Turnitin en la plataforma Aula Global 2, basada en Moodle. El objetivo es abrirla a toda la comunidad universitaria», explica Carmen Vázquez, vicerrectora de calidad.
Compilatio lleva dos meses en España. Esta aplicación llega de Francia, donde presta sus servicios desde hace seis años y funciona online desde cualquier navegador, aunque no se puede integrar en las plataformas docentes. Su precio, según el número de alumnos de la institución, oscila entre 800 y 1.000 euros.
CopyScape suministra dos servicios. Uno localiza los contenidos que se copian de una web a otra. Otro, los plagios. En ambos casos hay versiones gratuitas, pero limitadas a un número de escaneos mensuales. «Nuestros clientes son proveedores de contenidos que necesitan verificar si los textos que les entregan los autores son auténticos», explica Benjamin Isaacs, director de mercadotecnia de la compañía, con sede en Gibraltar. CopyScape cobra entre 0,5 y 0,10 dólares por un texto de entre 2.000 y 3.000 palabras.
Con Fair Share podrá saber cómo se difunde sus creaciones y cómo se utilizan en Internet, siempre que emplee sindicadores de contenidos RSS.
«Los valores de calidad universitarios están en entredicho»
«Tenemos que cambiar la cultura de tolerancia. La Universidad tiene que ser garante del saber en la sociedad del conocimiento, pero por desgracia hay demasiada permisividad; los valores de calidad están en entredicho», asegura Rosa María Medina, que, junto con otros 40 profesores de la Universidad de Granada, impulsa la plataforma antiplagio.
Les preocupan dos cosas: la copia de trabajos por parte de los alumnos y el plagio de tesis y proyectos de investigación entre los académicos. «Sé de docentes que han traducido libros y se han adjudicado su autoría. Es grave, pero lo peor es que sigan impartiendo su magisterio». De momento, la plataforma cuenta con el apoyo del Defensor Universitario y aspiran a que la memoria de la Universidad dé cifras de una práctica que, desde la copia textual al robo de ideas, «está muy extendida».
Si pillan a un investigador plagiando o manipulando datos en EE UU se arriesga (en función de la gravedad) a cinco años sin fondos para investigar. Desde 1988 una oficina vela por el cumplimiento de la ética.
El Ministerio de Ciencia español confirma que la nueva ley de ciencia prevé la creación de un Comité Español de Ética de la Investigación. Entre sus tareas, establecerá «los principios para la elaboración de códigos de buenas prácticas de investigación científica y técnica».
APPROBO: http://approbo.citilab.eu
EDUCARED: http://www.educared.net
TURNITIN: www.turnitin.com
COMPILATIO: www.compilatio.net/es
COPYSCAPE: www.copyscape.com
FAIR SHARE: www.fairshare.cc
Las nuevas herramientas para evitar el plagio de los alumnos
Internet es la principal fuente que usan los estudiantes para copiarse en trabajos y monografías. Pero ahora la Web también les ofrece a los docentes recursos que detectan si esos textos son originales.
Por: Clarín.com
Entre los estudiantes de todos los niveles, «copiar y pegar» es una práctica común. Y muchas veces, en un trabajo práctico o una monografía, el límite entre la inspiración y el plagio, resulta muy difuso. Pero Internet, la misma fuente de información a la que recurren los alumnos, también se está convirtiendo en una herramienta confiable que les permite a los docentes detectar la copia.
«A veces, este tipo de trabajos se hacen con mala intención, pero en otros casos hay un absoluto desconocimiento del sistema de citas académicas. Plagio es también tomar una idea de otro, reescribirla y no consignar su origen», define la docente Claudia Torre, que coordina los talleres de Escritura Académica de la Universidad de San Andrés.
Los profesores coinciden en que hay «pruebas del delito», como el cambio del registro en la enunciación. Pero más allá del olfato, en la tarea de encontrar estos plagios ayudan cada vez más una serie de servicios online y de softwares que están apareciendo.
El más novedoso es Approbo (http://approbo.citilab.eu). Este nuevo servicio online, gratis, rastrea en los millones de sitios indexados en Google y otros buscadores y marca qué frases de un documento se encuentran también en la Web. Puede usarse desde cualquier computadora con acceso a Internet y no requiere instalar software alguno. Eso sí, debe tenerse el material a verificar en la computadora, como documento de texto. También pueden verificarse hojas de cálculo, o archivos en el formato PDF. Una vez registrados en el sitio, hay que subir el archivo a analizar y esperar los resultados. Cuando ya se tiene el «veredicto», se podrá ir a los sitios donde se encontraron fragmentos del documento, o ver en pantalla una comparación entre el documento en cuestión y lo que se encontró en la Web.
El Antiplagio, de Educared (www.educared.net), es un soft gratis que debe instalarse en la computadora. El programa recorre sitios como El Rincón del Vago en busca de plagios, y los docentes pueden incorporarle textos (apuntes de su materia o trabajos de alumnos) para alimentar la base de datos en la cual rastrear. Y Copyspace (www.copyscape.com) ofrece básicamente el mismo servicio que Approbo, pero pago: cobra cinco centavos de dólar por cada búsqueda.
También existen otros servicios pagos, como Turnitin, creado por la empresa estadounidense iParadigms, que rastrea para usuarios de los EE.UU. y Europa una enorme cantidad de sitios web, trabajos de estudiantes, diarios, revistas científicas y libros. Servicios como éste son contratados por universidades y otras instituciones educativas, que pagan entre 5.000 y 9.000 euros anuales para evitar que sus alumnos se copien. El precio de la solución antiplagio Compilatio, en tanto, oscila entre 800 y 1.000 euros según el número de alumnos de la institución.
Además de su aplicación en instancias educativas, las herramientas anticopia son útiles para que autores de contenidos de Internet verifiquen si su obra fue plagiada. Para ese fin también sirve Copyscape, que se presenta del mismo modo que cualquier buscador de Internet, con la diferencia de que en lugar de cargarle una palabra o una frase para que la busque, se le debe cargar la dirección de un sitio para que rastree si en la Web otros sitios tienen el mismo contenido.
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