Un chupete con una serpiente para simbolizar la transmisión de enfermedades, un hombre escupiendo en el suelo como elemento de riesgo para el contagio de la tuberculosis o una prostituta como transmisora de males venéreos. Imágenes poderosas y metafóricas para combatir la mortalidad infantil, el incremento de enfermedades o prevenir accidentes laborales fueron utilizadas ampliamente en carteles de propaganda sanitaria institucional durante la primera mitad del siglo XX, que ahora se recogen por primera vez en un libro coeditado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Las imágenes de la salud: cartelismo sanitario en España (1910-1950) es el título del volumen que reúne 88 de estos carteles, de un catálogo de más de 400 recopilados por los autores de este trabajo, fruto de un proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia y coordinado entre la Universidad Miguel Hernández de Elche, la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Barcelona y el CSIC.
«En España no estaba investigado este tema y no había nada publicado sobre cómo se utilizaban los medios de comunicación y estos soportes desde el punto de vista educativo por parte de los gobiernos para modificar hábitos e introducir cambios en la sociedad española», señala Ramón Castejón, profesor de Historia de la Ciencia en la UMH y uno de los editores de la publicación, presentada en el Instituto Gil-Albert.
Aunque es difícil saber el impacto del cartelismo, «aporta una manera de acercarse a la sociedad de manera novedosa a través de la cultura visual, de la imagen más allá de lo escrito, y con una población analfabeta muy importante a la que no le hace falta leer para comprender los carteles por la propia imagen». La salud materno-infantil, las enfermedades venéreas, la tuberculosis, los accidentes laborales y la previsión social son los cinco ejes sobre los que pivotaban estas campañas.
Uno de los principales propósitos del cartelismo, que ocupaba la calle, era atraer a los pacientes a los servicios sanitarios. «Con las enfermedades venéreas, por ejemplo, era difícil que los afectados acudieran a consulta porque se vinculaban al pecado, a enfermedades secretas, y estas campañas se enmarcaban incluso en el contexto de la guerra civil o con la mujer como culpable y transmisora de la enfermedad», indica Castejón. En la mortalidad infantil también tuvo un papel importante la promoción de la lactancia materna.
Paradójicamente, en el periodo estudiado no hay disrupción en las campañas sanitarias a pesar de los cambios políticos. «Los carteles del franquismo tienen elementos de continuidad con los de la II República o con la dictadura de Primo de Rivera. En el contenido no hay muchas diferencias, pero sí desde el punto de vista gráfico. En los carteles de los años 30 hay mucho de las vanguardias artísticas, que se alejan en el franquismo», señala Castejón, que apunta que el libro puede interesar por igual a médicos, historiadores o interesados en el arte, y en el volumen se incluye una ficha completa de cada cartel.